21| EMILY

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La puerta estaba abierta.

Lo jodida puerta de nuestro piso estaba medio abierta y mi piel de gallina me decía que no había sido Noa quién se la había dejado así. No entendía sobre robos, pero se podía ver claramente que habían forzado la cerradura de la puerta. Con el corazón desbocado la abrí del todo y miré en el interior.

Nada.

No había pasado nada, estaba todo tal cuál lo habíamos dejado, y aun así no me atreví a meter un pie dentro.

Sin perder tiempo cogí el teléfono que tenía guardado en el bolso y llamé a la policía antes de avisar al guardia de la residencia que siempre se encontraba en el piso inferior. ¿Para qué teníamos un guardia de seguridad si aun así podía entrar cualquiera en nuestro piso?

El pasillo se volvió caótico en menos de media hora. Todos los estudiantes pasaban lentamente por delante de nuestro piso intentando descifrar lo que estaba pasando. Dos policías se encontraban dentro hablando con el guardia de seguridad cuando Noa apareció de repente. Estaba con Andrew y no quería preocuparla por lo que no la había avisado, pero por la cara que estaba poniendo, quizás debería haberlo hecho.

Una mujer, envidada por los del seguro, estaba comprobando la puerta. Una vez terminó, se enderezó y se acercó a nosotras que esperábamos en el pasillo a que alguien nos dijera algo.

—Ya está todo notificado, no os preocupéis, mañana por la mañana vendrá el cerrajero y os cambiará la cerradura. También os dará un par de llaves nuevas. Les he dado vuestro contacto, seguramente se ponga en contacto con alguna de vosotras antes de venir.

—Gracias —le dijo Noa dándole la mano. Acto seguido, repetí su movimiento.

—Sí, gracias.

—No hay de qué. Mi trabajo aquí ha terminado.

Dicho esto, se fue dejándonos con los agentes, que ahora estaban escribiendo algo en un bloc y también con el hombre de seguridad que estaba de brazos cruzados esperando algo.

Una vez nos dejaron entrar, pudimos revisar en nuestras habitaciones a ver si faltaba algo. En la mía no había nada fuera de su lugar. Busqué cada rincón: donde guardaba mis joyas, era lo más caro que poseía, y el dinero. Pero ni si quiera faltaba el portátil Apple que estaba encima de mi escritorio a simple vista, así que las joyas y el dinero estaban intactos en su lugar.

¿Era alguien solo dándonos un susto? ¿O tal vez es que no les había dado tiempo a robarnos e iban a volver?

Tanto Noa como yo salimos de nuestras habitaciones mirándonos inseguras y vulnerables. Por lo visto, a ella tampoco le habían quitado nada.

—Señoritas, ¿tenéis algún sitio donde quedaros esta noche? —preguntó uno de los agentes que nos había hecho esperar fuera. El otro estaba interrogando de nuevo al hombre de seguridad del edificio.

—Pues... —murmuró Noa pensativa. En ese momento se la veía más decaída y confusa que a mí, y eso era decir mucho.

—Podríamos preguntar a algunos amigos —respondí rápidamente.

—Sería lo mejor, no os recomiendo pasar aquí esta noche. Cerraremos esto bien para que nadie pueda entrar. Coger un par de cosas que necesitéis hasta que cambien la cerradura y podáis volver.

Las dos asentimos.

—Voy a llamar a Jess —musitó mi amiga buscando su contacto antes de ponerse el móvil en la oreja.

Yo, rápidamente le escribí un mensaje a Liam explicándole que nos habían entrado a robar. No sabía por qué tenía la necesidad de contárselo, nos habíamos hecho amigos y pensaba que tenía todo el derecho a saberlo.

¿Princesa o muñeca? (Serie «Solo tú II»)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora