GEORGINA
El tren olía exageradamente mal ese medio día. El final de julio nos había invadido con una ola de calor y había gente que parecía desconocer lo que era una ducha y un buen desodorante. Barcelona estaba a reventar, tuve que embarcarme en una carrera de obstáculos en plena Plaza Cataluña que se alargó hasta Portal del Ángel para llegar a tiempo, ya que el tren se había retrasado. Así que, cuando llegué a The bookclub's café, estaba sudada, sedienta, cansada y seguramente, todo mi maquillaje se había ido a la mierda. Menos mal que me había recogido el cabello.
—¿Agua? —me preguntó Míriam que pasó junto a mí.
—Por favor.
Ella no tardó ni un minuto en ofrecerme un vaso de agua. Eso sí fue un beso de los dioses. Maravillosa agua.
—¿Qué tal por la librería? —me preguntó. Su tono desinteresado no funcionó conmigo.
Hacía una semana que estaba trabajando en la librería, después de que Kresten me contase que estaba desesperado con las cuentas de la librería por culpa de ella. También me contó que le había exigido que le diera mi posición, y que él se negó. Kresten no quería ceder a las peticiones de ella. Se lo había tomado como una guerra personal, en la que si yo me cambiaba con ella, él perdía la batalla.
Ella estaba molestando a mi chico y no iba a quedarme de brazos cruzados mientras Sergio presionaba a Kres para encontrar la forma de tapar el descuadre en las cuentas que debían mostrarle a su padre. Así que le insistí en que me cambiase por ella, y desde entonces, yo misma había descubierto varias irregularidades.
Sergio era un idiota por no echarla, pero no podía culparlo. Porque yo todavía seguía guardando el secreto sobre las sospechas de mi hermano.
A veces, cuando el delito se cruza con el amor, es muy difícil combatirlo. Y él la quería como a una hermana.
—Bien, va muy bien —le dije—. ¿Y a vosotros qué tal os va por aquí?
Alex puso los ojos en blanco por detrás de Míriam. Para él, un suplicio, sin duda.
—Genial —contestó ella, satisfecha.
Dejé el vaso sobre el mostrador cuando terminé de beber, di las gracias y me dispuse a marcharme a la librería donde ya comenzaban a juntarse las personas de la presentación y firma que teníamos ese lunes.
—Oye, no tengo ningún problema contigo —me dijo Míriam—. Me caes muy bien y además, no suelo enfadarme con otras mujeres por idioteces que hacen los hombres. Mi problema es con él.
—Vaya, eso es un alivio —no escondí mi ironía.
Fastidiar el ambiente laboral a todo el equipo no me parecía la mejor forma de que sus problemas fuesen solo con él.
Ella se mordió el labio, con lo que me pareció arrepentimiento.
—Siento mucho haberte hecho sentir rara —dijo.
¿La verdad? Su pequeña aventura con Kres me tocaba bastante la moral. Y no porque estuviese celosa o creyese que podía haber algo entre ellos, sino porque, debido a ella, lo mío con Kresten era secreto. Ella seguía pensando que a mí solo me gustaba él, o lo que fuese que se le había metido en la cabeza.
No quería ni imaginarme qué tipo de tensión invadiría a toda la librería -cafetería si ella se enteraba de que estábamos saliendo.
Le sonreí, falsa.
—No te preocupes.
—Por cierto —prosiguió ella, que se retiró los cabellos cortos tras las orejas—, le he pedido a Sergio que incluya el especial Míriam en la carta de cafés. ¿Te apetece que le busquemos un nombre más literario?
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Club de lectura para días soleados [The bookclub 2]
RomanceLa vida de Georgina va a toda velocidad, y acaba chocando contra Kresten de las formas más absurdas posibles. Él no entiende qué le sucede a esa chica que no deja de joderle la vida, pero tiene algo claro: no está dispuesto a soportarla. ☀☀☀ ✨Prec...