8| EMILY

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No sabía cómo Liam había conseguido mi número de teléfono, pero la noche anterior me escribió un mensaje de texto citándome esta mañana en el Coffee Place. Desde fuera lo podía ver apoyado con los codos en el mostrador y las piernas cruzadas mirando su teléfono. Cogí aire preparándome para ese momento, no sabía muy bien a qué me enfrentaba, pero sí sabía que no me rendía fácilmente y no pensaba salir de ahí sin convencerlo de que me ayudara.

Al abrir la puerta, el sonido de la campana anunció mi llegada y automáticamente Liam levantó si mirada. Lo saludé torpemente con la mano, él me dio una de sus sonrisas ladeadas, aunque parecía algo incómodo.

—Buenos días muñeca.

Evité rodar los ojos ante su mote. ¿Iba a llamarme así siempre?

—Buenos días. ¿Has pedido?

—No, te estaba esperando. ¿Qué quieres?

—Un chocolate caliente.

Arqueó una ceja.

—¿No prefieres un café?

—No me gusta mucho, demasiado amargo.

Sonrió.

—La muñequita es pura dulzura.

—Exacto.

Se rio entre dientes antes de pedir un cappuccino con extra nata y caramelo para él y un chocolate caliente para mí. Pagamos cada uno nuestra bebida y nos sentamos en uno de los sitios libres.

—Lo haré —dijo sin más antes de pasar un dedo por la nata y chupárselo.

Joder, eso había sido excitante. Mis partes de chica se activaron ante ese movimiento. Me removí algo inquieta con lo que además estaba diciendo.

—¿Qué harás? — pregunté provocándolo un poco. Había sido demasiado fácil.

—Te ayudaré con el principito.

Estaba empezando a odiar sus motes, pero sabía que decírselo solo lo alentaría más a seguir fastidiando.

—¿Por qué has cambiado de opinión?

—Necesito el dinero.

Dinero. Podía hacer eso.

—¿Cuánto? ¿100 dólares? ¿200?

—3000.

—¿Estás loco? No voy a darte 3000 dólares.

Pero qué se creía este, ¿que era un banco? Pedir tal cantidad era pasarse de la raya. Liam se quedó en silencio mirándome. Dio un sorbo a su café lentamente mientras lo fulminaba con la mirada, sin embargo, él solo me dio una sonrisa ladeando su cabeza.

—¿Cuánto vale tu felices para siempre con el principito?

Eso era un golpe bajo. Calculé rápidamente los pros y los contras. Por una parte, sí tenía ese dinero ahorrado. Era algo mezquino pedir tanto para solo ayudarme en algún momento para poner celoso a otro chico, pero, por otra parte, si salía bien tendría a Connor para siempre. ¿Qué eran 3000 dólares comparado con todo lo que podía ganar? Estaba tan obsesionada que no lo pensé mucho.

—Hecho.

— Y lo quiero por adelantado.

—Ni hablar. Puedo pagarte una primera mitad, la otra la recibirás cuando terminemos y hayas hecho bien tu trabajo.

—Está bien —aceptó a regañadientes.

—Pero vamos a hacer un contrato.

—¿Un contrato? ¿No es eso muy de niños? Somos mayorcitos.

¿Princesa o muñeca? (Serie «Solo tú II»)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora