El más inteso dolor

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Después de aquella charla, Anna estaba sintiéndose más cómoda a su lado, mucho más que antes, y Hans empezaba a abrirse poco a poco, esa coraza que tenía puesto ya no era impenetrable.

Llegaron, donde los demás, algunos estaban emocionados por cabalgar un reno, grande y simpático, otros estaban molestos, se supone que la releza debería dar mejores soluciones, unos caballos de brillante pelaje, hasta una caroza cubierta de piedras preciosas, y solo les dieron a unos pulgosos renos.

— A caballo regalado no se le ven los dientes, en este caso, a renos prestados no se le ven las pulgas.

Dijo Gerda, respondiendo la crítica de los súbditos enfurecidos, aunque a ella también le molestaba tener que montar un reno, no se quejaba, prefería guardase las vanas palabras dentro de su mente que decirlo a todo pulmón.

—Escuchen querida gente de Arendelle —Anna alzó la voz, bajándose del reno con ayuda de Kai que estaba cerca de ellos—. Vamos a dirigirnos a Northuldra en este momento, agárrense bien de sus renos y no miren atrás, solucionaremos todo este problema con paciencia y esfuerzo.

—Sabemos que estamos en paz con el pueblo del sol, pero practican cosas raras, cosas extrañas y salvajes.

Dijo una súbditos, dando un ataque de honestidad, por eso los demás comenzaron a unirse.

—Solo estamos en paz con ellos porque teníamos una amenaza que nuestro reino se hundiera por el mar de la presa destruida, la reina Elsa tuvo que hacer lazos con gente que no es de fiar.

—Esperen esperen —Anna se conmocionó, como si tuviera un cortocircuito en el cerebro —¿Acaso escuché bien?

—Nos negamos a ir, negamos abandonar nuestra tierra e ir a vivir en pueblo extraño

Admitió el súbdito, dueño de la panadería más popular del reino.

—No no no, no vamos a vivir ahí— Anna agitó las manos, negando con la cabeza, quería ser clara—. Solo nos acogerán hasta que encontremos una solución, además están siendo muy duros con ellos, su cultura no va ser impuesta a ustedes y no son gente peligrosa.

—Yo no quiero vivir al lado de un chamán, su majestad —se quejó una subdita con indignación—. Disculpeme, pero con respeto, no nos va a llevar con un pueblo indígena, ¿dónde están los acuerdos con otros reinos? mucho más civilizados y con más recursos que vivir en un bosque con tienditas baratas.

—Si tan solo la reina Elsa estuviera aquí, con sus dos años de reinado a demostrado mucha más capacidad que su joven hermana.

Terminó diciendo un súbdito que trabajaba para el reino.

Anna sintió una punzada dolorosa en su corazón, más dolorosa que el hielo de Elsa atravesando su tejido.

—Si, además que decidió casarse con un hombre de las montañas que no era limpio ni elegante —una señora de semblante amargado tambien quiso sacar a relucir sus quejas—. Sus intentos de cambiarlo han resultado en vano como sus intentos de recuperar el reino que fue arrebatado por un viejo decrépito que baila como comadreja.

La reina no podía sentirse más avergonzada de lo que ya estaba.

—¿Anna?— preguntó Hans suavemente, y puso su mano encima del hombro de ella, en señal de preocupación, y sintió como temblaba.

—Ni locos abandonaremos Arendelle, la tierra donde vivimos —dijo un hombre, con el corazón destrozado—. No soportaríamos el dolor de dejar nuestro amado hogar, si tenemos que morir en las colinas, sea de frío, hambre o sed, lo haremos. . .

La reina tenía los ojos humedecidos, sus labios estaban temblando, agachó la cabeza, adentrándose más allá de los árboles.

—Con permiso —músitó Anna, evadiendo a Hans y trató de ahogar el nudo de su garganta, el sonido bajo de su voz se escuchaba quebrantada.

Una década extrañándote [Hans x Anna Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora