Vulnerabilidad

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—No sobrevivieron. . . —dijo Anna con la voz apagada, sentía como todo su cuerpo se desvanecía y su corazón era atravesado por diez mil cuchillos, aquellos soldados eran sus amigos, hombres que tenían familia y sueños que deseaban cumplir en el futuro.

Hans no podía creer lo que estaba presenciando.

El contraste era notorio, espeluznantemente notorio, su padre jamás había derramado ni una sola lágrima por sus soldados, a pesar de ser el rey era tan desapegado a su propio reino, que solo usaba el miedo para mantener su poder.

En cambio esta reina implementaba todo lo contrario, el poder no lo obtenía por medio del miedo, sino por el amor, ese amor que pensaba que era inútil e inservible resultó unir a todos para hacerse fuertes, es poderosa, si uno de ellos resultaba herido, todos daban sus condolencias, a pesar de no pertenecer a la misma sangre.

No estaba en su siguiente escenario tratar de consolar inútilmente a Anna, él era pésimo en animar a las personas, a pesar de conocerla por más tiempo, no era adecuado abrirse emocionalmente con él, un hombre de corazón helado.

—Anna, no hay tiempo para lamentarse —dijo de manera directa, más en el fondo se estaba rompiendo, debía ocultar ese matiz de humanidad—. Necesitan huir lo más lejos posible.

—¡Oh, yo sé dónde! —Olaf alzó la mano, pero nadie le prestó atención.

—Tienes razón Hans —Su voz volvió a ser normal, suspiraba como una niña que se había cansado de sollozar, y respiró profundamente, relajando su tenso cuerpo—. No hay tiempo para llorar, pero antes quiero decir algo, cómo reina de Arendelle, me siento muy honrada haber tenido hombres tan valientes que tuvieron la intención de dar su vida por la protección de este reino, al igual que tú.

Hans le tomó por sorpresa la última frase, al mismo tiempo sintió algo de calidez en su pecho, mas no podía dejar de preguntarse ¿por qué se siente honrada si fracasaron?, cómo si Anna pudiera leer la mente, agregó.

—Se que no ganaron está batalla —suspiró, inclinando su cabeza hacia abajo, reverenciandose y quitándose la tiara como símbolo y muestra de respeto por los soldados caídos—. Pero significa mucho para mí que lo hayan intentado, nadie tiene las agallas para enfrentarse a la muerte de manera heroica, y estoy tan orgullosa de tí por eso, no fingiste heroísmo como tu primer plan al pisar mi hogar, sino que accediste a pesar de la posibilidad de perder la tuya, fuiste rápido en avisarnos y salvaste a mi gente y a mí, pensaste en otras personas además de ti mismo.

Hans por primera vez en su vida se sintió apreciado, nunca había pensado de esa manera, su antiguo tenía una regla, que solo él era la prioridad y que los demás eran meros instrumentos, pero al sentirse acogido por la persona a quien había intentado dañar, esa persona que tenía todo su poder y derecho para vengarse contra este ser impío, le dió más de lo que necesitaba.

—Era mi deber —dijo, declarando con un cierto tono tosco y distante, para evitar la cercanía emocional, no quería que se hiciera falsas ilusiones—. He saldado mi deuda contigo.

Hans le dió la espalda a Anna, caminando a ritmo acelerado, pero la reina no lo dejaba ir tan fácilmente, sintió sus suaves manos rozando su palma y lo detuvo en el momento preciso.

—Sin embargo, sabías que no era tu obligación quedarte, y lo hiciste —dijo, haciendo que Hans se detuviera por completo y se conservara tenso, aún sin voltearse —¿Por qué no ves lo que yo veo en tí?

El principe pelirrojo seguía inmóvil, conmovido por el misericordioso corazón de Anna, sin embargo permanecía con una inquietante mudez temporal, hasta que abrió ligeramente sus labios.

Una década extrañándote [Hans x Anna Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora