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Minho agradece los semáforos en verde, la falta de policías en la calle y el poco tráfico que hay a esa hora del día, pues necesita llegar lo más pronto posible al departamento de Jeongin. Espera encontrarlo. Necesita encontrarlo. Lleva el celular en altavoz, llamando una y otra vez al número del menor y una y otra vez, se va al contestador.

¿Por qué Jeongin renunciaría sin dejarlo intentar arreglar las cosas? No llegó a proponerle dar una rueda de prensa para contar lo del contrato, no llegó a ayudar a Jeongin a salir del problema que él ocasionó. Y la presión en su pecho crece a pasos agigantados a cada kilómetro que se acerca a su destino.

La llave del departamento de Jeongin en su bolsillo pesa mientras sube el ascensor, piso por piso, cada vez pesa más. Está tan cerca, tan cerca de abrazarlo y besarle la frente, pero en vez del calor del cuerpo de Jeongin sobre el suyo, lo recibe un departamento vacío. Lleno de cajas en el piso, sin cuadros, sin los libros adornando cada espacio, sin ese calor hogareño que sólo Jeongin parecía ser capaz de lograr.

Mientras se adentra a pasos lentos, puede ver mejor el panorama. Ya no están los legos regados en el recibidor ni las plantas aromáticas en la cocina. Todavía hay cajas abiertas que no fueron llenadas en su totalidad, mientras que hay ya muchas selladas en un costado. Y a cada paso, Minho recuerda cada momento pasado en ese espacio. El mal trato que le brindó a Jeongin desde el inicio, la vez que lo encontró luego de un ataque, la vez que lo acurrucó en sus brazos luego de que su ex novio terminara de arruinarlo.

Y ningún momento, en ese departamento tan lleno de vida, tan lleno de la esencia de Jeongin, parecía feliz.

¿Realmente él había llenado ese lugar de miseria, llantos y gritos?

Pero también recuerda su charla con Jeongin en el sillón, la noche que durmieron juntos, acurrucados y calientes bajo las mantas, la respiración de Jeongin contra su pecho, el desayuno que compartieron.

¿Podía ser egoísta y guardar esos recuerdos como algo preciado?

—Oh… hola —escuchó, y miró hacia las escaleras, en dónde Jaebeom bajaba con una caja—, no sabía que estabas aquí.

—Jeongin no está, ¿Cierto? —preguntó, derrotado.

—Lo siento —respondió Jaebeom—, siéntate, por favor.

A Minho no le quedó otra que obedecer, sólo quería respuestas, así que se sentó.

Jaebeom apareció cinco minutos después con dos tazas humeantes de café y se sentó frente suyo.

—Le pedimos a Jeongin que te dijera —comenzó—, pero no le gustan las despedidas, ¿Sabes?

—Yo… yo podía solucionarlo. Quería decirle- quería proponerle salir a decir la verdad, decir lo del contrato, quizás eso solucionaría las cosas —Minho suspiró y pasó su mano por su cabello—. Podría buscarle otra empresa, ayudarlo a comenzar otra vez, si yo digo la verdad la gente dejará de pensar que es gay, puedo-

—¿Sólo viste la canción? —Jaebeom lo interrumpió.

Minho asintió, asustado. ¿Había más?

—Su ex, Choi San, se creó una cuenta en redes sociales y subió básicamente toda su relación con Jeongin, con fotos, pruebas y todo —Minho tragó en seco, no había visto nada de eso—. Aún si dijeras toda la verdad no vale de nada luego de lo que Choi hizo.

—Puedo solucionarlo —repitió Minho—, demandaremos a Choi, borraremos la cuenta y todo lo demás, va a costar pero-

—Minho… —dijo una voz tras suyo, Minho giró su cuerpo para verlo— ya no hay vuelta atrás.

you ruined my life  [ jeongho ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora