𝐅𝐀𝐋𝐋𝐈𝐍𝐆 | Pedri González

－cap. cuarenta y cuatro

Al FC Barcelona le gustaba organizar reuniones, cenas o hasta fiestas para celebrar cualquier cosa, ya sea porque han clasificado en una competencia importante, llegaron a la final de un torneo o ganaron otro trofeo que se suma a la colección. Cualquier que sea el motivo, siempre era una buena idea celebrar, por lo que a nadie le sorprendió que a Laporta se le ocurriera organizar una cena entre el equipo masculino y femenino para celebrar el inicio de una nueva temporada.

El salón del lujoso restaurante estaba decorado con elegancia, con mesas adornadas con flores frescas y velas parpadeantes, creando un ambiente íntimo y acogedor. Entre los invitados se encontraba Catalina, vestida con un elegante vestido negro para la ocasión.

Hablaba animadamente con sus compañeras de equipo, específicamente con Bruna Vilamala y Jana Fernández. Las dos oriundas de Cataluña le hacían preguntas a la castaña sobre su paso en el club ingles y cómo fue su vida en aquel país.

— ¿Y en términos de compañerismo? — Bruna le pregunto —. Digo, si te han acogido bien y eso.

— Al principio me costó un poco — la argentina se encogió de hombros —. Porque los ingleses son bastante cerrados, pero después me pude incorporar bien.

— Me alegro que haya sido así — Jana le sonrió —. ¿Y es verdad que estás saliendo con Lorenzo? — le pregunto recibiendo un pequeño golpe por parte de Bruna.

— Jana — la regaño.

Pero Catalina solo soltó una risa —. No, no estoy saliendo con él. No se porque hay gente que piensa que si.

— Pues, es que se los han visto juntos varías veces — Jana hablo. No era necesario aclarar que ella estaba enterada de todos los chismes que circulaban por ahí.

— Es que fuimos algo así como un apoyo mutuo — Catalina le explicó —. A él lo habían dejado y a mi, bueno... ya saben — las dos catalanas asintieron con una sonrisa de pena en sus rostros.

El celular de Catalina comenzó a sonar en su pequeño bolso que llevaba. Lo sacó y vio que era su representante quien la llamaba. Se disculpó con sus amigas y salió hacia una pequeña terraza que el restaurante tenía para contestar el teléfono.

Todo bajo la atenta mirada de cierto canario, quien no había sacado sus ojos de ella en todo el rato que había estado en el lugar.

— Ve a hablar con ella — la voz de Gavi hizo que apartara su mirada por donde la castaña había desaparecido.

— Estas loco, tío — Pedri le dijo para luego llevar su vaso con Fanta a la boca.

— Tienes la oportunidad perfecta — el sevillano le aclaró —. Ve, rogale para que te escuche y ya está.

— ¿Tu piensas que es así de fácil? — el canario lo miró incrédulo.

— Ponte de rodillas si hace falta — Gavi se encogió de hombros —. Pero ve — lo empujó un poco.

— Si sale muy mal, no te vuelvo a hablar en mi vida — Pedri lo señalo con un dedo.

Se armó de valor y camino en la misma dirección que Catalina había ido, pensando en que podía decirle y que ella no lo mandara a la mierda. Abrió la puerta que llevaba a la terraza, y la vio de espaldas todavía hablando por teléfono.

Cuando la colgó la llamada, Pedri decidió hacerle saber sobre su presencia —. Hola, Cata.

Catalina quedo como piedra cuando escuchó aquella voz, esa voz que la última vez que la escuchó apenas y podía formar una oración de la borrachera que llevaba encima. Lentamente se dio la vuelta, encontrándose cara a cara con Pedri.