DESDE EL PRINCIPIO

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DEL CUADERNO ROJO DE PAMELA SAN MIGUEL DE ALLENDE, 5 DE JULIO DE 2006


"¿Es mas importante que una niña sea bonita o inteligente?", le pregunté a Jennifer cuando yo tenia cinco años.

Ella me respondió rápidamente lo que supongo que cualquier buena madre contestaría a una hija de espíritu curioso y de apariencia mas bien chistosa. Al poco tiempo descubrí que me había mentido. "silencio", de dijo el abuelo -algunos años después- mientras discutíamos sobre algo que ya no me recuerdo. "es mejor que lo aprendas de una vez: las mujeres deben ser de cabello largo e ideas cortas". Al día siguiente fui a la peluquería de la esquina de su casa y les pedí que me cortaran la cola de caballo. Mi abuelo se enojó tanto que me dejo de hablar durante mucho tiempo. Entendí entones que el peor pecado que podía cometer era rebelarme en contra de lo que una jovencita, o sea: no ser una molestia para nadie y verme lo mas bonita posible.

Abro los ojos y los cierro nuevamente. Estoy ahora en tercero de secundaria en la clase de literatura del profesor Clavé: "Los mas trágicos serás siempre los personajes femeninos". Me cambio de asiento y estoy en segundo de prepa, pero sigo escuchando las voces que me reclaman mi condición: "Ay, monstruosa feminidad", repite un coro griego de voces ausentes, compuesto por los fantasmas de tías, abuelas, y bisabuelas resignadas, traicionadas, exiliadas y silenciadas. Yo las debo llevar en mi sangre, pero me rehúso a tener un destino similar al suyo.

Si le preguntas a alguien por mí, o sea por Pamela Montes Campbell (como las sopas) la mayoría de la gente de mi escuela respondería: "¿Quién?" así que hoy tomé una decisión. En el mundo que habitamos, el amor entra por los ojos, y yo pienso convertirme en alguien que los demás puedan amar con facilidad. Ahora sé que mi camino será el de la dieta y las clases de spinning, un look súpeffashion, el brassier "push up", un bronceado perfecto y mis blanquísimos dientes cepillados tres veces al día para poder siempre sonreír ampliamente.

Si me sigo atreviendo a mirar al mundo con in- terés, debo fingir desinterés y desconocimiento del exterior, no vaya a ser que alguien se sienta menos inteligente que yo. No hay nada menos sexy. No voy a bajar nunca más la mirada porque sólo leeré el Vogue y ése siempre se lee de frente. Tendré los ojos vacíos pero las cejas bien depiladas y el rimel perfectamente bien puesto. Seré absolutamente adorable.


Mi vida de rubiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora