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El departamento de Jeongin lo recibió con un silencio sepulcral, quién suponía era su mánager había abierto la puerta del piso 15 dónde se encontraban para darle un corto saludo y permitirle ingresar.

No dudó en examinar el lugar en cuanto supo que nadie allí dentro le dirigiría la palabra durante su estadía. El ingreso contaba con un recibidor que tenía dos floreros con tulipanes y claveles y algunos juguetes de Legos que delataban la edad del Idol. Más adelante hacia su derecha se veía la cocina de buen tamaño, con una isla en el centro, también divisó varias flores regadas en pequeños vasitos de vidrio, muchos especieros y varias macetas pequeñas con lo que suponía eran plantas aromáticas. Se sorprendió al notar todo tan limpio, a pesar de que se podía ver claramente que quién vivía allí pasaba mucho tiempo en esa habitación.

Pensó que al ser el departamento de alguien tan jóven iba a encontrarse con ropa regada y videojuegos, no esperó un lugar tan cálido y hogareño.

Mientras los dos hombres que estaban ahí con él se iban a la cocina a preparar café, se sentó en el sillón de la sala y sacó su laptop para revisar unos correos a la espera de Jeongin.

No pudo concentrarse, había demasiado para ver a su alrededor. Estaba muy acostumbrado a los condominios de sus conocidos y al suyo propio, muy carentes de personalidad, con lujos en todos lados y un blanco pulcro inundando las superficies. Pero el departamento de Jeongin exclamaba vida por todos lados. Se notaba que había hecho del lugar un hogar y que había dejado su marca en cada esquina.

La biblioteca estaba llena de libros, más de los que cabían ahí, algunos estaban desordenados y otros reposaban en la mesita de café frente al sillón. Se notaba que Jeongin leía, y mucho. Había cuadros con fotos sobre cada mueble, podía ver al Idol sonreír en cada una junto a su familia, aunque se sorprendió al ver algunos portaretratos boca abajo y no pudo evitar acercarse a verlos.

Jeongin con un chico, abrazados y cariñosos. Supuso que era el tal Choi San del que Yang le contó la noche del bar y volvió a dejarlos en su lugar. No pudo volver a sentarse y siguió recorriendo el lugar con calma, mirando cada detalle.

En las paredes -y también en el piso- descansaban varios cuadros pintados con flores, paisajes y algunos retratos. Al parecer a Yang también le gustaba el arte. Quizás era un coleccionista o algo por el estilo. Descartó esa idea cuando vió en una esquina un atril con una pintura a medio hacer, y en ese momento se dió cuenta de los pinceles y pequeños potes de pintura que había por todo el lugar.

No era difícil saber sobre Yang Jeongin mirando el lugar en donde vivía.

Cuando se dió cuenta había pasado la última media hora revisando el hogar del menor, menor que aún no aparecía. Con un poco de duda se acercó hacia la cocina y evitando las miradas hostiles que le lanzaban los dos hombres frente a él preguntó en qué momento vendría Jeongin.

—Está descansando, no va a venir ¿Quieres café?

Eso lo sorprendió pero asintió y preguntó por el baño.

Luego de refrescarse la cara salió de nuevo al pasillo y logró ver dos puertas que supuso eran la habitación de Jeongin y una habitación de invitados.

No fue difícil saber cuál era la habitación de Jeongin. No cuando el silencio del departamento dejaba escuchar claramente los sollozos del menor al otro lado de la puerta.




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you ruined my life  [ jeongho ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora