Pasaron un par de semanas después de la ceremonia de Hannah y poco a poco las cosas egresaron a la "normalidad". Todos hablaban de la fiesta de cumpl eaños de Monroe en el "Cerebro". Monroe cumplía dieciocho y había decidido hacer una fiesta inolvidable, con unos dj 's que todos parecían conocer salvo yo. Teníamos que ir, aunque era la fiesta de un chavo de la escuela, porque Lía decía que era importante de vez en cuanto socializar con los gonzos y con los otros chicos. Si no íbamos, eso podría perjudicarnos en los últimos meses de reinado. Decidimos ir más guapas que nunca y necesitábamos nuevos outfits para la fiesta. Decidí pedirle dinero a la abuela porque yo estaba casi en bancarrota. Me dio el dinero muy contenta para "mi primera fiesta oficial" de la escuela. Me dijo que quería ver mis calificaciones mejorar un poco, aunque no estaban mal. Y yo sabía que le daba un placer perverso que acudiera a ella para todos los permisos, dinero y que le contara de mi vida en vez de ir con Jennifer. De entre los gonzos no había nadie ni medianamente interesante para mí; el único de la escuela que me llamaba la atención era Dante, que tenía espíritu, pero que desafortunadamente era un indeseable" ahora, aunque no lo había sido cuando era novio de Hannah. La verdad es que sí me daba flojera el hecho de que fumara mota. En esos días había un rumor en la escuela de que una de las monkeys era lesbiana. Fue un escándalo enorme entre la población de alumnos, porque nadie nunca había salido del clóset abiertamente. Se sabía que Rogi, un chavo de quinto, un súper fresa, era gay, pero se llevaba muchísimo con las niñas de su salón, y con las reinas de quinto que lo defendían siempre, así que nadie se atrevía a meterse con él. Pero esa chava, la monkey de nuestro año, había declarado públicamente, en la clase de literatura, que era gay. Lo había hecho a través de un poema de amor dedicado a otra chava. Eso sí, nunca dio el nombre de su amada. Todos hablaban de lo mismo y las reinas estaban escandalizadas y asqueadas por la noticia. Lía, por supuesto, juraba que el poema se lo había dedicado a ella y decía que quería vomitar cuando la veía. A mí me daba lástima, por valiente y por tonta, porque en una escuela como la nuestra no podías leer un poema de algo íntimo en clase y mucho menos si el tema era sobre el amor que sentías por otra mujer. La gente tonta me molestaba por eso, cómo que no se daba cuenta del nivel de peligro que existía. Sobre todo para las mujeres. Eramos tan vulnerables a todo y había que estar conscientes de eso en todo momento. iAy, trágica feminidad! Para mí sería mejor ser una geek total, tener a tus amigas geeks o rolar siempre sola y no meterte en problemas ni provocar escándalos, en vez de ser una monkey y, además, eternamente conocida como una marimacha. Así asegurabas la desgracia social para siempre y nadie, pero nadie, volvería a hablar contigo. Era lamentable la decisión de esa monkey. Se supo que alguien maligno la invitó a la fiesta de Monroe, como una pésima broma, e incluso le dijeron que fuera con su novia, que todo estaba cool. Pero creo que descubrió que no era cierto; yo esperaba que no asistiera e hiciera un ridículo mayor. Me siguieron llegando correos de Pablo durante algunas semanas, que obviamente no contesté, aunque sentía un enorme malestar cada vez que veía su nombre en mi inbox, y leía cada una de sus palabras con muchísima atención. Cada una era importantísima para mí, pero sentía que no podía contestarle. Si le decía que yo también lo quería tendría que verlo y dejarme ver. Me avergonzaba mucho ser un fraude, pero no iba a resignarme y a volver a ser quien era antes. Tampoco quería seguir llevando una doble vida. Prefería que Pablo pensara que lo había olvidado o que yo no lo quería. Las conversaciones que se escuchaban en los pasillos entre las chachalacas y todos los demás eran sobre a qué universidad irían. Mientras tanto Lía sólo hablaba de su boda. Pola y Manuela me dijeron que querían entrar a la Anáhuac a diseño gráfico y si no lo lograban, por calificaciones, irían a otra escuela a estudiar comunicación. Vania decía siempre que se iría a Suiza para aprender francés y después entraría a algún cursillo de diseño de interiores. Después de clases yo seguía saliendo con mis amigas de shopping, a comer algo o al cine. No quería pensar en el futuro, ni tomar decisiones de nada. El trabajo de la escuela lo hacía con bastante facilidad y aunque ya no era chica de diez, sí lo era de ochos y nueves, y eso era lo suficientemente bueno para mí y suponía que para la mayoría de las universidades en México. Cuando a veces me despertaba en la mañana, me tranquilizaba pensar que faltaba muy poco para tener que decidir lo que estudiaría y en dónde. En la siguiente asamblea anunciaron que pronto sería el festival de invierno, tradicionalmente organizado por sexto. Cada área tenía que montar un stand y los alumnos hacer algún tipo de espectáculo: circo, danza, video, lo que cada quien quisiera. Lía decidió que ya que era nuestro último año teníamos que hacer algo súper wow. Algo que nadie olvidara. Yo no soy muy buena para bailar, y la verdad es que eso me tenía un poco nerviosa; sabía que las reinas tenían su showcito, como le decía Lía, que habían hecho hacía algunos años para el talent show de la escuela en tercero de secundaria y que a las tres les gustaba mucho bailar. Yo a veces ponía videos para ver cómo bailaba la gente y practicaba un poco en casa, pero me imaginaba que no podría bailar como ellas jamás. Lía había puesto una coreografía y teníamos nuestro primer ensayo el sábado en la mañana en casa de Pola. Después del ensayo pasaríamos la tarde preparándonos para la fiesta y dormiríamos en casa de Lía, ya que su mamá no iba a estar. Mi primera piyamada. Íbamos a ir a la fiesta con Richie y sus amigos. Richie le había dicho a Lía que yo le gustaba a su amigo Fero, el otro directorcito que me había dado el teléfono de la agencia para aparecer en su comercial. Aunque siempre había querido gustarle a alguien, la verdad es que la noticia no me emocionó. Sólo pensaba en Pablo y a veces en Dago como mi ideal masculino. En ese sentido, mi plan de ser popular que me llevaría a enamorar a alguien maravilloso no estaba resultando. A veces deseaba acabar con todo mi enorme "fraude", pero la mayor parte del tiempo sentía que ésa era mi vida y que debería sentirme feliz y orgullosa de formar parte de la elite. Sin embargo, a veces, muy a veces, me sentía culpable y mal conmigo misma. Me había convertido en una perfecta manipuladora, una actriz de primera, aun en casa. Durante toda la semana estuve nerviosísima con lo del ensayo de la coreografía de Lía. No ponía atención en clase y sabía que para el examen de ética, la semana siguiente, necesitaría apuntes. Así que me atreví a pedírselos a un nerd que babeaba por mí cada vez que me veía llegar a clases. Ni siquiera recordaba su nombre, pero esa mañana en el homeroom le pregunté a una de las chachalacas cómo se llamaba el niño que se sentaba a su lado en historia. Cuando llegué a la clase me eché una súper actuación, imitando el tono y estilo de Lía, mientras hablaba con él, y por supuesto que se puso feliz de ayudarme. Las chachalacas se burlaron de él; las escuché cuando le dijeron que era un imbécil y que nada más lo estaba utilizando. Pero cuando él volteaba a mirarme, en vez de ignorarlo, le sonreía ampliamente y así él me creyó absolutamente. No sentí ningún remordimiento. En mi vida anterior, si Dago me hubiera pedido cualquier favor, lo que fuera, yo lo habría ayudado feliz. Empezaba a entender cómo funcionaban las cosas y cómo podría sacarle todo el provecho del mundo a mis encantos femeninos recién descubiertos. Sus apuntes estaban impecables, de modo que decidí pedírselos siempre. Al día siguiente le llevé un chocolatito, tal como me había enseñado Lía: "Porque somos lindas", me dijo un día. Aprendí que con una sonrisa y un detalle, te ganas a cualquiera. Las chachalacas, sin embargo, no se la tragaban para nada y me miraban de forma sospechosa. Por las tardes ensayaba algunos pasos que veía en la tele, pero me costaba mucho trabajo bailar. Simplemente era torpe y no tenía ritmo. Decidí que si en el ensayo no me sentía a gusto diría que mejor haría la parte audiovisual aunque, al parecer, ya tenían a un nerd haciendo el video que se proyectaría en la pared de fondo del escenario. Sería un espectáculo hip-hopero sexy. El día del ensayo desperté con dolor de estómago de los nervios. Sabía que allí sí me podrían descubrir, porque cualquier reina digna sabe bailar bien. Pero no sospechaba que la vanidad de Lía me salvaría. La abeja reina había diseñado una coreografía donde ella se luciría absolutamente y nosotras teníamos únicamente que hacerle de coristas, con algunos movimientos sencillos de brazos y pasos básicos de hip-hop. La verdad es que no me costó mucho trabajo aprendérmelos aunque sabía que sí tendría que practicar en casa. Ibamos a usar una canción de Beyoncé Knowles. Mi outfit para la fiesta de Monroe, sin embargo, lucía perfecto, skinnyjeans y una blusita de seda color magenta, con spaghetti straps, de Mango. Decidí ponerme un bra verde aqua debajo del top, para ser el look aún más sexy, y funcionó. A Lía no le gustó que llamara tanto la atención y me hizo algún comentario nefasto, pero decidí ignorarla después de que Pola me dijo que lucía súper cute y que no le hiciera caso a Lía, porque seguramente ella estaba celosa de que yo fuera a ser la reina de la noche. Cuando llegó Richie, entró a la casa con sus amigos y Fero no dejaba de mirarme. Richie llevaba una botella de Absenta y nos hicieron probar a todas un poco. Yo me empecé a marear con tan sólo unos sorbos, así que dejé mi vaso, pero Fero insistió en que me lo terminara, que así me la pasaría mucho mejor. Llegamos a la fiesta y a Monroe no le dio mucho gusto que fuéramos acompañadas, pero Richie y sus amigos se aburrieron pronto y dijeron que se irían a un bar y pasarían por nosotras más tarde. Lía no se veía muy contenta con el arreglo, pero ya estábamos allí y ella era la que había insistido tanto en que fuéramos para socializar con los de sexto, así que no había más que pasarla bien. Monroe se puso a bailar con Lía y vi que había mucha gente allí que no esperaba ver. Algunas chachalacas, todas las zorras y algunos forevers. De pronto vi a Dante acercarse y me puse a platicar con él. Me preguntó si haríamos algo para el festival de invierno y le dije que sí, que era una sorpresa. Fui muy cute con él y me reí de todo lo que decía, tal como veía a Lía hacer con Richie. Me dijo que él y sus amigos iban a hacer un espectáculo de circo, que habían aprendido en el taller del año pasado. Nos pusimos a bailar y vi que mis amigas nos estaban mirando, así que me disculpé con él y me fui con ellas. No comentaron nada al respecto, porque me liberé de él justo a tiempo, pero cuando vi que Dante me miraba mucho, la verdad me dio gusto gustarle. Al rato pasaron Richie y Fero por nosotras, así que nos despedimos de todos. Ya estaban muy borrachos y ya no nos extrañarían. Monroe intentó besar a Lía al final, pero nadie más que yo se dio cuenta. Richie y Fero llevaban ya algunas horas bebiendo, por lo que estaban un poco necios aunque chis- tosos. Cuando llegamos a casa de Lía se bajaron también, y Lía y Richie se fueron al jardín. Fero seguía diciéndome cosas, que era un escándalo lo guapa que era y cosas así. Pola y Manuela se reían y se burlaban un poco de él, pero la verdad es que a mí no me gustaba nada. Me pedía un beso cada tres segundos. "Por favor, por favor, uno nada más" pero yo me negaba, hasta que se empezó a enojar y entonces Pola me dijo al oído que mejor sí, que lo besara rápido para que ya no fuera tan agresivo. Me sentí muy vulnerable. ¿Por qué se tenía que hacer lo que quisiera el hombre y si no se enojaba? ¿Era ése siempre el caso en las relaciones entre las mujeres y los hombres? Pensé en el profesor Clavé y cómo nos había dicho que las mujeres éramos personajes trágicos por ser tan vulnerables a los hombres y a sus deseos. No sé por qué lo hice, pero me quedé allí con Fero y su necedad. Mis amigas se fueron a dormir. Yo me acerqué y le dije casi enojada: "Bueno, pues bésame" y se me quedó mirando y se rió a carcajadas. "Así no", me dijo: "Te besaré cuando realmente quieras que te bese, cuando te mueras de ganas. Y eso sucederá, te lo aseguro". En eso llegó Richie y se fueron. Lía no se veía muy contenta. Dijo que Richie le decía que estaba muy chava, que le faltaba experiencia y que no estaba seguro si deberían seguir o tomarse un break para que ella intentara vivir otras cosas, pero que ella sabía en el fondo que era porque no se quería acostar con él hasta no casarse. Un pledge es una promesa seria, me repetía Lía. Me quedé pensando en Fero y si tendría razón en que algún día me moriría de ganas de que me besara. Por lo pronto ya empezaba a pensar en él y en cómo se había reído de mí.

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Mi vida de rubia
RomancePamela, una chica de 17 años, vive en San Miguel de Allende, Guanajuato, con sus padres siento hija única. Durante la mayoría de su vida se a visto como una "recha", empezándose a sentir un fantasma social, visible para su pequeña familia pero invi...