Jaxon, todavía con la amatista en la mano, me miró con una mezcla de preocupación y algo más. A pesar de todo, sabía que estaba esperando mi señal, confiando en que yo sabía lo que hacía.
Venus, por otro lado, estaba a punto de explotar. Su desesperación se transformaba en rabia, y vi cómo sus ojos se oscurecían, las emociones devorándola desde dentro.
—¡Max! —gritó, dando un paso más hacia mí—. ¡No lo entiendes! ¡Si no la tomas ahora, todo estará perdido!
Pero antes de que pudiera hacer algo más, Skye se interpuso entre nosotras, su mano levantada.
—¡Basta! —dijo, su voz calmada pero autoritaria—. Max sabe lo que hace. Tienes que confiar en ella.
—¡No tenéis ni idea estúpidos monstruos! ¡Max tócala! ¡Todos los humanos dependemos de tí! —Grito intentando convencerme de tocarla pero no lo haría. Junto con estos gritos con la barita que guardaba hizo unos movimientos desapareciendo sus orejas puntiagudas.
El sonido de las puertas abriéndose de golpe me puso en alerta. Giré rápidamente para ver cómo la guardia dracónica entraba en la sala, rodeándonos. Sus armaduras brillaban bajo la luz, imponentes y listos para atacar en cualquier momento. Y detrás de ellos, el rey, con esa mirada fría y calculadora que siempre me helaba la sangre.
—Entreguen la amatista —dijo con voz autoritaria, avanzando un paso—. No tienen salida. Ríndanse ahora, y tal vez les permita vivir.
Sentí que todos a mi alrededor se tensaban. Violet apretó la mano de Axel, y Jaxon dio un paso atrás, aferrando la amatista con fuerza. El plan había salido mal. Estábamos acorralados y no había escapatoria clara.
Pero fue en ese momento cuando Venus, aprovechando la distracción, se lanzó hacia Jaxon. En un movimiento rápido, le arrebató la amatista de las manos y, antes de que nadie pudiera reaccionar, me la lanzó directamente.
—¡Max! —gritó, sus ojos llenos de desesperación.
Todo pasó en un segundo. Instintivamente, mis manos se extendieron y atrapé la amatista. El contacto con la gema fue como una descarga eléctrica recorriendo todo mi cuerpo. Sentí un calor abrasador en mis palmas, y antes de que pudiera soltarla, algo dentro de mí se desató.
Una ventisca poderosa surgió de mi alrededor, arrasando todo a su paso. El aire era tan denso y violento que ni siquiera los dragones podían acercarse. Vi cómo la guardia retrocedía, luchando por mantenerse en pie. Pero yo… yo no podía moverme. Estaba atrapada en medio de esa tormenta de poder, como si la amatista me estuviera absorbiendo.
Todo a mi alrededor era blanco, un vacío inmenso que no terminaba en ninguna parte. Sentía una paz extraña, como si flotara en el aire. Frente a mí, una pantalla gigante mostraba todo lo que estaba ocurriendo afuera, pero en cámara lenta: los dragones luchando contra el viento que había desatado, mis amigos intentando acercarse a mí, y yo… atrapada en el centro de todo.
Intenté moverme, pero mis piernas no respondían. Miré a mi alrededor, buscando una salida, cuando de repente, sentí una mano cálida entrelazarse con la mía. Giré la cabeza y ahí estaba Venus, tranquila, como si todo esto fuera algo completamente normal.
—¿Qué está pasando? —pregunté, tratando de mantener la calma—. ¿Por qué estamos en este lugar? ¿Qué les pasa a los demás?
—Estamos en tu mente —respondió Venus, con una serenidad que me desconcertaba.
—¿Cómo? —sentí que la confusión me envolvía aún más—. ¿Cómo es posible?
Venus me miró directamente a los ojos, manteniendo su mano firme en la mía.
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Amethyst
FantasíaCada mentira que dices, es una deuda que tarde o temprano tendrás que pagar En la noche de Halloween, un grupo de amigos decide reunirse para disfrutar de una velada de diversión y escalofríos. Sin embargo, cuando Max sigue a su amiga a través de...