¿Cómo estás?

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Anna se limpiaba las lágrimas, no le gustaba llorar enfrente de las personas que tanto estimaba, a pesar de su optimista personalidad de siempre querer compartir su felicidad con las demás y no lograr el efecto contrario, está vez sentía como muchos ojos la juzgaban negativamente, pero también sentía como algunos de sus súbditos tenían compasión de ella.

El tiempo de paz había llegado a su fin, todo su mundo se derrumbó frente a sus ojos, por más que deseaba rendirse, no permitiría que las tormentas quebrantase su espíritu, con voluntad forzó en formar una sonrisa en la comisura de su boca, luchando contra las lágrimas, la gente de Arendelle debía sentirse segura.

La gente estaba asustada, triste y desesperanzada, los llantos se oían con gran quebranto, miró como multitudes de familias se echaban a llorar en los hombros de sus seres amados por los que ya no están

Verlos de esta manera tocó poderosamente el corazón de Anna, deseaba darles ánimos y esperanzas, pero no sabía cómo, que hacer y que decir, cómo de costumbre.

—Entiendo su dolor —dijo la reina con voz baja—. Perdí a gente que más amaba en el momento menos pensado, deben sentirse destrozados, solo ruego a Dios que todo esté caos terminé pronto.

Jhon se encargaba de cuidar a la multitud con la ayuda de algunos guardias que fueron tras la gente, Anna se alejó de ellos, deseando que el problema desapareciera por si solo, si fuera posible.

Se alejó de la multitud, no podía derramar sus emociones con personas que estaban igual de devastadas que ella, no le gustaba estar sola, así que fue tomando la mano de Olaf, yendo hacia las llanuras descoloridas de las colinas.

—Necesito algo positivo —murmurró Anna, mirando al horizonte, luego se sentó sobre el pasto.

—Te contaría sobre las tortugas— comentó Olaf, dándole palmaditas en la espalda—. Pero se que eso no te animará, además, no encuentro una salida para esto, lo siento mucho.

—Tú eres lo único que tengo —abrazó al muñeco de nieve, sintiendo como la piel sus brazos se tornaba frío por la nieve—. Gracias por escucharme y estar ahí para mí.

—Te quiero Anna —dijo inocentemente, cómo darle palabras de cariño a una madre—. No quiero que estés triste.

—A veces así es la vida, ¿no? —se rió, con dolor en su corazón, esta sensación fue agridulce para ella.

Olaf asintió, arqueando las cejas timidamente, Anna parecía tener algo más que sacar de su corazón

—Anna, además de extrañar a los demás soldados y personas que se quedaron ahí,¿extrañas a Hans?

Olaf siempre hacia las preguntas más incómodas en los momentos menos adecuados, igual que un niño pequeño. No podía decirle no a su mejor amigo, regalo de su hermana mayor para ella.

—Si. . . —Dijo en un tono sincero y decaído, enterró su rostro en sus piernas dobladas—. Además de extrañar a los demás, lo extraño a él, fue muy valiente en quedarse para luchar por un reino que ni siquiera pertenece.

—Pero le dijiste que se sienta bienvenido en Arendelle, tal vez por eso se quedó a luchar.

—Tienes razón Olaf, es solo que. . . —la voz de Anna iba incrementando—. ¡Cada vez que alguien importante llega a mi corazón la muerte se interpone!

—No digas eso Anna, Elsa está con vida, Hans probablemente siga luchando para proteger el reino, y yo estoy aquí contigo.

Anna miró su anillo de compromiso, sientiendo una gran punzada en el pecho, no todos los que amó lograron seguir vivos, pero no sé quejó frente a Olaf, ya que ,estaba de acuerdo con él, todavía había personas que estaban ahí para ella.

Entonces Gale hizo sonar el viento con su característico sonido agraciado y juguetón, limpiando las gotas de lágrimas acumuladas en los ojos de Anna.

—¡Mira! Gale está aquí también, y tiene una carta

—Es de Elsa —sonrió suavemente, entonces tomó la carta y la abrió lentamente, leyendo su contenido—. "¿Cómo estás?"

—Vaya pregunta —dijo Olaf, consiente del mal momento

—¿Sabes Olaf?, esto me anima un poco

—¿Por qué? —dijo girando la cabeza levemente.

—Porque podría ayudarnos en este problema —sus ojos se aclararon y mostró una sonrisa sincera, la esperanza estaba alumbrando su alma—. ¿Me prestas un botón de carbón Olaf? Necesito escribirle una carta de regreso a mi hermanita.

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Hans había logrado herir a muchos soldados enemigos, junto con la ayuda de Max y los demás soldados de las guardia real, parece que el duque subestimó el pequeño reino de Arendelle, ya que a pesar de lo bien entrenados que estaban los hombres de rojo, no contaban con buenas estrategias de combate.

—Bien hecho hombre —Max golpeó la espalda de Hans como muestra de felicitación, casi haciendolo caer —mantuviste la frente en alto a pesar de todo el caos, tus estrategias no estaban nada mal para un alguien joven como tú.

—Gracias —dijo en respuesta, luego se giró, mirando a los soldados que estaban detrás de ambos líderes— Vamos, la reina debe. . .

Hasta que surgió algo inesperado, no eran todos los soldados del duque

—¡Que ineptos! —el duque de Weselton saltó completamente feliz, se había burlado de ellos de la manera más astuta posible —¡No lo puedo creer!, ¡¿Acaso creyeron que enviaría a mis mejores hombres en el primer intento?!, déjenme reírme más.

—Idiota —Max apretó los puños y rechinó los dientes al ver cómo el duque reía y se deslizaba la barba con su mano enguantada
—. ¡Vas a comer polvo basura!

—¡Oh miren quien habla!, él que se va a convertir en polvo en algunos días eres tú, ¡Ya retirate, las canas se te ven a lo lejos!

Los hombres más fuertes del duque rieron con él, como una obligación reírse de sus malos chistes, ya que su lema consistía en darle el mejor trato posible, cómo se le trata al duque se le trata al rey.

—¡No serás el último en reír! —Gritó Hans enfurecido, miando los ojos celestes del duque —Nos mantendremos en pie, aunque envíes a diez mil ejércitos seguiremos luchando.

—Hans, Hans —el duque rio a carcajadas negando con la cabeza— El décimo tercer principe, conocido por ser el más humillado, ridiculizado y menospreciado de toda la familia Westergaard

Hans se quedó atónito e inmóvil ante esas palabras mordaces ¿Cómo sabía temas tan personales de él?, estaba muerto de la vergüenza por dentro, un líder no es retratado de esa manera.

—Cómo. . .— resopló con la mirada fría y horrorizada.

—Todo el mundo lo sabe, ¿acaso no te enteraste? —exageró su expresión de asombro— Oh, lo había olvidado, estabas preso.

—Su pasado no importa —dijo Max, adelantándose al frente de Hans—. A demostrado ser mejor persona que tú, no se aferró a lo que fue, cómo lo haces tú, que no soportas que una reina hiera tu frágil ego.

—¡¿Cómo has dicho?! —El duque estaba rojo de ira.

—Ni yo podría haberlo dicho mejor —dijo en voz baja, cómo agradecimiento por defenderlo, luego le siguió el juego alzando la voz en tono de juego—. Caballero, no es propicio dirigirse de ese modo —siseaba en desaprobación sarcástica—. ¿No le enseñaron a respetar a los ancianos?

Hans sonrió de una manera elegante mientras miraba al duque quien estaba queriendo saltar de la rabia, agarrándose fuertemente los cabellos platinados y dejarse completamente calvo ante la fuerza del agarre.

—¡Suficiente!, basta de juegos —respiró hondo y miró con sus ojos rojos a los guardias de Arendelle, especialmente a Hans, el más inepto de todos—. ¡Guardias, ataquen!

Una década extrañándote [Hans x Anna Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora