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Las siguientes semanas se vieron poco, pero las citas que tuvieron fueron divertidas para ambos, en los titulares de las revistas salían los dos divirtiéndose en el parque o paseando a orillas del río.

Jeongin siguió con algunos contratos con marcas de ropa o entrevistas en revistas, comenzó a comer más y se veía mejor, más feliz, más animado. Las charlas con Minho cada vez eran más profundas, se estaban conociendo más y notaban lo compatibles que eran y lo bien que se llevaban.

La imagen de Minho en los medios era cada vez mejor, la gente había visto otro lado de él. Salieron otra vez los informes policiales de la época donde casi hace una transacción con mafiosos, y aunque en ese entonces la gente no lo había creído, ahora se daban cuenta de que en realidad Minho jamás hizo esa transacción. Ya no lo veían con mujeres de a montones, en cambio lo veían tomando helado con Jeongin y riendo en sus paseos. Pudo comenzar su colaboración con la familia Kim y estaba muy feliz por eso, era lo que siempre había querido, expandir su negocio a tal magnitud.

Ahora estaban los dos en la sala de Minho mirando una película cuando Jeongin habló.

—Minho, ¿debes hacer algo la siguiente semana?

—Hmm, más que el trabajo normal no tengo nada programado ¿por qué preguntas?

—Tengo que hacer un viaje —dijo, tímido—, a París. Me invitaron a un evento de moda y quería saber si querías venir conmigo. Serían cinco días en total.

—Me encantaría, Jeongin, podríamos pasear por allá también —dijo Minho con una sonrisa, realmente le emocionaba poder hacer un viaje así con Jeongin, se llevaban tan bien que le agradaba pasar momentos a su lado.

El contrato que tenían, para ese entonces, lo habían finalizado. Ya que todo fue con la finalidad de hacer el negocio con la familia Kim y al aclararse el estado de los negocios de Minho, no fue necesario que confirmaran su relación.

Lamentablemente, la imágen de Jeongin no era la mejor. Sí, se había aclarado que Lee no tenía negocios con la mafia, pero aún así Jeongin seguía siendo un Idol que había dicho en televisión nacional que estaba saliendo a citas con otro hombre. Mafioso o no, la gente no lo aceptaba, y por más contratos de moda que tuviera, eso no era suficiente para el menor. En su empresa le habían dicho que conversarían del tema una vez volviera de su viaje en París, y Jeongin no quería dejar pasar oportunidades una vez más.

Puede que no fuera lo mejor, pero unos días después, a un día del viaje a París, Jeongin decidió que no iba a esperar más. Llamó a su jefe y luego de cinco minutos estaba decidido. No quiso hacer algo extravagante, quiso por primera vez mostrarse tal cual era. Vistió un buzo negro unas tallas más grandes, su pelo un poco despeinado y los lentes que tanto le gustaban a Minho.

Tenía muchos pensamientos en su cabeza, la decisión que había tomado quizás no era la mejor, pero era lo que podía hacer por el momento. Quería dejar de sentir esa opresión en el pecho. Quería ser él mismo por cinco minutos.

Acomodó una cámara a la derecha de su piano, abrió su ventanal y con el atardecer de fondo prendió la cámara y se dispuso a grabar su canción, la canción que su jefe le había dado el permiso de sacar, la canción que él mismo había creado en su totalidad.

Bajó el archivo a su laptop y después de un par de arreglos, se fue a descansar.

(...)

Minho ya lo estaba esperando en el aeropuerto cuando arribó con su maleta y una sonrisa decorando su rostro, estaba emocionado.

—Te ves contento —le dijo Minho una vez llegó a su lado.

—Lo estoy —respondió, risueño—, sé que gracias a tus contratos me invitaron a esto, así que gracias Min.

Los ojos del mayor se iluminaron ante el apodo.

—¿Min? Entonces yo te diré Innie.

—Innie me gusta —dijo Jeongin, riendo—, ¿puedo pedirte un favor? —una vez que vió a Minho asentir, prosiguió— ¿podemos no revisar las redes sociales los días que estemos allá? Quiero hacer algo antes de irnos y no quiero saber qué dice la gente.

Minho lo entendía, Jeongin quería pasar un tiempo lejos de los malos comentarios y los rumores de las páginas de noticias.

—Está bien, Innie —le dijo mientras caminaban para ingresar al avión—, ¿no me dirás que harás?

—Aún no.

Y mientras estaban sentados, con Minho arreglando los últimos detalles de su trabajo desde su celular, Jeongin sacó su laptop y le dió a "publicar" aquella canción que grabó el día anterior. Una vez subida, guardó sus cosas y esperó que el avión comenzara a avanzar.

(...)

París era precioso, llegaron tres días antes del evento, por lo que pudieron hacer turismo en varios lugares. Fueron a restaurantes de renombre, Jeongin compró algunos recuerdos en las ferias que visitaban, hasta alcanzaron a ir al museo.

Jeongin se encontró con que se estaba divirtiendo realmente, e iba a extrañar esto. Por más que quisiera permanecer cegado, ya había notado lo enfermo por el contacto de Minho que estaba. No era la primera vez que corría a refugiarse en sus brazos, no era la primera vez que tenía esa sensación de protección mientras acurrucaba su cara en el pecho contrario. Y extrañamente, Jeongin no era así. Sí, había vivido su vida protegido bajo el ala de su familia, luego tuvo una sensación de confort y seguridad al lado de San, pero jamás fue dependiente. Supo resolver sus conflictos solo, salir adelante sin ayuda, sin necesitar derrumbarse en un hombro.

La gente a su alrededor solía tener ese falso ideal de que Jeongin necesitaba ser protegido, dejándose llevar por su aura aniñado, su aspecto angelical y su sonrisa soñadora, muchos se habían aprovechado de eso, aunque Jeongin estuviera muy lejos de la imágen que los demás tenían de él. Su familia se había aprovechado de su aire sumiso y su carácter de buen hijo para intentar alejarlo de sus sueños y encerrarlo en los planes de vida que tenían para él. San se había aprovechado de su bondad y su entrega desmedida para engañarlo y manipularlo a su antojo. Incluso Lee Minho lo había hecho, y lo había admitido frente a él, "te elegí por la imágen que transmites".

Y Jeongin estaba cansado.

Pero más que cansado, estaba asqueado de la forma en la que se había comportado últimamente. Si siempre supo resolver las cosas por su cuenta sin depender de nadie, sin necesitar ser socorrido como una dama en apuros, ¿Por qué corría a los brazos de Minho en cada oportunidad que tenía? ¿Por qué se permitía derrumbarse justamente frente a él?

Entendía que Minho era lo contrario a lo que él pensaba. Era incomprendido por la sociedad, había sido juzgado injustamente, hasta podía llegar a decir ahora -con toda seguridad-, que Lee Minho era un buen hombre. Pero no dejaba de sentir que era enfermiza la forma en la que se comportaba como un animal desesperado por cariño a su alrededor.

Y estaba mal, podía comprender a Minho todo lo que quisiera, pero no dejaba de ser cierto que ese mismo hombre que ahora recorría la ciudad del amor a su lado, lo había elegido injustamente a él para llevar a cabo un plan de negocios. Y Jeongin no le había hecho nada.

Por momentos sentía que estaba desarrollando algún tipo de síndrome de Estocolmo porque no podía sentirse tan bien envuelto en los brazos de quién había sido su verdugo.

Aunque entendiera sus razones. Aunque ahora comprendiera su actuar. No lo odiaba, ni le tenía rencor. Sólo quería volver a ser independiente, quería apagar esa voz en su cabeza que le rogaba tirarse a los brazos de Minho a pedirle que lo cuide, que lo cubra, que lo folle, que lo ame.

Minho no le daría nada de eso. Y Jeongin podía sentir que esta vez, la caída sería mucho más dolorosa.

Lee Minho agarró su mano para seguir caminando con él por un sendero, cuando vió a Jeongin hundido en sus pensamientos. Y Jeongin le sonrió.

Si Lee Minho notó que su sonrisa -otra vez- era forzada, no dijo nada.

























Yo había dicho que esto iba a durar como 25 capítulos
BUENO NO
va a durar unos 30 quizás

Pero tenganme paciencia
que mi bendición está empezando el año escolar
y me tengo que comportar como madre responsable y esas cosas

you ruined my life  [ jeongho ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora