-cap. uno

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— ¿Vos te estás escuchando? — Catalina le pregunto a Joan Laporta, presidente del FC Barcelona, quien asintió levemente —. Entonces, ¿escuchaste la tremenda boludes que acabas de decir?

Catalina sabía desde que había recibido una llamada por parte de su representante, diciéndole que Joan Laporta la quería en su oficina a primera hora de la mañana, que se la había mandado.

Sabía que estaba fuera de control; salía a fiestas, a veces se iba con el primer chico que le llamaba la atención y que bebía como si su vida dependiera de ello. Pero, ¿quien la podía culpar? Era joven, atractiva, jugaba en uno de los clubes más prestigiados del mundo y tenía dinero.

Obviamente que gracias a su comportamiento en los últimos meses había provocado que estuviera involucrada en quilombo tras quilombo. Pero Catalina metía un par de goles, el equipo ganaba, los aficionados quedaban satisfechos y listo, problema resuelto. Y lo mismo pasaba con la selección, y es que casi nadie le reprochaba nada ya que gracias a ella Argentina logró salir campeona de la Copa America femenina.

Pero al club no le gustaba para nada la actitud que Catalina había adquirido últimamente. No querían ver un artículo más de cómo el nombre de una de sus mejores jugadoras se manchaba, así que decidieron actuar. Llevándolos a la situación en la que se encontraban.

— Se que no es de tu agrado — Laporta se acomodo en su asiento, poniéndose mas cómodo. Más que nada porque sabía lo que se venía —, pero es lo mejor.

— ¿Para nosotros o para ustedes? — la argentina le preguntó con una ceja levantada e incrédula.

— Mira, se que no querréis hacer esto, pero es lo mejor para hacer que la prensa rosa os deje en paz. Catalina, a ti te están culpando de ser la causante de la ruptura de Julián Álvarez con su novia.

La nombrada rodó los ojos ante la mención de eso. Resulta que hace unas semanas comenzó a circular un rumor, diciendo que Catalina había sido la tercera en discordia en la ruptura de Julián Álvarez y su novia. Hasta se habían inventado que el jugador del City mandaba aviones privados a Barcelona para que la castaña lo pudiera visitar, lo cual era todo mentira.

— Son unos ridículos todos — Catalina murmuro, cansada de todo.

— Eh, señor — Pedri González decidió hablar después de estar todo el tiempo en silencio —. Yo te puedo asegurar que nada de lo que han dicho sobre mi es verdad. Ni siquiera se quien es la chica.

Al originario de Canarias le pasaba algo similar a lo que le pasaba a Catalina. A él también lo acusaban de haber sido el responsable de que una relación llegara a su fin. Y como era de esperarse, la prensa rosa lo estaba arruinando.

— Créanme que os creo — Laporta les dedico una sonrisa media triste —. Pero lamentablemente la gente no, y no podemos dejar que sigan hablando mal sobre vosotros.

— Cuando pasó lo de Pique no hicieron tanto espamento — la castaña cruzó sus brazos y se apoyó contra el respaldo de la silla.

Y era en parte cierto. Cuando se dio a conocer sobre la infidelidad de Piqué, el club no había hecho nada para tratar de limpiar la imagen del ex-futbolista catalán. Al menos hasta donde Catalina sabía, así era.

— Cuando sucedió lo de Pique, no se sabían tantas cosas como ahora — Laporta se encogió de hombros —. Además, Pique ya no es parte del equipo, por ende ya no es nuestro problema. Pero vosotros si, por eso este contrato es lo mejor.

— ¿Como que es lo mejor? — Catalina le preguntó un poco desesperada —. Esto va hacer que la gente hable más, y ya te aseguro que no van a ser cosas lindas. Al contrario.

— Se da a conocer su "relación", se habla sobre vosotros por algunas semanas, nadie estará enfocado en sus escándalos y ya esta. Limpios.

— ¿Y cuando el contrato se termine? ¿Que van a hacer cuando los titulares digan "la parejita del barça se pasan el lema del club por el orto"?

Decir que Laporta estaba perdiendo la paciencia con Catalina era poco. Sabía cómo era la actitud de la argentina cuando se enojaba, ya que lo dejaba ver bastante claro en los partidos, pero esto estaba superando sus expectativas.

— Eso ya se verá con el tiempo, ¿vale? — Laporta sonrió irónico.

Catalina, por primera vez en lo que iba de la reunión, decidió guardar silencio. Ya no sabía que más decir para que no la hagan firmar ese contrato. Así que, decidió que dejaría que Pedri tomara las riendas de la situación y deseaba que tire para el lado que ella quería.

— Vale — el canario habló por fin después de varios minutos en silencio —. Lo firmaré.

Laporta sonrió y Catalina lo miró con los ojos abiertos. Ella creía que si los dos se unían, el club no los iba a obligar a firmar ese contrato, pero parecía que se equivocaba.

— Así me gusta, Pedri — Laporta sonrió aún más como si estuviera en un cumpleaños.

Estiro la hoja de papel por el escritorio, dejándolo enfrente del mediocampista, junto con una lapicera. Pedri no dijo más nada y firmó donde ponía su nombre. Luego de eso, los dos hombres miraron hacia Catalina, quien tenía su mejor cara de culo puesta. 

— ¿Catalina? — Laporta le pregunto.

— Si no lo firmó, ¿me van a echar del club?

— Bueno, si no te hemos echado antes, no lo haremos ahora. Además, no queremos perder a una de nuestras mejores delanteras — eso provocó que una pequeña sonrisa se asomara por el rostro de Catalina —. Pero — y la sonrisa desapareció —, buscaremos a otro chico para que finja ser tu novio. Y créeme cuando te digo que tenemos una lista larga.

Catalina soltó un suspiro. Sabía que ya no tenía escapatoria, que el club no iba a dar el brazo a torcer. Así que se tomó el tiempo de debatirlo por unos segundos en su cabeza, llegando a la conclusión de que iba a ser mejor tener que fingir ser la novia de alguien que más o menos conocía, a qué tener que ser la novia de un, probablemente, completo desconocido.

Así que, sin decir una palabra, agarró el contrato y la lapicera, dejando su firma en aquella hoja de papel.

— Habéis hecho lo correcto, chicos — Laporta les sonrió —. Ya le iremos diciendo como se van a ir dando las cosas.

— ¿Eso es todo? — Catalina preguntó —. ¿O nos van a hacer firmar otro contrato donde tengamos que fingir un matrimonio y nos obligan a tener cinco hijos? — soltó sarcásticamente.

— Eso es todo — el presidente del club le respondió bastante relajado.

Catalina no necesito nada más y se levantó, caminando hacia la puerta y saliendo dejando un portazo.

— Tuve suerte de que no me haya revoleado la silla a la cabeza — Laporta murmuro haciendo que Pedri riera un poco —. Puedes irte, Pedri.

El canario asintió mientras se levantaba. Se despidió del presidente y se fue sin más. Sin dudas iba a ser unos meses bastantes interesantes.

se viene fuerte

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se viene fuerte.

𝐅𝐀𝐋𝐋𝐈𝐍𝐆 | Pedri GonzálezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora