Pasó la semana de manera muy similar a ese primer lunes de la asamblea. Hasta el aire que se respiraba en la escuela era distinto. Todo había cambiado: nadie se peleaba, las chachalacas dejaron de decir cosas en contra de nosotras al comprender la gravedad de lo sucedido. Nadie ponía mucha atención en las clases y los profesores de los homerooms querían que habláramos de nuestros sentimientos sobre la muerte de Hannah. A Lía, Pola, Manuela y Vania las hicieron ir con la psicóloga de la escuela para que las ayudara a sobreponerse a la pérdida. En vez de tener clases normales en el homeroom, la directora nos visitaba y nos aleccionó a todos sobre los peligros de las dietas, las adicciones y las relaciones sexuales. No sé cómo lo de las relaciones sexuales venía al caso, pero cualquier momento era bueno para que la directora agarrara el micrófono y se echara sus discursos moralistas. Sin embargo, sí creo que, como era la primera vez que moría un alumno en la preparatoria, tanto a los alumnos como a los profesores nos impresionó mucho lo que le había pasado a Hannah y era bueno intentar encontrar respuestas, aunque a veces fueran fáciles y poco atinadas. Manuela me contó que en la primaria, un niño que se llamaba Mauricio Slass había muerto de leucemia, pero que nadie lo conocía muy bien porque estaba en tercero cuando ellas iban en quinto. A la hora del lunch, en la Plaza Cluny, Pola nos platicó de cuando había muerto su abuela, que había sido muy triste y que su madre había llorado durante mucho tiempo. Lía estaba de muy mal humor y no quería seguir hablando de muertes. Después se sintió un poco mal por su dureza y dijo que pensaba que a Hannah le habría gustado que nosotras siguiéramos con nuestras vidas felizmente. Se puso a platicar de los planes de boda con Richie y a decidir si sería mejor en Cuernavaca o en Acapulco, que si su vestido debería diseñarlo Macario Jiménez o si debía comprarlo en Los Angeles cuando fuera a visitar a su papá. Nos dijo que nosotras obviamente seríamos las damas de honor y que ella pensaba que nuestros vestidos deberían ser color lila, pero que cada quien podría escoger el corte que más le favoreciera. Cuando escuché que el papá de Lía vivía en Los Ángeles, caí en cuenta de que nunca le había preguntado por qué su papá no estaba en casa, ni siquiera me cuestioné sobre eso la noche que me quedé a dormir allí. Supongo que me imaginaba que sus padres estaban divorciados, pero no que él viviera fuera de México. Le pregunté entonces qué hacía su padre y me dijo que era cine fotógrafo en Hollywood, que fue así como ella conoció a Richie, a través de su padre, en una filmación en México a la que ella lo acompañó. Richie era el asistente del director, y desde que la vio se enamoró perdidamente. Así habló Lía hasta hacernos olvidar un poco lo que estaba pasando, al final del lunch todas estábamos más animadas. Noté que Lía ya no se paraba al baño al terminar de comer. Tal vez toda esta historia con Hannah la había hecho tenerle miedo a la muerte por bulimia. Yo sabía, por los libros de medicina que había leído, que la bulimia es sumamente peligrosa, que causa úlceras y que puede provocar deshidratación al grado de ser mortal en caso de infarto, entre otros peligros. Supuse que Lía también se había puesto a leer. Esa noche soñé que me ahogaba en la alberca de la escuela. Me quedaba en el fondo y ya no necesitaba respirar. Veía la cara de Hannah, nadando feliz en lo que se había convertido un mar hermoso, lleno de peces de colores. Sentí algo de envidia al verla. Era invisible. Era libre. Yo no había conocido a Hannah, pero después del sueño la sentí extrañamente cerca. El viernes fue la ceremonia y nos sorprendió mucho, al llegar al auditorio, que estuvieran presentes los papás de Hannah. Pola y Manuela se acercaron y los abrazaron. Pola había llenado el escenario con globos con la imagen de Hello Kitty, que le encantaba a Hannah. El video había quedado padrísimo y para hacer llorar a cualquiera. Los papás de Hannah estaban como en shock, no lloraban y no decían nada. Se quedaron pasmados, sentados, mirando hacia el infinito. No puedo ni siquiera empezar a imaginarme qué sentirían. Lía tenía que decir unas palabras, pero lo único que dijo, con absoluta frialdad, fue: "Hannah fue una gran amiga. La extrañaremos mucho". Mucha gente lloró en la ceremonia, incluyendo las monkeys, las zorras y las chachalacas, lo que me sorprendió. Me doy cuenta de que nunca las vi como personas reales. Como si las únicas que existieran fuéramos nosotras y los chicos, nuestros amigos y súbditos. Los hombres estaban callados, respetuosos y me dio gusto que nadie hiciera ningún comentario fuera de lugar. Al parecer, la muerte de alguien conocido saca lo mejor en la gente, Yo no lloré, pero sentí la tristeza apoderarse de mi cuerpo entero. De lo que me platicaron Pola y Manuela, de las fotos y de las canciones que escuchaba, que en realidad dicen mucho de una persona y, sobre todo, después de mis sueños, pensé en su muerte como una gran tragedia para todos, Un gran desperdicio de una vida tan joven, como dijo bien la directora al final de la asamblea. Lo que más me sorprendió fue ver que Dante estaba desconsolado. Lloraba y lloraba. Cuando vio que en el video estaba la foto de ellos dos en el campamento de segundo de secundaria; sonrió un poco y se calmó. Sí la quiso y la quiso muchísimo; eso me quedó claro. Yo no estaba muy segura de que alguien me llegara a querer de esa forma.
ESTÁS LEYENDO
Mi vida de rubia
RomancePamela, una chica de 17 años, vive en San Miguel de Allende, Guanajuato, con sus padres siento hija única. Durante la mayoría de su vida se a visto como una "recha", empezándose a sentir un fantasma social, visible para su pequeña familia pero invi...