Casi desliz

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—Comencé cantando feliz y terminé llorando, ¡mírame! —Anna quería probar que no estaba exagerando, pero rápidamente ocultó su rostro entre sus manos, estaba con la nariz mocosa —¡No, no me mires!

Esto causó que Hans riera, esta acción le pareció tan tierno de ella.

—No te avergüences Anna— le ofreció un pañuelo limpio—. «Tus lágrimas son tan bellas, como el agua pura cayendo de la cascada, y tocado por el más luminoso rayo lunar, bañando tu preciosa piel aterciopelada, te animaría con tan solo besar tu mejilla». ¿Podría ser capaz?

—Espera, ¿que dijiste?— Se limpió la
nariz, sonando el pañuelo de seda.

—Eh . . .— Hans se quedó paralizado, sudo frío en ese momento, movió los ojos nerviosamente, buscando las palabras para remplazar su desliz—. ¿Podrías, ser capaz de no llorar por eso?, sé que es triste, pero no te dejes hundir por lo que digan los demás de ti, las acciones hablan más que las palabras, y tú has hecho mucho por ellos, el hecho que no lo reconozcan es problema de ellos, no el tuyo.

—Tienes razón —se limpió las mejillas con la manga —. De hecho, ya me siento mejor, muchas gracias por escucharme, entiendo que pueda ser agotador para ti escuhar problemas ajenos.

—Solo estoy devolviendote el favor—alzó los hombros—. Si tú lo hiciste conmigo, me parece justo hacerlo por ti también.

Ambos guardaron silencio, viendo que el agua del lago empezaba a sosegarse, ver esto le recordó algo de su pasado a Hans, a sus diecisiete años, cuando vio su reflejo en los charcos del suelo de las islas del sur.

"Algún día, seré respetado, como yo me merezco, sea como sea. . ."

—¿Anna? —preguntó preocupado, pero sabía como ocultar ese sentimiento.

—¿Hmmm? —respondió pasivamente, mirando el reflejo de Hans sobre el agua cristalina, su perfil le parecía un tanto atractivo

—Aunque sea de ayuda, verme como un aliado hasta ahora puede ser peligroso, ¿no dudas que esté planeando algo a escondidas?

—Para serte sincera Hans, dudaba —Anna suspiró, ella amaba y sigue amando dar toda su confianza, sin tener perjuicios, pero con Hans era difícil al principio, sin embargo siempre se recordaba a sí misma, no juzgar a alguien por su pasado—. Para nadie es fácil confiar en una persona que en un principio lo traicionó y le lastimó mucho, pero elegí confiar en ti, darte una segunda oportunidad, todos cometemos errores. Sé que cuando alguien tiene frustración, angustia y miedo en el corazón toma malas decisiones.

—Oh Anna —Hans suspiró y entrecerró los ojos, agradecido por las palabras de ella, pero al mismo tiempo sintió dolor en el corazón, ella no sabía sus intenciones detrás de esa lealtad—. No. . . No tienes que darme oportunidades.

—Yo elegí hacerlo, todos necesitan una segunda oportunidad, además de volverlos a apoyar —Anna acarició los cabellos rojizos de Hans, pasándolo entre sus dedos—. Y aunque, emm, no sé, tuvieras que apartarte por alguna razón, siempre estaré para ti —con la mano libre, se puso la palma en el centro de su pecho—. Mi corazón te acompañará.

—Eres maravillosa —susurró, sintiéndose relajado ante el tacto de Anna, su mano era suave como algodón, y cálido como sol.

Al instante se arrepintió cuando las palabras salieron de su boca, era inadecuado decir eso, con ese tono, esa tranquilidad, pero al ver las mejillas de Anna levemente sonrojadas por causa de él, se sintió.  . . ¿Bien?

—Tú también lo eres. —para sorpresa de él, lo dijo con un tono apacible, ahora ya no se sentía bien, se sentía mejor.

—Si, yo también lo soy. —Comentó con aire de suficiencia juguetona.

Anna se sorprendió ante su respuesta, esperaba que dijera un no, o que negara con la cabeza humildemente, pero rió entre dientes ante esa afirmación.

Entonces, en ese momento de paz, se escuchó el crujir de unas ramas, alertando a los pelirrojos, Hans se puso al frete de Anna, desenvainó su espada con rapidez y con su otro brazo la puso detrás de su espalda, para protegerla

Los arbustos se sacudían, no parecía un hombre escondido, tal vez era un animal salvaje, saliendo como depredador al acecho de su presa, pero nada más lejos de la realidad.

—Uf, que buena siestesita me dí —Olaf bostezo, mientras alzaba los brazos y se rascaba la nieve, abrió los ojos lentamente y se alegró de verlos—. ¡Anna, Hans!, que bueno verlos por aquí, ¿a ustedes también les pareció lindo este lugar?

—¿Olaf? —Anna estaba procesando lo que estaba en frente de sus ojos, luego apartó suavemente a Hans, haciendo que él bajara la espada lentamente y la volviera aguardar—. ¡Olaf!, cuanto me alegra verte de nuevo.

Olaf corrió hacia Anna y ella lo recibió con un gran abrazo, besando su fria frente.

«Sin dudas, sería una excelente madre, lastima que la desaproveché en el pasado, nos hubieramos casado y tenido herederos. . .»

—¡Reina! —Dijeron Kai y Gerda entrando rápidamente, estaban agotados de tanto correr, respirando agitadamente, tratando de recuperar el aire.

—¿Está usted bien, majestad? —Preguntó Kai, limpiándose el sudor de su frete con un pañuelo que sacó elegantemente de su bolsillo.

—Estoy bien —Anna hizo un ademán, levantando su vestido ligeramente para no arrástralo al suelo. —Gracias por venir hasta aquí.

—Con su permiso —Hans se alejó de la reina lentamente, poniendo su mano detrás de su propia espalda como modalidad—. Iré a dirigir a los guardias, partiremos enseguida y nos encargaremos en dirigir a los súbditos directamente a Northuldra.—luego su voz cambió a un tono más bajo, algo enojado—. Quieran o no.

La gente a regañadientes, fue montado en renos, algunos estaban realmente incómodos, pero no tenían otra opción, además Hans era bueno para persuadir, usando una lógica fría y diciendo como terminarían si continuaban así, tendrían consecuencias.

Siempre usando palabras para exagerar la realidad, con finales que terminaban en lugares inhóspitos y con nulas esperanzas de vivir, aunque era difícil no creerle, la gente tenía tanta hambre que las vayas y el agua no eran suficientes para saciar su apetito.

Hans organizó las filas, poniendo a la mitad de soldados al frente, algunos a los lados, y la otra mitad atrás, para garantizar mejor la seguridad.

Los súbditos iban cerca del centro, protegidos por los guardias, y al mismo tiempo haciendo una especie de barrera humana para proteger a la reina.

En el centro iba la reina, junto con Hans, y los demás sirvientes del castillo, todo estaba bajo control.

Al frente de todos iba Ryder montado en su reno, el pastor de renos se encargaba en ser la brújula del reino de Arendelle, él iba tranquilo y confiado, hacer esto le hacía sentir como si fuera el jefe.


Una década extrañándote [Hans x Anna Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora