1| EMILY

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El aula de derecho civil era enorme. Éramos tantos alumnos que era necesario realizar la clase en el auditorio, pero tenía que reconocer que a mí me encantaba. Por quinta vez en menos de dos minutos, volví a mirar de reojo por encima de mi hombro. Unos asientos más atrás a la izquierda estaba Connor, sonriendo mientras hablaba con Henry, un compañero de clase. En ese mismo instante sus ojos dorados chocaron con los míos, por lo que di un respingo poniéndome recta en cuanto me pilló.

-Tía -suspiró Caleb a mi lado negando con la cabeza-, disimulas como el culo.

-Lo sé -lloriqueé tapando mi cara con las manos avergonzada-, no puedo evitarlo.

Tenía un flechazo por Connor desde la primera vez que lo vi el primer año de carrera. Era lo que mi madre diría: el hombre perfecto.

No solo por su cabello rubio perfectamente peinado y por esos ojos color miel que vuelven locas a todas las chicas, sino por la confianza en sí mismo y su inteligencia. Que viniera de buena familia solo lo hacía la guinda del pastel. Connor era, sin duda, un partidazo.

Desde que le hablé a mi madre sobre Connor solo me escribía para preguntarme si había conseguido ya una cita con él. Teníamos ciertas diferencias que provocaban enfrentamientos muy a menudo entre nosotras, pero hablar de chicos, ropa y manicura siempre nos había unido.

Connor no había sido la excepción.

La clase empezó y pocos minutos después apareció Marlene con las mejillas encendidas.

-Mierda, llego tarde -susurró sentándose a mi otro lado-. ¿Me he perdido algo?

-Nada interesante -resoplé apoyando el codo en la mesa mientras sujetaba mi mejilla con la palma de mi mano.

-Menos mal.

-En realidad -murmuró Caleb agachándose desde el otro lado del asiento para poder verla por delante de mí-, te has perdido a Ems babeando por Connor.

Le di un codazo en las costillas junto a una mirada asesina.

-Eso lo hace todos los días -respondió Marlene con una sonrisa ladeada-. Quería saber si me he perdido algo nuevo.

Me giré hacia ella haciéndole que callara también con mi mirada. Volví mi vista hacia la pizarra, no sin darme cuenta antes que ambos fruncieron los labios escondiendo una sonrisa.

Marlene y Caleb eran mis mejores amigos de la carrera de derecho, el primer día de universidad nos sentamos juntos y así ha sido hasta el día de hoy. Caleb con su cabello castaño-rojizo y cuerpo robusto, Marlene con su corte por encima del hombro de color negro y siendo tan bajita, y yo con mi melena larga rubia y siendo tan alta, éramos sin duda una combinación de amigos sorprendente e insólita.

Les gustaba meterse conmigo por mi gran y estúpido enamoramiento, pero tenían razón en todo, me pasaba la vida prestando atención a ese chico que ocupaba mi mente todo el día y luego me visitaba en sueños por las noches.

Era tan precioso que dolía a la vista. Sabía que ahora mismo no tenía novia y yo me moría de ganas de poder serlo. Era guapa, educada y con estilo. Veníamos del mismo mundo así que, ¿por qué parecía que no sabía de mi existencia? Juraría que eso era real, si no fuera porque hacíamos un trabajo juntos ese semestre.

-Odio ese estúpido trabajo que nos obligan a hacer -se quejó Caleb una vez terminamos la clase. El profesor nos había recordado que tenemos que entregar el resumen del proyecto la semana que viene. Era un trabajo importante, defendiendo un caso real que tendríamos que presentarlo en una exposición justo antes de las fiestas de Navidad, y el profesor había hecho una lista eligiendo quién era nuestro compañero de forma aleatoria.

¿Princesa o muñeca? (Serie «Solo tú II»)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora