Izquierda Versus Derecha

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Gretchen se preparaba para ir a la escuela. Nevaba. Necesitaba ir muy abrigada. Se integraban a clases, ella y Marie Louise, luego de la semana de licencia que se les había otorgado a las chicas cuyos cuerpos ocupaban, en consideración por el incidente durante el viaje escolar y la pérdida de memoria. Durante esa estadía en casa, aprovechando los recursos informativos a la mano (eso del internet era una maravilla, una de tantas de la época), se había dedicado a estudiar, no solo el entorno familiar y las costumbres e idiosincrasias norteamericanas, sino también de historia, sobretodo sobre la segunda guerra mundial. Así la llamaban. Era lógico, la gran guerra pasó a llamarse la primera y la guerra de 1939 como la segunda. Ella la conoció siempre como "la guerra" tan simple como eso. Una cosa es la perspectiva de los que escriben la historia y otra para quienes la viven. Cambiaban los oponentes, la guerra era la misma o quizá, pensándolo bien, los oponentes eran los mismos, lo que cambió fue la forma.

No sin cierto horror descubrió los hechos del holocausto judío, al principio rechazó la idea y se sintió ofendida, molesta, engañada. Pero a medida que fue profundizando el tema y comparándolo con lo que podía recordar no pudo hacer otra cosa que sentir vergüenza, tristeza y dolor. Está bien, no le agradaban los judíos, de allí a todo el horror desplegado en los campos de concentración era un salto gigante. Tan cegada estuvo que hizo la vista hacia otro lado, la propaganda, la censura, la propia necesidad de sobrevivir. Para sobrevivir tuvo muchas veces que realizar actos que en esa actualidad que vivían podían calificarse de inmorales y quizá hasta crueles. Sin embargo, fue para sobrevivir, o al menos esa era la excusa. ¿Quién, envuelto en esa conflagración, alguna vez, no perdió la humanidad para preservar la vida? Siempre pensó de ella misma como una buena persona, luego de leer todo aquello no se sentía así. Cuestionó muchas cosas, acciones y verdades en las que participó de manera activa o pasiva, voluntaria o de manera involunta. Situaciones como el Aktion T4, donde al principio no sabía lo que ocurría, en su rol de enfermera, el doctor indicaba tal o cual tratamiento debía suministrar o aplicar a un paciente en específico y ella lo administraba. "Yo solo cumplía órdenes" Un pretexto muy conveniente que, sin embargo, no alcanzaba. En un momento dado el gremio de las enfermeras, el público, los familiares de los pacientes, cayeron en cuenta de lo que pasaba y protestaron, mostraron disconformidad, por lo menos la mayoría del gremio; pero siempre se terminó de realizar el trabajo, se continuó la acción, aunque en público se declaraba lo contrario. Y ella siguió participando. Del sentimiento de tensión por la labor exigida pasó a un estado de indiferencia y de la indiferencia llegó a sentir un secreto placer en el cumplimiento de su deber. Pensamiento que en aquellos momentos parecía correcto, pero que en perspectiva era una cosa abominable. Y debía vivir con eso, luchar contra todos esos terribles sucesos que había vivido, que se había sentido obligada a hacer. No podía derrumbarse ante su consciencia, la vida le había dado una segunda oportunidad y no era hora para dejarse abatir por los viejos fantasmas de una guerra perdida hacía ya tanto tiempo. Ella era Gretchen y siempre lo sería; para el mundo sería Eglin Thompson, la niña buena, la niña de papá. Todos los pecados de Gretchen podría redimirlos siendo Eglin. Sí, esa era una buena meta. Vivir bien, sin daños, no exenta de mentiras, sin sumar más pecados capitales. Tenía que estudiar las virtudes de esta niña y hacerlos suyos. No valía solo apropiarse de su cuerpo y de su nombre sino de su esencia, su aura y si era posible de su, tan comentado, carisma.

Si hablaba de pecados capitales había uno en particular que le atormentaba, más que un tormento era incomodidad. Sentía una fuerte atracción hacía el hombre que era ahora su padre adoptivo. Era una lucha. Por más que se censuraba así misma, siempre sus pensamientos y anhelos le traicionaban. Era algo que debía dominar, porque más allá de la necesidad de fingir ser la niña buena de papá, era un imposible ese anhelo. Un hombre de principios, recto y justo como lo era el capitán, no consentiría ningún acto inmoral o incestuoso con su adorada y única hija. Al principio trató de huirle a la situación, de estar cerca de él, pero era un padre amoroso y estaba siempre al pendiente de su niña. Y siendo sincera consigo misma, ella tampoco colaboraba, cada vez que podía lo buscaba, se sentaba en sus piernas y lo abrazaba, le llenaba de besos. Con cualquier excusa le hacía "caricias inocentes" Resignándose a ducharse con agua fría para calmar sus ansias. No podía ni debía dejarse llevar por esas pasiones, ya no era una adolescente (físicamente si, mentalmente no) para estar de calenturienta. Eso le causaba tensión, a la vez le divertía. Luchar contra ella misma. Eso le mantenía entretenida.

Cambio de RostrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora