Sin poder controlar la furia que me consumía, una energía extraña y oscura comenzó a surgir alrededor de mí. Mis pensamientos se centraron en Axel, en la pérdida, en el vacío que dejaba en mi vida. Fue entonces cuando un resplandor violáceo surgió de mis manos, y detrás de mí se abrió un portal.
El rugido del portal se intensificaba, una mezcla de viento feroz y un vacío oscuro que parecía expandirse a cada segundo, tirando de todo a su alrededor, incluyendo a mí. Sentía su fuerza con cada respiración, una presión que pesaba en mi pecho y que me helaba la sangre. No había manera de que me girara para enfrentar esa cosa, pero aun sin verlo, podía sentir la negrura morada y la intensidad desgarradora que surgía de él.
Mis piernas temblaban, ancladas al suelo, como si mi cuerpo estuviera atrapado entre el miedo y la desesperación, cada parte de mí deseando escapar y, al mismo tiempo, sin poder moverse. Los gritos de mis amigos me arrancaron de mi trance y, con un esfuerzo casi sobrehumano, logré enfocar mi vista. El portal los había absorbido uno a uno, como un monstruo voraz que no se detenía. Primero, vi a Skye y a Luke ser arrastrados hacia la negrura; sus rostros llenos de terror mientras intentaban resistir la succión.
—¡No! —grité, pero mis palabras se perdieron en el vendaval que generaba esa cosa.
Jaxon fue el siguiente. A pesar de su fuerza, no podía con la potencia de aquel portal, y apenas pude verle la cara antes de que se perdiera en la oscuridad. Intentó alargar una mano hacia mí, y su expresión desesperada quedó grabada en mi memoria como una puñalada. Se desvaneció antes de que pudiera hacer algo, y la sensación de impotencia me quemaba.
Violet, que estaba junto a mí, intentó aferrarse a mi brazo. Sentí su miedo, su desesperación, su resistencia, pero el portal era implacable. Su agarre en mi brazo se aflojó poco a poco hasta que ella también fue arrastrada al abismo.
—¡MAX!
El portal rugía detrás de mí, atrayéndome con una fuerza imparable. Podía sentir cómo el vacío me arrastraba cada vez más, pero yo me resistía, desesperada, aferrándome con toda la voluntad que me quedaba. Frente a mí, Keira corría, extendiendo su mano, tan cerca y, al mismo tiempo, tan lejos.
—¡Max, agárrate! —gritó, su voz casi ahogada por el ruido del portal.
—¡Keira, no puedo! —Mi voz sonaba rota. Sentía mis pies deslizarse poco a poco, perdiendo el suelo bajo ellos—. ¡Por favor, Perdóname!
Ella estiraba su brazo lo más que podía, y yo hacía lo mismo. Pude rozar la punta de sus dedos, pero el portal me jaló con más fuerza y, de pronto, mis dedos perdieron contacto con los suyos.
En ese instante, el tiempo pareció detenerse. Sus ojos estaban llenos de terror, y los míos, de impotencia. Supe que iba a desaparecer.
—¡No te vayas! —gritó ella, dando un paso adelante en un último intento.
—Debi ser yo y no Axel… —fue lo único que pude decir, antes de que el portal me arrastrara por completo, arrancándome de su lado y cerrándose detrás de mí, dejándola sola.
Aparecimos en la misma habitación oscura y polvorienta donde todo esto comenzó. Reconocí las paredes desgastadas y el aire denso, cargado con un olor a antigüedad y olvido. La casa abandonada. La misma donde, tiempo atrás, había intentado quitarle la amatista a Venus en medio de su ritual. Pero ahora no estaba sola. Al mirar a mi alrededor, vi que estábamos todos: Jaxon, Luke, Skye, Violet... incluso los que no pertenecían al mundo humano.
Era la misma casa, la misma habitación abandonada donde todo había comenzado. No podía olvidar las paredes grises, cubiertas de musgo, y el aire denso y pesado que me recordaba aquella noche, cuando intenté arrebatarle la amatista a Venus en medio de su ritual. Nunca pensé que volveríamos a este sitio, y mucho menos de esta manera.
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Amethyst
FantasyCada mentira que dices, es una deuda que tarde o temprano tendrás que pagar En la noche de Halloween, un grupo de amigos decide reunirse para disfrutar de una velada de diversión y escalofríos. Sin embargo, cuando Max sigue a su amiga a través de...