Emily cree que Connor es todo lo que necesita en la vida para ser feliz: guapo, inteligente y rico. Lo único malo es que, ese chico que cree que es perfecto, no la mira ni dos veces seguidas. Al menos, no hasta que Liam se interpone entre ellos. La...
Como dije en mi tablero, no pude publicar el viernes anterior y prometí recompensaros esta semana. ¡Atención porque hoy tenéis doble actualización!
Espero que os guste. Disfrutad de la lectura.
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|EMILY
Estaba de los nervios. ¿Por qué estaba tan nerviosa? Ni idea. Solo era Liam, ¿no? La cuestión era, ¿por qué me había pedido una cita? ¿Y por qué me emocionaba y me estresaba al respecto? ¿No me había convencido de que era Connor lo que quería?
Durante esta semana no había visto prácticamente a Liam, sin embargo, Connor y yo habíamos tenido una cita y un par de encuentros. Lo había pasado muy bien, pero no podía quitarme de la cabeza que Liam me había pedido una cita. ¡Una de verdad! ¿No me había dicho que no tenía citas?
Al salir de la habitación me encontré con Noa, entrando por la puerta, al lado de Andrew.
—¡Vaya Emily! —exclamó mi amiga antes de cerrar la puerta—. ¡Estás muy guapa!
—Sí, muy guapa —afirmó Andrew asintiendo.
—Gracias.
Miré hacia mi conjunto, solo llevaba un vestido ajustado y mis botas altas de tacón. Era bastante sencillo en comparación con lo que solía llevar.
—¿Tienes una cita con Connor? —preguntó Noa mientras Andrew se acercaba a la nevera y cogía una cerveza y una botella de vino como si estuviera en su propia casa. Noa me miraba expectante al devolverle mirada.
—Sí, una cita —contesté sintiendo una punzada de dolor por mentirle a mi mejor amiga.
—¿Dónde va a llevarte esta vez?
—No lo sé, es una sorpresa.
Eso era verdad. Liam no me había querido decir dónde íbamos a ir a cenar, esa intriga me había matado ya que me había costado mucho decidir qué ponerme. ¿Y si lo que llevaba no era adecuado para el sitio dónde íbamos?
—¿Viene hasta aquí arriba a buscarte? —preguntó Andrew sentándose en el sofá al lado de Noa y tendiéndole una copa llena de vino antes de darle un trago a su botellín de cerveza. Ahora sabía por qué había tantos de ellos en la nevera cuando Noa y yo siempre habíamos sido más de vino—. Puedo darle la charla si quieres.
