El hombre misterioso

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Hans se encontraba tres días vagando por el desierto mar, no podría pensar en nada más que al pasar su saliva sentía su garganta seca.

Hace días escapó con vida de unos marineros furiosos, para terminar muriendo de todas formas en un bote viejo, esto lo enfurecía grandemente.

Siempre se jactaba de tener un plan bajo la manga, de refinar sus propios métodos para alcanzar el éxito, casi logró convertirse en rey, si no fuera por confiarse y celebrar antes de tiempo para al final recibir un duro golpe de humillación en la nariz.

Había llegado lejos para nada.

Hans aceptó su destino, si no moría de hambre moriría de frío, justo como Anna si no fuera por ese tal "acto de verdadero amor"

Verdadero amor, a él le repugnaba tales frases, había leído cuentos de pequeño y siempre rondaba tal pregunta sobre su cabeza ¿Por qué funcionaba?, no tenía nada que ver con el problema de raíz, es como si un niño se sanara de varicela solo porque recibió unas palmaditas en la espalda.

—La vida misma no parece tener sentido.— Suspiró amargamente mientras remaba sin rumbo.

Entonces una tormenta eléctrica empezó a enfurecer el agua, causando que el mar tuviera olas más altas como las montañas, Hans enseguida vio el peligro asomarse tal fiera en la selva. Entonces, sin perder ni un segundo, temblando tomó el aire que necesitaba, cerrando los ojos con fuerza, estaba decidido para recibir el impacto.

El cuerpo de Hans fue golpeado con una asombrosa fuerza, parecía un grano de azúcar perdiéndose en el agua, moviéndose lo más que podía, nadó rápidamente hacia la superficie, tomando aire nuevamente con profunda exhalación, pareciera que estuviese luchando por recuperar su alma.

Sentía que sus huesos se convertían en hielo, no podía mover los dedos de sus pies, y el cabello se le pegaba a la cara dificultando ver con claridad. Entonces otra ola lo hundió nuevamente, esta vez con más intensidad.

El agua no paraba de llenar su boca, ni siquiera podía gritar desde todas sus entrañas, al hundirse su cabeza impactó contra una de las tablas del bote, el mar más los movimientos bruscos de Hans para salir con vida causó que el golpe fuera brutal, aumentando las posibilidades de recibir fracturas en otras partes de su cuerpo.

Después de recibirlo, su visión empezó a tornarse borrosa, el eco de las olas comenzaban a desvanecerse a través de sus oídos, su cuerpo cada vez era más ligero. Finalmente dejó escapar unas burbujas de aire mientras caía lentamente hacia la fría profundidad del océano.

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—¡Kai ven!, sal a bailar con nosotros.

La reina estaba dando unos pasos alucinantes, definitivamente estaba viviendo el momento, todos al ver cuanta pasión ponía al bailar se unieron dejando la vergüenza de lado.

—Eso no sería formal alteza, con su permiso mejor iré a darle unos consejos a los músicos, ese violín suena realmente desafinado.

Dando una reverencia en señal de respeto, fue rápidamente donde ellos, era de sus atajadas favoritas cuando quería escapar de una situación, de hecho sentía que el corazón se le salía del pecho, ¿bailar?, eso era risible para él, ya que tenía dos pies izquierdos como Anna, con tan solo pensarlo sería ridículo.

Anna había hecho el ridículo muchas veces, sin embargo para ella no valía la pena pensar en eso, solo quería divertirse y ser ella misma. Esto es lo que necesitaba en años, tanto trabajo pesado la había hecho sentir apagada, que mejor volver a energizarse al disfrutar de una magnifica fiesta real.

—Ma, majestad

Una voz temblorosa llamó su atención,

—¿Si? —dijo de manera suave y simpática—, ¿necesitas el baño, quieres un bocadillo de la mesa, o debes irte a casa temprano?

La ciudadana negó con la cabeza, sus ojos denotaban extrema preocupación y angustia, definitivamente algo andaba mal.

—Hay, hay, eh, hay un cuerpo cerca del puerto de Arendelle, estaba cubierto de arena, pero tenía miedo de tocarlo, no sé si está vivo o muerto.

Anna al escuchar esto se puso rígida, no había escuchado algo así en su vida, Arendelle no se había caracterizado por tener gente violenta, el peligro se había desatado.

Deseaba gritar a todo pulmón que trajeran a los guardias, que solucionaran el problema lo más rápido posible.

Pero al ver a tanta gente feliz, viéndoles cantar y danzar con una alegría genuina, como si los problemas hubieran desaparecido por completo en esa noche. Odiaría romper ese maravilloso momento de paz.

Entonces, se le ocurrió un plan, llamó a Gerda por ayuda, su persona de extrema confianza, no le dijo para qué era específicamente, le pidió tratando de sonar lo más tranquila posible, que trajera a algunos guardias, iba a salir a tomar aire fresco y necesitaba la compañía de ellos a estas horas de la noche.

Gerda con un poco de dudas asintió y llamó a unos cuatro guardias, Anna respirando hondo y apretando los puños, se dispuso a ser valiente, tomó unas vestiduras especiales para el frío, una espada y una antorcha del castillo, fue directamente al puerto.

—No permitiré que en mi reino corra peligro. —Habló para sí misma, los guardias escucharon lo que decía y se pusieron alerta. —Debo encomendarles esta misión, cuando regresemos al castillo, digan a sus demás compañeros que necesitamos vigilar el reino desde afuera, el enemigo está aquí, ¡no le permitiremos robarse nuestra paz!, ¿Entendido?

Los guardias se pusieron en posición de firme, asintiendo con respeto, mientras alzaban su mano, desenvainando sus espadas.

—Muy bien. . . —Anna tragó saliva con dificultad, mientras encendía la antorcha. —Aquí vamos.

Entrecerrando los ojos, dio unos pasos cuidadosos, donde parecía estar una persona desde lo lejos, se le ocurrió una buena idea, según su visión, encarar al malhechor diciéndole sus verdades

—¡Muéstrate malvado! o enfrentarás el castigo de tus acciones si no sales en tres, dos, uno. . .

—Su majestad, no hay nadie a la vista —comentó un guardia tratando de ser cuidadoso con sus palabras—. Además, no hay señales de que siga este lugar.

—Buen punto Matías —respondió Anna, un poco avergonzada—. Igualmente estén atentos por si acaso.

Anna fue corriendo hacia el cuerpo tirado en la arena, mientras los guardias iban detrás de ella, resguardándola de cualquier peligro.

Con temblor en sus manos, se sentó sobre sus rodillas, no estaba segura que hacer con la persona misteriosa, ¿estaría vivo de verdad?, entonces tomó el pulso de su muñeca con escalofríos, realmente era como si no se sintiera nada, pero había algo, minúsculo, un pequeño pulso apenas era palpable.

—¿Majestad? —Preguntó el guardia Henrik, con curiosidad de saber quien era la victima.

—Siento algo de pulso — Anna para estar completamente segura, acercó su oído a su nariz para oír si había respiraciones, eran unas leves, esta era la señal más evidente de su estado—.¡Está vivo, rápido llevemos a este hombre al castillo!

Los guardias más fuertes llevaron el cuerpo sobre sus hombros, mientras que la reina iba adelante como su guía al traer la antorcha entre sus manos.


Una década extrañándote [Hans x Anna Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora