XIX

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Después de la fiesta, las dos semanas que faltaban para el festival de invierno pasaron muy rápido. Había un ambiente extraño en la escuela. Pronto serían los exámenes semestrales y justo después llegarían las vacaciones de Navidad. Mis amigas se iban todas fuera de la ciudad y yo me quedaría en casa, por primera vez en varios meses, Sin nada que hacer más que ver a mis padres que discutían más y más y a mis abuelos que realmente no tenían mucho qué decir. Decidí ponerme a estudiar porque no quería reprobar los semestrales. Pola, Vania y Manuela iban a hacer lo mismo. A Lía le daba igual porque no tenía de qué preocuparse, nadie la reprobaría, pero tampoco era que le importaran gran cosa las calificaciones. Con tal de graduarse, todo estaría bien. El festival fue más divertido de lo que me imaginaba. Nuestros outfits para la coreografía estaban muy bien y Lía se iba a lucir de lo lindo. Finalmente, se decidió que la coreografía fuera más como un skit musical. Lía tuvo la idea de basarlo en una escena de una película viejita que se llama Footloose. Vania sería una nerd que no sabía bailar y Lía le enseñaría. Allí empezaba la canción de Beyoncé. Pola, Manuela y yo sólo teníamos que estar atrás bailando. Richie no llegó y eso puso a Lía de muy mal humor. Nos reímos mucho del skit que hicieron Monroe y sus secuaces. Una pequeña obra de teatro bastante cómica sobre lo que sucedía en el salón de maestros. Cada uno imitaba muy bien a alguno de los profesores y profesoras. Incluso se vistieron de mujeres. El número circense de Dante estuvo espectacular y nos reímos y burlamos mucho también de los intentos de cineasta dizque ntelectual de unafeak emo. Sabía que emo significa "emocional" y ya empezaban a aparecer emos entre los de quinto y sexto que se pintaban la cara con lagrimitas y se vestían siempre de negro. El cortometraje en video de la chava emo era sobre el dolor y la muerte. A mí me gustó, y me hizo recordar cosas que sentí cuando murió Hannah, pero claro, fingí que era una mafufada y me burlé junto con los demás. Con motivo del festival de Navidad, por todas las paredes de la escuela había dibujos, poemas y esculturas de los de los talleres de quinto y había realmente un ambiente de fiesta padre. Nuestro espectáculo causó sensación, sobre todo por las luces de un técnico del taller de teatro a quien había convencido Lía para que nos ayudara. Los hombres, por lo menos, nos aplaudieron mucho. Lía decía que las chachalacas estaban impactadas y celosísimas, y que aunque las mujeres no aplaudieron, los chiflidos de los hombres bastaron para que nos sintiéramos muy satisfechas. Sobre todo Lía se veía muy complacida, aunque yo sabía que estaba súper decepcionada de que su novio no hubiera querido ir a verla bailar. A Vania no parecía importarle mucho hacer el papel de nerd. Me daba un poco de pena que siempre aceptara ser la reina de segunda categoría y que Lía la utilizara como lo hacía, pero repito, yo nunca hice nada para evitar que siguiera sucediendo. Después del festival, ya sin ninguna presión, durante las siguientes dos semanas me iba a casa rápidamente a estudiar y creo que, aunque no lo confesaran, Lía, Vania, Pola y Manuela hacían lo mismo. Todas poníamos pretextos de doctores y dentistas para ausentarnos, y Lía decía siempre que tenía que acompañar a Richie a mil lugares. Ninguna había exentado una materia y ya que sabíamos bien que los exámenes de fin de curso eran casi un regalo para que todos pudiéramos graduarnos, esos semestrales serían los más lmportantes del año. Los exámenes pasaron rápido pero no sin algunos dolores de cabeza. Me di cuenta de que podía vagar mucho durante el semestre, pero que a la hora de los exámenes sí tenía que estudiar y mucho. Los profesores, sin embargo, nos ayudaron y aunque calificaban en curva, o sea a partir de la calificación más alta hacia abajo, siempre nos daban algunos puntos extras. Como yo sí estudié, a mí no me fue tan mal, incluso superé las calificaciones de algunas de las chachalacas del salón. A veces no me podía concentrar en los exámenes de tronco común porque Dante me miraba obsesivamente, pero, como me halagaba, no le decía nada y a veces incluso le sonreía. Para el examen final de Derecho había que resolver algunas preguntas en equipo y nos tocó trabajar juntos. Desde el principio nos fue muy mal porque él no se concentraba. Creo que el profesor se dio cuenta del dilema y nos cambió a mitad del examen, pero de cualquier forma a ambos nos puso un ocho.

Mi vida de rubiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora