XV

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Justo cuando crees que todo es predecible, sucede algo que rompe con todos tus esquemas. El siguiente lunes nos convocaron a todos a una asamblea extraordinaria después del descanso. Mis amigas, en el homeroom, me dijeron que eso sólo sucede cuando hay malas noticias. La directora nos anunció, con lágrimas en los ojos y la voz entrecortada que Hannah había muerto. Quería organizar una asamblea especial para conmemorarla ese mismo viernes. Tras decir esto, cayó un silencio terrible en la asamblea. Mi primera reacción, aunque yo ni siquiera conocí a Hannah fue llorar, pero no salían las lágrimas. Volteé a ver a mis amigas. Lía se puso pálida, y Pola, Manuela y Vania estaban en un estado de absoluto desconcierto. No podía ser cierto. Su amiga, una de ellas, una niña perfecta, una reina, había dejado de existir a los dieciocho años. La directora y el profesor Jameson pidieron voluntarios para ayudar a organizar la asamblea en honor a Hannah.

Yo sabía que en la escuela la mayoría de las mujeres odiaban a Hannah tanto como a Lía, Pola, Manuela y ahora a mí, pero en ese momento creí que todos nos íbamos a caer al piso desmayados de tanta tristeza. Nunca había sentido algo así. Fue una mezcla de terror, de incredulidad y también de frustración. ¿Cómo podía suceder eso? ¿No éramos invencibles e inmortales a nuestra edad? Si todo a lo que uno aspiraba en la vida era a ser feliz y hacer muchas cosas y divertirse y ser muy amado, ¿cómo podía ser que a los dieciocho años todo se acabara cuando apenas empezaba? Miré la cara de Lía y parecía que iba a llorar y sin embargo recobró la compostura y desde ese momento mantuvo una expresión seria pero impasible. El hecho de que ni siquiera se inmutara ante la noticia de la muerte de una de sus mejores amigas me dio mucho miedo. A veces Lía era tan insensible que me daban ganas de sacudirla, pero yo tampoco decía ni hacía nada que pudiera molestarla por miedo a sus represalias. Pola, Vania y Manuela se abrazaron y se pusieron a llorar cuando salimos de la asamblea y todos nuestros compañeros las miraron por primera vez como seres humanos. Me incluyo en ese grupo. Sentí muchísima tristeza y mucha compasión, sobre todo me dio tristeza no haber conocido a Hannah.

Más tarde, ese mismo día, la directora nos llamó a las cinco y aunque yo no había conocido a Hannah, como su reemplazo dentro del clan de las reinas me tocó a mí también el discurso sobre la anorexia y el peligro de hacer dietas y llevarlo al extremo de no querer volver a comer. Nos explicó que Hannah ya había sido cremada hacía unos días y que no le habían avisado a nadie porque sus padres consideraban la muerte de su hija como un suicidio. Deseaban mantener el asunto entre la familia. El padre de Hannah le había avisado a la escuela apenas esa misma mañana. Lía dijo que estaba de acuerdo con la directora y con los padres de Hannah, que la muerte de su hija había sido por estupidez, por necedad, por no cuidarse y porque evidentemente Hannah estaba desequilibrada emocionalmente. Lo dijo de tal forma que todas la volteamos a ver atónitas. Pola y Manuela lloraban sin entender. Yo sabía por qué Lía había dicho eso: para cubrirse, porque era sabido que ella impulsó a Hannah a hacer una dieta rigurosa, ya que ninguna de las reinas podía estar pasada de peso. Supongo que en su mente habría una justificación al estilo de que "las reinas" era un club que sentaba precedentes y que dictaba modas y comportamientos, con códigos muy estrictos. Ella, como líder, debía llamarle la atención a alguien del club que estuviera fallando y mantenerse siempre en csa postura. Su rigidez quizá había provocado que muriera una de sus mejores amigas, pero Lía no lo aceptaría jamás, prefería echarle la culpa a Hannah siempre y llamarla estúpida. Manuela, que era buena organizadora, fue después con el profesor Jameson para ofrecer sus servicios en la organización de la ceremonia y yo me ofrecí a ayudar con lo que pudiera. Pola dijo que yo era la "intelectual" del grupo y que seguramente era buena con las computadoras, lo cual me hizo reír por dentro, no entendía cómo ser buena con la compu me podría hacer una intelectual, pero así eran mis amigas. Me tocó hacer una especie de video digital con las fotos de Hannah que Pola y Manuela tenían de la primaria y la secundaria. Lía se desapareció, creímos que se había ido a su casa pero llamó más tarde al cell de Pola para decir que estaba en Perisur y que si la alcanzábamos después de clases. Pola y Manuela dijeron que no, que preferían ir directamente a sus casas, que no se sentían muy bien. Yo accedí y quedé de verla en el café del primer piso donde habíamos ido una vez las cinco.

Al llegar me pareció verla todavía llorando, Lía dijo que la verdad es que no entendía cómo Hannah se podía haber muerto. Todo lo decía en un tono muy blasé mientras prendía un cigarro y luego otro sin darle el golpe porque Lía no fumaba y yo no sabía qué decirle. Yo no tenía ninguna experiencia con la muerte, no sabía lo que podrían estar sintiendo las tres mejores amigas de Hannah, y mucho menos Lía, que tenía parte de culpa. Sin embargo, Lía no quería hablar más del asunto y me convenció de que entráramos al cine ' a ver lo que sea", dijo, "no importa qué". Le dije que tendría que llamar a casa y me prestó su celular. Me contestó la abuela y le expliqué rápidamente que tenía que hacer un trabajo con Lía y que llegaría a cenar. No me preguntó nada y colgué. Al salir del cine Lía dijo que no quería estar sola. La habría invitado a mi casa a dormir, pero me daba mucha pena que viera a mi madre, así que nos fuimos a su casa. Le expliqué a la mamá de Lía que Jennifer no hablaba muy bien español así que cuando marcó a la casa de los abuelos, ella pidió hablar con mi abuela. Le explicó lo que había pasado y ella dio su permiso. La mamá de Lía ya sabía lo de Hannah porque le habían hablado de la escuela. Nos dijo que podríamos cenar en el cuarto. Me sorprendió mucho que no se acercara para nada a abrazar a Lía y que jamás le dijera "lo siento mucho" ni nada por el estilo. Mi madre, si hubiera sido yo en vez de Lía, me habría cubierto de abrazos y besos y me habría dado una explicación larguísima sobre los ciclos de la vida, la reencarnación y el mundo de los sueños de los australianos aborígenes. En fin. Con esa reacción entendí bien por qué Lía a veces tenía reacciones de tanta frialdad. En su casa no cabían las emociones y era obviamente penado demostrarlas abiertamente. Vimos tele, escuché cómo Lía hablaba con Richie y le contaba de Hannah y cómo sólo entonces se le suavizó un poco la voz y creo que lloró. Después nos dormimos, cansadísimas por las emociones del día.

No tenía qué ponerme para ir a la escuela al día siguiente así que Lía escogió un outfit padrísimo. Creo que en otras circunstancias nunca me lo habría prestado, pero ya que no dije nada, la escuché y la acompañé cuando lo necesitaba, quería darme un premio. En la escuela, el ambiente se había tornado muy solemne. No se escuchaban risas y cuando entramos al corredor principal, todos nos volteaban a ver, especialmente a Lía, pero nadie decía nada, ni un "lo siento" pero tampoco nada negativo. Simplemente había silencio. Monroe nos interceptó en el pasillo y se acercó a abrazar a Lía, pero ella lo empujó y le dijo algo que no escuché. Monroe se quedó parado mirándola confundido. Dante me preguntó si Hannah se había suicidado. Yo sólo le respondí con un "no" muy suave. Creo que no lo dije muy convincentemente porque me tomó por sorpresa su pregunta.

Escuché que una chachalaca perversa decía en la clase mirándome: "Llegó la hora de la venganza en contra de las reinitas, como en la película de Heathers. Van a morir una por una". Y se carcajearon ella y sus dos amiguitas. Después supe, porque busqué en Internet un poco asustada, que estaban hablando de una película viejita con Winona Rider donde las chavas guapas de la escuela se empiezan a morir y todas parecen suicidios, pero en realidad es un freak interpretado por Christian Slater el que las está matando. Pasé la tarde en la computadora, con el movie maker de windows haciendo el video para la ceremonia del viernes. Le hablé a Pola y a Manuela para preguntarles cosas sobre Hannah, su música favorita, si alguna vez había dicho que algún libro le gustaba y cosas por el estilo. Pola sabía más que Manuela, pero ninguna de las dos tenía mucha idea sobre los gustos de Hannah al final de su vida. Me confesaron ambas que aunque Hannah había sido su mejor amiga y su compañera desde la primaria, cuando la internaron en la clínica para anoréxicas y bulímicas, Lía estaba tan enojada que les prohibió ir a visitarla. Se acordaban de anécdotas de la primaria, de viajes que habían hecho juntas con la escuela o del campamento de segundo de secundaria. Me dijeron que Dante y Hannah se habían hecho novios en ese campamento y habían seguido juntos durante los dos años siguientes en la secundaria. Ambas dijeron que ella siempre lo había querido mucho. De hecho encontré una foto de los dos abrazados en ese campamento, muy sonrientes. Hannah había sido realmente muy bonita. Tal vez la más bonita de las cinco fantásticas y en ninguna de las fotos se veía que fuera en lo más mínimo gorda.

Aparecía siempre como una chava muy li nda, de apariencia dulce incluso, con mucho estilo y siempre sonriente. Pasé el resto de la noche bajando y escuchando canciones para poner en el video al día siguiente después de clases. Miraba y miraba la foto de Dante y Hannah en el campamento: abrazados, enamorados, felices. Eso era a lo que aspiraba yo, sólo eso y ahora estaba metida en un mundo que no tenía nada que ver con mis aspiraciones iniciales. Me dio mucho miedo descubrir que, de alguna forma, me estaba boicoteando para no lograr lo que realmente quería. Aunque jamás se lo hubiera confesado a nadie en ese momento. Creo que soñé con Hannah en el campamento toda la noche, su sonrisa tan dulce y sus ojos felices.

Mi vida de rubiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora