Mi hogar eres tú

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Han pasado siete meses desde entonces.

Cuando apenas llegó el séptimo mes, el doctor encargado de curar al príncipe retiró exitosamente la escayola, se sorprendió al ver lo rápido que se curó, antes del tiempo establecido.

Anna celebró esta noticia con el personal del castillo, Kai no entendía el propósito de la celebración, solo fue una simple visita médica, la última, pero para Anna era motivo suficiente para preparar kransekake, un postre tradicional consumido habitualmente en ocasiones especiales.

Hans y Anna progresivamente se volvían más cercanos, sin embargo no era sencillo, el príncipe cada vez la evitaba cuando ella trataba de acercarse.

A pesar de tener un semblante difícil de leer, por dentro se derretía al ver su cálida mirada color cielo, deseaba acercarse pero por más que quisiera, era consciente de lo peligroso que era ceder ante los sentimientos.

Solamente se acercaba cuando pedía criticas constructivas, después de eso nada más.

Sin embargo eso era una oportunidad para la reina, de demostrarle simpatía , cada critica constructiva que le daba, implementaba un elogio sutil o eso creía, aún así no vio reacción alguna en el rostro de Hans.

¿Acaso sentía?, parecía que las emociones no existiesen en su ser, incluso para ver algo de reacción le dio un beso en la mejilla aquel día de invierno como agradecimiento por bajar a Olaf del árbol, en primer lugar se preguntaba ¿cómo hizo para subir tan alto estando con una pierna inmóvil?

Semanas después

Era un día soleado, el sol estaba en su punto máximo, Hans sentía como se le abrigaban los huesos, era un calor reconfortante, más el ambiente de pájaros cantando mejoraba la experiencia, a su lado estaba Anna, sostenida de su brazo mientras descansaba su cabeza sobre su hombro, esto incomodó a Hans, alejándose a una considerable distancia, Anna vio como se sentía y decidió soltarlo, pero sin separarse por completo, aprovechó la salida para mostrarle todos los lugares de Arendelle, específicamente sus lugares favoritos, estaba emocionada.

—Anna, debemos regresar al castillo —comentó Hans, ya veía venir esta salida como otro de sus muchos intentos para acercase a él—. La comida se enfría y no tendré donde sentarme.

—Sabes que en cada mesa te guardo un asiento, ¡no te preocupes!, además, los krumcakes están intactos en el gran comedor, le dije a Gerda que vigile, ningún guardia podrá comérselos.

—Yo quería comerlos —expresó apenado Jhon el guardia real, sobándose la barriga que rugía de hambre, su deber era acompañar a los pelirrojos en el paseo.

—Lamento eso Jhon, ya tendrás muchos para comerlos cuando regresemos, le diré a Kook que te prepare doble ración.

Mientras iban caminando, Anna olfateó un exquisito olor que provenía de la panadería, necesitaba tiempo a solas con Hans, pero no podía porque el guardia los estaba acompañando muy de cerca, a menos que. . .

—Jhon, ¿qué tál si compras Krumcakes en la panadería de la esquina?, ten, te regalo una bolsa llena de monedas.

El guardia saltó de felicidad como un niño, entonces enseguida fue a la panadería, sin antes agradecerle a la reina por su maravillosa generosidad y prometiéndole que regresaría pronto, estaba seguro que lo esperarían sin problema, sin saber cuan equivocado estaba.

—¡Ven conmigo! —Anna jaló el brazo de Hans con tanta fuerza, casi haciéndolo volar, él dio un grito ahogado ante su agarre, sin evitar sonreír discretamente al ver la espontaneidad de ella.

Se deslizaron hacia los enormes muelles de la costa de Arendelle, donde se conocieron por primera vez, ella de los bolsillos de su vestido sacó un par de cucuruchos dulces que había tomado de la concina, miró a Hans con una serena sonrisa, invitándolo a comer con ella.

Una década extrañándote [Hans x Anna Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora