-cap. veintiuno

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Catalina dejo salir un gruñido de su boca cuando escuchó la alarma provenir de su celular. Acercó su brazo y trató de apagarla lo más rápido que pudo para así volver a dormir unos cinco minutos más.

Ese día no tenía ni entrenamiento ni partido, pero debía viajar con el equipo hacia Londres para jugar el primer partido de semifinales contra Chelsea. Pero como tenía la mañana y parte de la tarde libre, Catalina decidió volver a dormir pero fue un intento en vano.

La preocupación sobre el paradero de Pedri volvió a invadir su cuerpo. Se sentó en la cama, apoyando su espalda en el cabecero, y tomó su celular para ver si el canario había mostrado señales de vida. Pero no fue así.

Le había mandado miles de mensajes y lo había llamado otras cien, pero no pudo dar con él. Hasta le mando un mensaje a Fer, el hermano mayor de Pedri, pero él tampoco sabía donde se había metido su hermano.

Se pasó las manos por la cara frustrada, sin saber que más hacer o con quien ponerse en contacto para tratar de averiguar donde se habrá metido el mediocampista. Así que, decidió levantarse de la cama e ir hacia su cocina para tratar de desayunar.

Mientras bajaba las escaleras al primer piso, intentó llamar al canario devuelta pero, y para sorpresa de absolutamente de nadie, no le contestó. Soltó un suspiro y se puso con su desayuno mientras veía su serie de comfort, tratando de no pensar en Pedri y qué tal vez ella estaba exagerando un poco la situación.

Se sentó en el sillón con su taza de café y sus dos tostadas con mermelada, y le puso atención a la televisión tratando de relajarse. Pero una llamada entrante de su celular provocó que su cuerpo se tensara.

— ¿Hola? — contestó sin ver quien era el que llamaba.

— Cata — se escuchó del otro lado haciendo que Catalina soltó es un suspiro, pero esta vez de alivio.

— Dios, Pedri, ¿donde te metiste? — la castaña comenzó con su interrogatorio —. Te mande miles de mensajes y te llame no se cuantas veces para saber si estabas bien. Hasta le mande un mensaje a tu hermano, que tampoco sabía donde te habías metido.

— Lo se y lo siento. Se que lo que hice estuvo mal pero después de lo que me has contado ayer... no se, no supe cómo reaccionar bien y entre en pánico.

— ¿Volviste a tu casa?

— Si... Fer ya me ha cantado las cuarenta por haber desaparecido así — se escuchó como Fer le decía algo a Pedri pero Catalina no pudo descifrar bien que —. Escucha, ¿tienes que hacer algo a la tarde?

— Me voy a Londres — la castaña agarró una tostada —. Mañana se juega el primer partido de las semifinales. Te lo había contado — termino de decir para después darle un mordisco a su tostada.

— Joder — Pedri susurro del otro lado. Claramente se había olvidado —. Esta bien, cuando vuelvas hablaremos bien las cosas, ¿vale?

— Yo encantada de que hablemos las cosas, lo único es que vos no te vayas nuevamente — Catalina le respondió sin pensar muy bien en sus palabras. Pero tampoco se arrepentía de lo que había dicho porque ella sabía que tenía razón.

— Te prometo que no — aunque no lo podía ver, sabía que Pedri tenía una pequeña sonrisa en su rostro —. Nos vemos cuando vuelvas, ¿si?

— Si — Catalina hizo el intento de sonreír pero le salió una mueca —. Nos vemos, Pedri.

— Adiós, Cata.

Sin decir más nada, la argentina colgó la llamada y se dejó caer en el sillón.

— ¿Quien me manda a engancharme con hombres? — se preguntó a sí misma como lamentándose.

𝐅𝐀𝐋𝐋𝐈𝐍𝐆 | Pedri GonzálezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora