GEORGINA
Anna [10:40 AM]:
¿Quedamos este sábado?
Claudia [10:40 AM]:
PORFI PORFI PORFI.
Georgina[10:41 AM]:
Lo siento, chicas.
Voy a ver a mi madre.
Anna[10:42 AM]:
Oki. No te preocupes.
Hacía casi un mes que no quedaba con ellas y no era porque no tuviese ganas. La vida adulta se entremetía en nuestros planes y a veces, cuadrar nuestros horarios era casi una misión imposible.
Claudia y Anna eran mis mejores amigas de toda la vida. De hecho, podría jurar que no recordaba un solo momento de mi vida en el que ellas no hubiesen estado.
Claudia[10:43 AM]:
😣
Pues el próximo.
Sí o sí.
Por cierto, si Arnau vuelve a putearte, voy a ir a arrancarle las pelotas.
Anna[10:45 AM]:
tENGO MIEDO.
Claudia[10:46 AM]:
SÉ QUE FUI SU PRIMER CRUSH.
NADIE QUIERE QUE SU PRIMER CRUSH LE HAGA LA VIDA IMPOSIBLE.
Georgina[10:47 AM]:
Hace dos días que no lo veo.
Pero no le arranques nada 😂. Estaría bien tener sobrinos
Arnau no se había pasado por casa desde el sábado. Estaba quedándose con su novia, y cuando se dignó a contestar mis mensajes tan solo dijo "La culpa es de mamá, que se olvidó de ti". La idiotez de mi hermano no tenía límites. Si él se hubiese esperado a que intentase entrar, hubiese estado conmigo cuando descubrí que ella no estaba. Pero él había decidió marcharse y dejarme tirada.
Estaba harta.
Y echaba de menos a mis amigas.
Terminé mi descanso y volví a mi trabajo. Ese martes estaba siendo agotador. La cola de clientes no encogía en lo más mínimo, por mucha prisa que me diese.
La chica que trabajaba en ventanilla estaba enferma, y como yo hacía relativamente poco que había dejado ese puesto para dedicarme a cosas más comerciales, me tocó suplir su posición. Ni siquiera sabía hasta cuando sería eso. No es que no me gustara hacer trabajos más administrativos y operaciones, pero me iría mucho mejor si no sintiera que el trabajo no terminaba nunca.
La siguiente cliente, era una mujer mayor a la que conocía bastante bien porque venía cada semana con la misma historia: la aplicación se le había bloqueado. Se llamaba Manuela Pardo, tenía setenta y seis años y de vez en cuando me regalaba dulces de agradecimiento.
Esa mañana traía consigo una sonrisa amable y avergonzada. Manuela me explicó, apenada, que había intentado entrar a su cuenta tal y como le enseñé, pero que había hecho algo mal. Siempre pedía ayuda después de una disculpa, como si no mereciera que volviera a explicarle lo mismo. A personas como ella, les ayudaría el día entero si hacía falta.
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Club de lectura para días soleados [The bookclub 2]
RomanceLa vida de Georgina va a toda velocidad, y acaba chocando contra Kresten de las formas más absurdas posibles. Él no entiende qué le sucede a esa chica que no deja de joderle la vida, pero tiene algo claro: no está dispuesto a soportarla. ☀☀☀ ✨Prec...