Cambio de Rostros

Valorando Esfuerzos

—Si no es por ti no hubiese logrado aprobar el estúpido curso de buena esposita —Comentó Eglin.

—No exageres. Hiciste un buen trabajo, disciplinada como siempre —le corrigió Esmeralda.

—¡Nah! En la cocina: un desastre... Con aguja e hilo: cosía mis manos a la tela... Preparando la cama ni se diga...

—Lo dices como si fuera mecánica cuántica, son cosas normales del hogar.

—Para ti que no eres niña consentida.

—Eso sí es cierto, no soy la niña de papá.

Ambas rieron.

—¿Y ahora? ¿Qué toca? —preguntó Esmeralda.

—Yo, casarme. Tú a elucubrar teorías disparatadas.

—Sí. Parece mentira, ya el viernes estarás frente a un altar. Serás la señora de Ursh y no lo serás. Conoceremos a la familia de las chicas y comenzaremos una etapa más en esta vida alterna que nos tocó.

—Pues es exactamente eso. Etapas. Vamos cumpliendo etapas. No me había fijado en ello. Primero estudiar el idioma y ponernos al corriente con los estudios de enfermería, luego graduación, juramento, curso, trabajo, matrimonio y lo que ahora toca: la guerra.

—Me aterra enfrentar esta etapa que viene y saber cómo se desarrollaran los hechos no ayuda a calmar los nervios.

—No, no ayuda —agregó Eglin, pensativa.

—Por lo que más quieras, no salgas embarazada. No queremos para ti el premio de Cruz de Honor de la Madre Alemana.

—No es que tenga mucho control sobre ello. Tú sabes, lo que nos toca a las buenas mujeres alemanas son las tres "K" Kinder, Küche, Kirche. No es que pueda aplicar métodos anticonceptivos siendo la esposa de un miembro de las "SS". Me toca encomendarme a la buena disposición del destino —afirmó Eglin —Y no, gracias, no quiero ese premio. Tener cuatro bebés no está en mis planes, al menos no en esta línea de tiempo.

— Me recuerdas las palabras de Hitler: "Para la mujer alemana su mundo es su esposo, su familia, sus hijos y su hogar". Si te embarazaras sería extremadamente complicado, las implicaciones éticas, morales y prácticas. La guerra por si sola es cuesta arriba, con un bebé en brazos seria poco menos que espeluznante

—Además, si tus teorías locas son ciertas y logramos revertir el traslado ¿cómo regresar en el tiempo dejando a un hijo acá en plena guerra?

Esmeralda hizo una mueca que denotaba sobresalto.

—Tienes razón, tu hijo sería mayor que tú al retornar.

—Eso sí regresamos ¿Tú crees que de verdad podremos regresar? —Le preguntó Eglin.

—Es incierto. Una parte de mí se aferra a esa esperanza y la otra se entrega al desespero.

—Si lo logramos y tengo una hija la llamaré Esperanza en honor a tu fe y tu confianza.

—Gracias. Será así, ya lo veras, seré la madrina de esa beba.

— Y yo me convertiré en católica nada más para que puedas bautizarla jajá.

Ambas rieron de nuevo. Se abrazaron, temblaban de miedo.

—Volviendo a mí pregunta ¿Ahora qué hacemos? —Tengo una tarea para ti —intervino Esmeralda.

—No me asustes. Ya viene otra de tus ideas...

—No, no. No te asustes. Es algo relativamente sencillo.

—¿Qué?

—Cuando puedas, sin apuro, inquiere sobre la unidad de Frederick, su oficial superior, el jefe de su jefe, todos los detalles que puedas recabar.

—¿Y eso para qué?

—Pues para explorar posibilidades. Quizá reconozca algún nombre entre ellos que me dé una pista sobre nuestro objetivo.

—Kutná Horá.

—Sí, Kutná Horá. Las minas de Wenceslao.

—No sé a qué unidad pertenece, pero si le he oído hablar de su oficial superior. Un tal Geitner.

—¿Y qué grado tiene?

—Ni idea. Ni siquiera se la graduación de Frederick.

—¿No lo recuerdas? Es un SS-Hauptscharfürhrer, algo así como líder de escuadrón jefe de las SS.

—Sigo sin entender, pensé que era un oficial.

—No, es un sub-oficial. Algo como un sargento mayor o quizá sub-teniente.

—¡Vaya! Yo pensaba que tenía mayor rango.

—¿Te decepciona?

—Un poco. Pero no importa. Ahora entiendo el porqué de tu pregunta. El rango de Frederick es demasiado bajo como para que signifique algo o tenga peso en la historia.

—Algo así.

—Veré que puedo hacer.

—Confío en ti.