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📍Universidad de Qatar

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📍Universidad de Qatar

La claridad del nuevo día se asomaba por la ventana de la habitación número siete, dónde la pareja cordobesa había convivido toda la competición.

Lola se removió entre las sábanas estirando cada extremidad del cuerpo, sus manos fueron directo a sus ojos para frotar y abrirlos con pesadez. Plantó ambos pies sobre el frío piso de cerámica y tomó una generosa bocanada de aire, activando sus sistemas internos y musculares.

Desde su lugar observó a su compañero, que aún dormía profundamente boca abajo. Julián estaba esparcido por toda la cama, tapado de la cintura para abajo y su espalda totalmente descubierta.

"¿Porqué sos tan lindo? te odio." pensó internamente, mordiéndose el labio por inercia.

Sus manos se hundieron en el colchón, dándole impulso para ponerse de pie, agarró lo primero que vio en el placard y se metió en el baño para cambiarse. Cuando estuvo lista, salió del cuarto y procuró hacer el menos ruido posible para no despertar a Julián.

Las agujas del reloj le marcaron las ocho en punto al llegar a planta baja, ingresó en el salón observando que el desayuno estaba recién colocado en las largas mesas. Saludó a Montiel y al Huevo Acuña, quiénes se ubicaban en las primeras mesas del lugar, y siguió de largo. Unos pasos más adelante vio a Nico Otamendi sentado sólo, su cabeza estaba gacha viendo el celular y al lado su equipo de mate preparado.

- ¡Buenos días, General! - saludó al acercarse, dándole un beso en el cachete y un abrazo

- Buenos días, ¿cómo amaneció la estrella del género urbano?.

- Un montón ese título - soltó una risa vergonzosa - Pero bien, ¿vos, como estás para hoy?.

- Con ganas de cabecear pelotas - confiesa él - Le vamos a meter tremenda goleada a los manteles de mesa.

Lola asimila la comparación y ríe.

- ¿Compartimos unos mates? - le propone Nicolás, ella asiente sonriente - Dulces, ¿verdad?.

- Obvio, porqué pa' amargo estás vos.

- Andá, yo siendo todo un caballero, invitándote, y vos saltando como víbora.

- ¿Yo víbora? nunca, para eso existen otras - exclamó Lola, levantando una ceja y tirando una sonrisa ladina

- Vamos a buscar el termo cargado, algo para comer y me contas el chisme.

Tal y como Otamendi dijo, fue lo que se hizo. Mientras una de las cocineras le entregaba a él el termo con agua caliente, Lola seleccionaba varios alimentos para compartir. Regresaron a la mesa simultáneamente e iniciaron la charla, el tatuado cebó el primer mate y se lo pasó a su acompañante.

El resto del plantel comenzó a llegar progresivamente, ocupando la totalidad de mesas del salón. Por la puerta se asomó el dúo salido del Millonario, qué eran los últimos en bajar a desayunar.

𝐑𝐄𝐅𝐋𝐄𝐉𝐎 | Julián ÁlvarezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora