|EPÍLOGO

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Abrí la puerta de mi piso y lo que vi me dejó con la boca abierta.

—¿Pero que llevas puesto? —pregunté.

—He alquilado un esmoquin. ¿Voy mal?

Pestañeé varias veces ante la imagen de Liam vestido con un esmoquin clásico. ¿De dónde había sacado eso?

—No cielo, estás muy guapo, pero... ¿por qué lo has hecho? —me reí.

—Joder muñeca, estoy muy nervioso. Pensé que así causaría buena impresión.

Me reí todavía más.

—Liam no tienes que hacer nada para causar impresión, quiero que seas tú mismo.

—Joder, ahora me siento ridículo.

Volví a reírme. ¿Como se le había ocurrido eso?

—¿De qué os reis? —preguntó Andrew que salía a la espalda de mi mejor amiga de su habitación. Me aparté un poco para que vieran a Liam.

Mi novió me asesinó con la mirada.

—No sabía que tenías compañía —añadió Liam entre dientes.

—¡Qué guapo Liam! ¿Vais a una boda? —preguntó Noa mirándome con una ceja en alto.

—No, aquí el chico brillante pensó que estaría bien ir con esto para conocer a mis padres.

Noa y Andrew se empezaron a reír a carcajadas.

—¿No podías mentir? —gruñó Liam—. Podrías haber dicho que íbamos a la boda de tu prima. ¡Joder muñeca, Andrew va a torturarme con esto!

—Ni que lo digas. Sonríe —dijo sacando el móvil. Liam le sacó el dedo del medio en el mismo momento que hizo una foto.

—¿Estás nervioso? —le preguntó Noa con una sonrisa dulce. Andrew la cogió de la cintura y la puso delante de él en un abrazo.

—Mucho —susurró mi novio. —¿Algún consejo?

—Lo siento tío —dijo Andrew—, traje a mis suegros cuando mi chica estaba en el hospital, no creo que puedas superar eso. Me aman, soy su héroe.

—Wow Andrew, solo wow —murmuró Noa—. Tu ego está más grande que nunca.

Andrew le dio un pequeño y dulce beso en su cuello.

—Venga cariño, sabes que es cierto. También soy el tuyo, te traje a tus padres.

Andrew guiñó el ojo, Noa rodó los suyos. Yo miré a Liam con los brillantes y no pude evitarlo. Empecé a reír de nuevo.

—Vamos muñeca, deja de reírte —suplicó Liam.

—Escucha cielo, te agradezco que intentes esto, sé que le has puesto entusiasmo, pero ellos no se lo merecen. Quiero que seas tú mismo, siempre.

Sin dejar de reír le quité la corbata y la americana, lo lancé todo al sofá. Le desabroché los primeros botones o pensé que se ahogaría. Lo repasé entero. Así mejor.

—¿Tienes unas deportivas en el coche? —le pregunté.

—Sí.

—Bien, necesitas cambiarte los zapatos, anda vamos antes de que lleguemos tarde.

—Adiós, tortolitos —canturreó Noa mientras me ponía el abrigo.

—Buena suerte colega —dijo Andrew.

—Gracias tío.

Cerramos la puerta, pero volví a abrir. Andrew y Noa se separaron de golpe. Joder, hacía solo un segundo que habíamos salido y ya se estaban enrollando. Andrew seguía con la mano en el culo de mi mejor amiga. Sonreí.

¿Princesa o muñeca? (Serie «Solo tú II»)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora