Capítulo 5

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— ¡Ay Dios! ¡Qué torpe soy! – exclamo para luego ocultar mi rostro entre las sabanas de mi cama, ni siquiera viendo mis caricaturas favoritas la vergüenza quiere desaparecer de mis mejillas sonrojadas ni de mi mente.
— ¿Por qué no enviaste a un tiranosaurio rex a comerme? – interrogo al Todopoderoso – Me hubieras evitado la pena y la escena ridícula que hice con el Señor Jeon –

Desde que llegue a casa realmente lo único que hace mi subconsciente es recordarme lo torpe que soy y que fui.

La cosa es esta, luego de que Jeon Seol me suplicará que entrará al auto para que pudiera llevarme a casa y que el Señor Jeon ni siquiera se molestará en oponerse a la proposición de su hijo, ingrese al auto, desde ahí todo muy bien, no actué como estúpido y me sorprendía porque regularmente siempre actuaba como uno, cante victoria antes de tiempo.

El auto del Señor Jeon era sorprendentemente grande a pesar de no ser una limosina, realmente me arrepiento de no haberle prestado atención a mi papá cuando comenzó a explicarme hace unos años sobre como diferenciar cada tipo de auto por año, marca y forma, lamentablemente solo podía diferenciarlos en que existían autos grandes, medianos y pequeños, los autobuses, motocicletas, bicicletas, limosinas, camiones, pero saber ¿Qué tipo de auto era este? Imposible.

Los asientos eran cómodos, asiento de piloto y copiloto en la parte delantera, en la parte de atrás donde íbamos, había cuatro asientos grandes, uno enfrente de otro, no había alternativa, o ibas a lado o lo mirabas de frente y yo no sé porque se me ocurrió que sería buena idea sentarme en ese asiento al que ahora detestaba, ver al Señor Jeon de frente por todo el recorrido hacia mi apartamento fue… ¿Escalofriante? Bueno… creo que esa no es una buena definición, pero al mismo tiempo lo es.

En fin, pude haberme sentado a la par de Jeon Seol o frente a él, pero no, don “tonto” quería estar sentado ahí porque disque estaba la ventana, ¡había otra maldita ventana del otro lado!

El semáforo de la primera avenida casi cerca de mi apartamento necesitaba diversión, yo lo sé y también aprendí a usar el maldito cinturón de seguridad de la parte trasera, consejo de supervivencia cuando viajes en el auto de tu jefe ¡Ponte el estúpido cinturón!

Sea lo que sea, el chófer del Señor Jeon freno de manera rápida y brusca haciendo que me tambaleara de mi asiento y cayera encima del Señor Jeon.

¡Madre mía!

Regla #06 “Nunca toques al jefe y mucho menos al Señor Jeon…

¿Por qué me sucedían estas cosas?

Aún recuerdo la mirada fría del Señor Jeon sobre mi haciendo que mi cuerpo vuelva a estremecerse, a pesar de querer intentar ponerme de pie y levantarme para volver a mi asiento mis piernas no se movían, mis manos se quedaron quietas en las piernas del Señor Jeon, mis rodillas en el suelo del vehículo y mis ojos fijos en los suyos como si estuviese hipnotizado por ellos, los ojos del Señor Jeon siempre han llamado mi atención, es como si… en ellos estuvieran escondidos todas las respuestas de los misterios del mundo.

— ¡Señor Kim! ¿Se encuentra usted bien? – la dulce voz de Jeon Seol aun se escucha claramente en mis recuerdos de lo sucedido hace no menos de 3 horas, mi tonto asentimiento de cabeza para responderle a Jeon Seol me tiene aun con ganas de golpearme la cabeza contra la pared.

— Ten cuidado la próxima vez Kim – es lo primero que dice el Señor Jeon con su tono neutral, él extiende sus manos para que yo las tome y así poder ayudarme a reincorporarme en mi asiento, sus manos sostienen las mías, esa sensación electrizante vuelve a invadir mi cuerpo ante su toque — Abróchate el cinturón – dice mientras se asegura a que este correctamente sentado para luego acercarse a mí y ponerme el cinturón de seguridad — estas calles están en muy mal estado… es obvio porque la gente que vive por estos sitios no tiene un buen municipio para que arregle las calles – habla — Jeon Seol también ponte el cinturón – ordena de manera demandante, Jeon Seol rápidamente acata la orden colocándose el cinturón de seguridad, el Señor Jeon sigue colocándome el mío, cuando se asegura de que esta correctamente puesto, uno de sus dedos roza mí cadera haciéndome estremecer, me mira un segundo y luego retrocede para sentarse de nuevo correctamente y colocar su cinturón como si no hubiese hecho nada.

Señor JeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora