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Tras días en París, su trabajo se había acumulado severamente, Christopher hacía su parte pero habían documentos que sólo Minho podía firmar y tratos que sólo Minho podía hacer. Así que en su llegada, apenas Jeongin se fue con Youngjae, partió directamente a su empresa, con la esperanza de acabar con todo el papeleo rápido. Necesitaba unas vacaciones de sus vacaciones.

No porque estuviera cansado, de hecho estaba más sereno y descansado que nunca. Pero tenía muchas cosas que pensar.

Mientras revisaba las carpetas en su escritorio, Minho no podía sacar de su cabeza lo vivido con Jeongin los últimos meses. Aún así, se obligó a correr esos pensamientos y enfocarse en lo que debía hacer.

No vió a nadie ese día, pidió a Hyunjin, su secretario, que no lo molestaran y se pasó el día trabajando, haciendo videollamadas con socios y dejando todo listo para poder tomarse un día más en su hogar.

Silenció su celular al entrar a su casa, Jeongin le había dicho que iba a tener unos días atareados igual que él, por lo que iba a ser incapaz de comunicarse.

Sin siquiera llegar a sacarse todo su traje, cayó dormido apenas tocó la cama. El día había sido agotador.

La luz del sol y la molestia del traje lo despertaron doce horas después. Minho no recuerda alguna vez haber dormido tanto como ese día. Igualmente, aún despierto, se quedó un par de horas más acostado, rememorando en su cabeza sus días anteriores, su viaje con Jeongin.

No se dió cuenta que estaba sonriendo, la realidad es que jamás había tenido un relación seria con nadie. Siempre estuvo totalmente bien con pasar de persona en persona, sin compromiso, sin preocupaciones. Y hasta ahora, estuvo más que satisfecho sólo con eso. Pero Jeongin siempre fue otra cosa, desde el principio. Amaba esa personalidad retadora, su falsa inocencia, la manera tan sincera que tenía de derrumbarse entre sus brazos. Como si Minho fuese un lugar seguro, como si su sola presencia pudiera sanarlo.

Y era extraño, pensó, mientras un dolor se extendía por su pecho, porque él no había hecho más que llevarlo a derrumbarse.

¿No estaba siendo injusto? Sin siquiera pedirle perdón, dejar que Jeongin buscase en él la sanación de lo que él mismo ocasionó.

Sabía que Jeongin traía más cosas consigo, pero él fue la gota que rebalsó el vaso. Y quizás la gota que estaba destruyendo todo lo que Jeongin había construído.

Se levantó a darse una ducha, para luego desayunar un café y sentarse a pensar. Él era un hombre de negocios, Jeongin un Idol.

¿Qué tan difícil sería reconstruir su carrera? ¿Encontrar, quizás, alguna forma de que la gente lo aceptase? ¿Debía salir a aclarar la situación, diciendo que fue todo un contrato que él ocasionó? ¿Eso acaso serviría?

Nunca se había preocupado de esa forma por alguien, menos por alguien con quien se acostaba. Pero ya no podía negar que Jeongin no era sólo un acostón.

Al principio lo encontró precioso, Jeongin lo era, aunque uno lo odiase, aunque no lo conociera. Cualquiera que lo viese caminando en la calle pensaría lo mismo: es precioso. Le pareció un chico de buena familia que estaba siguiendo un sueño, nada más. Hasta que vió en primera fila su enojo, su dolor. Cuando lo encontró tirado en su sala, con todo destruído a su paso, ¿No se quebró su corazón en ese momento? Cuando lo vió tirar cinco cajas de platos, despotricando contra él una y otra vez. Ese día se dió cuenta que Jeongin era algo más.

Pero cuando lo tuvo en sus brazos, desnudo y entregando todo de sí sólo para él, supo que no iba a poder alejarse.

Jeongin era algo más. Más que todas sus historias pasadas, más que todas las personas con las que se acostó. Más que cualquier contrato que pudiese firmar.

you ruined my life  [ jeongho ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora