Me veía muy bien. Me veía tan diferente y tan bien que me miraba constantemente en el espejo para asegurarme de que ésa en verdad era yo. Mi pelo dorado en capas y el maquillaje que me habían puesto como prueba, y que mi abuela me había comprado en el salón de belleza, me daban un aspecto completamente distinto. Claro, seguía siendo yo pero muy cambiada, con otra actitud incluso.
Esa nueva yo me gustaba mucho. Pensaba muchas cosas al mirar rni reflejo. ¿Qué diría Dago si me viera así? ¿Le gustaría? ¿Dejaría a Ximena por mí? Habíamos ido después a algunas tiendas de ropa, pero el gusto de la abuela y el mío no tenían nada que ver y rápidamente nos dimos cuenta de eso. En vez de pelearnos, dimos la expedición por terminada. Mi nueva escuela estaba padre. Era grande y con mil salones, un patio para deportes y jardines alrededor. Hablamos con la directora, que conocía bien a mi abuela, y ella mandó llamar a su vez a la secretaria para que le entregáramos todos los papeles de mi antigua escuela. Me dijo que estaba segura de que encajaría muy bien y me anotaron en el área de ciencias y matemáticas. Con mi nuevo look sentí que no sólo me veía mejor sino que la gente reaccionaba de manera distinta a como lo hacía antes. Más amables por supuesto.
Faltaban dos semanas antes de que empezaran las clases y aún había muchas cosas por hacer. Los lentes ya no iban con esa imagen y aunque casi no veía nada, desde que salí del salón ya no quise usarlos. Cuando estábamos frente a la directora de la escuela vi que la abuela me miraba complacida. Regresamos a casa y mi madre sólo dijo que no entendía cómo una "chica de diecisiete años" se querría pintar el pelo. Los productos químicos de los tintes eran sumamente dañinos no sólo para el pelo sino también para el medio ambiente. Mi abuela respondía: "Sí, sí, todo lo que quieras, pero la niña se ve preciosa". Mi papá incluso comentó que me veía muy linda. "Quién habría pensado que íbamos a tener una blonde bombshellen la familia" y me abrazó con fuerza. Por primera vez me sentí mucho más cercana a la burguesía que al grupo de los comegranola: el mundo deslavado, hipersensible y sin chiste de mi madre.
Cuando hizo su comentario sobre el daño al medio ambiente de los químicos y del provocado por el "rubio cenizo" de Loreal Preference, empecé a sentir pena ajena y a verla un poco con los ojos de mi abuela.

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Mi vida de rubia
RomancePamela, una chica de 17 años, vive en San Miguel de Allende, Guanajuato, con sus padres siento hija única. Durante la mayoría de su vida se a visto como una "recha", empezándose a sentir un fantasma social, visible para su pequeña familia pero invi...