En marcha

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Un grupo de soldados y Hans corrieron con todas sus fuerzas para dejar a Anna y Olaf en un lugar apartado, donde los soldados enemigos no logren verlos a primera vista, específicamente a los lugares boscosos detrás del castillo, donde solo estaban montañas y una gran cantidad de árboles

—¡Hans! —Gritó Anna con desesperación, mientras Hans cargaba a Olaf y lo puso detrás de ella, ambos estaban montados en Kjekk, el caballo de la reina, su intención era mandarles lo más lejos posible.

—Déjame esto a mí —se aseguró que la montura estuviera totalmente segura —Debes irte lejos de aquí, no mires hacia atrás, protegeré a Arendelle de la destrucción con los soldados que tu me encargaste que entrenara.

Los soldados eran testigos de la conversación de ambos pelirrojos, teniendo en cuenta que lo estaban analizando de cerca si cometía algún gesto o expresión que desentonara, sin embargo a Hans no le importaba eso, lo único importante para él era la reina.

—¡Pero puedes morir! —gritó Anna, Olaf dio un grito ahogado cuando la escuchó decir esas palabras, deseaba ayudar de alguna forma en la guerra para que Hans fuera con ella, pero sabía que era un simple muñeco de nieve, estaba consiente de que él no dañaría ni a una mosca—. Debe de haber otra manera.

—He visto todas las posibilidades—dijo Hans cerrando los ojos con pesadez—. Desde el principio, cuando me diste más detalles sobre la carta sabía que el duque no era un hombre de fiar, desde que lo ví por primera vez no confiaba en él ni un poco, además no cometeré el mismo error que hice contigo, de dejarte ir sola, ordené a John para que te escolte, yo me quedaré con Max a dirigir las tropas y luchar.

—Yo me quedaré a ayudar, ¡lucharé contigo!

—No seas tonta Anna, eres la reina, la que más necesita ser protegida, ¿no sabes los riesgos que tienes al enfrentarte a mil soldados?

—Ella es muy valiente, además tiene una fuerza sobrehumana —dijo Olaf para intentar hacerle cambiar de opinión, pero Hans solo miró hacia otra dirección, cabizbajo negó con la cabeza

—Sé que así es Anna, pero el exceso de valentía o fuerza no garantizará la victoria, incluso los más grandes estrategas tienen ese riesgo.

—No quiero estar sola de nuevo —murmuró Anna en un sollozo.

 Hans al verla limpiar sus propias lagrimas con su dorso sintió dolor en su corazón, recordando que él de niño hacia lo mismo cuando sus hermanos lo encerraban en una habitación oscura, golpeando la puerta con fuerza, rogando entre lagrimas que le dejaran salir, odiaba la soledad al igual que ella.

—No vas a estar sola. . . —puso su mano encima de su hombro, regalándole una mirada comprensiva y quebrada de la tristeza, por la posibilidad del no volverla a ver nunca más —Te prometo que voy a hacer todo lo que está a mi alcance para proteger a la gente de Arendelle, tu hogar.

El príncipe sentía como sus manos sudaban y su corazón se aceleraba al pensar en arriesgar su vida, pero despertó de sus pensamientos cuando Anna tomó de su mano, sin estar enguantada, le dio vergüenza que ella sintiera su mano húmeda, pero se notaba que no le importaba.

—Tú también eres mi hogar —dijo en un hilo de quebranto, suspiró devastada, tratando de ser fuerte en situaciones tan difíciles.

—Tú también eres mi hogar —dijo en un hilo de quebranto, suspiró devastada, tratando de ser fuerte en situaciones tan difíciles

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Una década extrañándote [Hans x Anna Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora