Capítulo 9

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¿A cuántos santos les debo rezar para encomendar mi alma del monstruo que tengo frente a mí?

Bueno que tengo a un lado de mí.

- Usaste el auto de Seol para llevarlo a la escuela -el Señor Jeon ríe - ¡Guau! No recuerdo haberte dado autorización para que pudieras tomarlo prestado - dice mientras acelera

- Ah, Señor Jeon... - inicio mientras me aferro con fuerza al borde del asiento del copiloto y busco en las orillas algún candado para ponerlo en mi cinturón y asegurarlo mejor - Creo... creo que ha habido algún malentendido- digo -

- ¿Una equivocación dices? - interroga de manera burlona mientras sigue acelerando, ¡Dios mío! Mi alma se saldrá de mi cuerpo si sigue así - Oh Kim, sigues sin seguir las putas normas - habla - ¿Por qué me llevas la contraría? ¿Acaso necesitas una lección para que no lo hagas?

- No Señor Jeon - susurro mientras mantengo los ojos cerrados, me da miedo la velocidad y este hombre conduce como un demente solo porque "tome" el auto de su hijo sin permiso.

Aclaremos unas cosas:

A) Nunca tome el bendito auto, ni siquiera sabia que existía.

Pensándolo bien, debo revisar de nuevo las emisiones de facturas y gastos de los meses de enero y marzo porque nunca me di cuenta de que el Señor Jeon gastará más de los 30 millones de wons autorizados por semana, ni los 5 mil millones de dólares por mes.

B) Nunca tome el bendito auto, lo conducía el chofer de Jeon Seol, ni siquiera sé conducir... y eso me avergüenza de la peor manera posible.

Por cierto, espero no olvidar revisar cuanto le paga el Señor Jeon porque no tenía idea que Jeon Seol tenía chofer

¿Ya había mencionado que ni siquiera sabía que Jeon Seol tenía un auto?

C) ¡NUNCA TOME EL BENDITO AUTO!

- Abre los ojos Kim ¿crees que voy a chocar o algo por el estilo? - consulta sin apartar la vista del camino ni dejar de aumentar la velocidad.

Niego con la cabeza

- Sé que no va a chocar - digo sin abrir los ojos - Pero me da miedo la velocidad, por favor, se lo suplico ¿Puede bajar la velocidad?

Escucho una risa ahogada del Señor Jeon, ronca y con un tono más bajo de lo habitual

- ¿Trauma con la velocidad? - interroga - Vamos, dime cariño ¿Quién te hizo tanto daño? - se burla

Trago duro antes de abrir los ojos, siento el aire chocar contra mi cara y mi cabello se alborota con el viento, trato de cerrar la ventana, mis oídos se están tapando por el aire que se cuela de la ventana, mis manos tiemblan, siento que voy a morir de un paro cardíaco.

- Una norma más para el contrato que fuiste tan amable en firmar - inicia el Señor Jeon - Viajaras conmigo en MI maldito auto y no tocarás el de Seol de nuevo ¿comprendes?

- Pero Señor Jeon, yo no toque el auto de Seol - inicio explicando - Lo juró, ni siquiera sabía que Jeon Seol tenía un auto, muy bonito por cierto, - divago un momento - Pero no lo toque

- ¿Tratas de engañarme ahora? - — Sé que tú lo condujiste ¡MALDITA SEA! - grita exasperado mientras golpea el volante con sus manos

Bueno... pero ¿Por qué tanto alboroto por un auto?

- Yo no lo conduje

- Claro que lo hiciste tú

- No Señor Jeon, lo juro por mi vida y la vida de mi hermana, nunca lo toque, bueno, lo toque pero porque iba sentado en la parte trasera del auto junto con Seol.

Señor JeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora