1.Hallowen en una casa abandonada

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Cada mentira que dices,
es una deuda
que tarde o temprano
tendrás que pagar

Laura Arribas



31 de octubre, no hace falta decir más para saber lo que se celebra hoy, Halloween.

La fiesta que más me gusta de todo el año. Es que a quien no le puede gustar Halloween. Haber muchos prefieren navidad por los regalos, otros preferirán carnavales, pero sin duda yo prefiero Halloween. Simplemente es increíble quedar con tus amigos disfrazados, (o no) ver películas de terror, hacer comida con temática de Halloween. No hay nada mejor.

Y encima, yo que soy una friki de vampiros, hombres lobos, sirenas...
Antes de que me digáis que soy una friki de mierda, quiero decir que ya lo sé, no me afecta en nada. Pero es que criarse con una abuela que dice ser "bruja" y estudia cualquier cosa paranormal o de fantasía que encuentra en sus libros viejos y te cuenta historias de seres mitológicos. Pues al final te acaba gustando todo ese rollo.

Estoy ahora mismo preparando mi mochila por qué he quedado en una casa abandonada donde dicen que desapareció un hombre. Nos puede pasar algo malo, puede, me la pela, también. Halloween es para vivirlo con emoción. En realidad, no quiero ir, por qué soy bastante miedica, pero no quiero quedarme en mi casa sola con mi abuela y que mis amigos mientras tanto estén pasándoselo bien o cagaos de miedo. Pero si cae uno caemos todos, así que toca sufrir con ellos.

Meto un libro al azar de la estantería de mi abuela (libros de brujas básicamente) para poder leer cosas que den mal rollo con mis amigos. Tenía pensado traerme una linterna pero creo que la linterna del móvil sirve, una manta por si tenemos frío, palomitas echas, refrescos y...

—Cariño, te he preparado un pastel de calabaza y unas galletas para tus amigos.—Dice mi abuela de la nada apareciendo en mi cuarto y haciendo que esconda lo último que me faltaba por meter en la mochila, ya que si lo ve me mata

—Gracias abuela, déjamelo en el pasillo, al lado de la puerta para que no se me olvide

—Está bien cielo, ¿vais a venir luego a dormir a casa o quedareis en casa de alguien a dormir? Lo digo por si esperarte despierta — Termina de preguntarme para dirigirse a la entrada a dejar la bolsa con las cosas.

Esto hace que respire aliviada y guarde corriendo en la mochila lo que le he cogido sin su permiso, Una piedra morada. Bueno, para ser más específicos una amatista. Para que necesito eso, pues por qué Venus me la ha pedido para verla. Como también le gusta ese tipo de cosas pues me pidió que se lo enseñase. Le pedí permiso a mi abuela la primera vez y no acepto, así que toca por las malas. Sé que está mal pero es solo un ratito de nada y me he prometido cuidarla como si mi vida dependiera de ella, a un que hablando de que lo he tomado prestado de mi abuela. Sí, mi vida depende de esa piedra.

Me levanto para coger el disfraz. Y como no, voy de vampiro. Es que los vampiros de los libros son tan AHHH. Son demasiado sexys. Me dirijo a mi armario y agarro el disfraz era un vestido gótico de estos antiguos con un poco de escote ya que si le pongo mucho se me ve el poco pecho que tengo y no queremos eso.

Para terminar agarro unas botas no muy grandes pero si con bastante plataforma ya que no me gusta que se vea que mido 1,60, y para acompañar este increíble disfraz le añado, accesorios, como una capa, y unos colmillos que compré en la farmacia (bastante caros por cierto, pero así me duran). Y con todo esto en la mano lo llevo al baño para ponérmelo al salir de la ducha.

Al acabar de ducharme agarro la ropa y me la pongo. A continuación salgo del baño y bajo hasta el salón para despedirme de mi abuela y de mi conejo panzón, Canelo. Su nombre lo puso mi abuela por su color a la canela que tiene, y así se llamaba Canela, pero cuando lo llevamos al veterinario resultó tener huevitos por lo que le cambié la "a" del final por la "o".

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