Emily cree que Connor es todo lo que necesita en la vida para ser feliz: guapo, inteligente y rico. Lo único malo es que, ese chico que cree que es perfecto, no la mira ni dos veces seguidas. Al menos, no hasta que Liam se interpone entre ellos. La...
No me lo puedo creer, 1000 visualizaciones con solo 11 capítulos es un nuevo récord para mí, y estoy súper emocionada y feliz.
Así que en agradecimiento con todos vosotras, por vuestras lecturas, votos y apoyo, os regalo un nuevo capítulo. Espero que os guste y lo disfrutéis, hoy tenemos dos puntos de vista en un mismo capítulo.
¡Gracias por leer!
|Besos de vaca🐮💚
Mar.
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|LIAM
Entre el contrato con Emily, mi abuela, las clases y la pequeña entrevista que tenía que hacer para que me admitieran en la agencia de modelos de Kate, estaba de los nervios. Lo único que conseguía relajarme era el fútbol, pero ni siquiera eso me había ayudado esa tarde. El entrenamiento había sido duro y un fiasco total, el entrenador no había parado de gritarnos.
Mañana tenía una prueba de modelaje con Kate a la 1:00 del mediodía, les había dado mi foto y les había gustado, por lo que mi estrés estaba a niveles altos cuando Evan y yo volvíamos juntos a nuestro piso con mi coche al terminar el entrenamiento.
Justo cuando estábamos cogiendo nuestras bolsas de deporte del maletero me saltó una llamada en el móvil. Fruncí el ceño.
—Ves tirando Evan, voy a coger aquí la llamada.
—¿Todo bien?
—Eso espero —susurré cerrando el maletero de un golpe. Evan me hizo un asentimiento con la cabeza antes de dejarme a solas.
Mi madre me estaba llamando y mi corazón saltó preocupado. Ahora que mi abuela estaba así de mal, ¿iba a estar asustado con cada llamada? Sin querer darle vueltas contesté.
—Hola mamá, ¿qué pasa?
—Hola hijo, ¿cómo vas?
Su voz sonaba rara.
—Bien, acabo de salir del entreno. ¿Va todo bien?
—Sí, sí todo bien.
—¿Seguro? ¿La abuela está bien? —insistí.
—Tan estupenda como siempre.
Hubo unos segundos de silencio tenso.
—¿Y q-qué te cuentas de nuevo? —preguntó antes de carraspear.
Fruncí el ceño. ¿Qué me contaba de nuevo? Solíamos hablar de vez en cuando por teléfono y nos contábamos cómo nos estaba yendo, pero su voz titubeante y más aguda de lo normal me indicaban que estaba nerviosa. Empecé a preocuparme de que realmente sí ocurriera algo con mi abuela. Corté de raíz.
