-cap. cinco

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Después de la victoria contra el Roma en la primera vuelta, el Barcelona femenil ya se encontraban devuelta en la ciudad catalana, entrenando para el siguiente partido contra el Real Madrid.

Catalina se encontraba haciendo unos toques con la pelota, completamente apartada de sus compañeras de equipo. Y no es que se llevará mal con ellas, al contrario. Era muy amiga de todas, pero últimamente sus compañeras no paraban de preguntarle sobre su supuesta relación con Pedri, y como no había hablado con el canario sobre que historia le dirían a la gente de cómo surgió todo, prefería hacerse la boluda e ignorarlas.

Cuando el entreno llego a su fin, la argentina se dirigió hacia el estacionamiento después de haber esquivado como una campeona el interrogatorio de sus compañeras. Pero a mitad de paso se detuvo en seco cuando vio la presencia del canario, apoyado en el auto de ella con los brazos cruzados.

— ¿Que haces acá? — le pregunto con el ceño fruncido.

— Hola a ti también, eh — Pedri le dijo sarcásticamente.

— Hola, ¿que haces acá?

— Vamos a cenar a mi casa — el canario le sonrió —. Mi hermano preparó croquetas, que no son tan ricas como las de mi mamá pero están buenas.

— ¿No se te pasó por la cabeza que yo capaz que ya hice planes?

— ¿Has hecho planes?

— No, pero podría haber hecho.

Pedri soltó una risa y por encima de la cabeza de Catalina noto como sus compañeras comenzaban caminar por el estacionamiento, y algunas miraban discretamente a la pareja con una sonrisa pícara. Al canario no le se ocurrió mejor idea que abrazar a la castaña por los hombros y atraerla hacia él.

— Tus compañeras nos están mirando — le susurro por encima de su pelo.

Catalina dejo que el canario la abrace y sintió como subía el calor a su cara. Por alguna razón, la cercanía del chico la ponía un poco nerviosa lo cual era un poco raro porque casi nunca se sentía de esa manera y menos por un chico.

— Que vergüenza — dijo después de se hayan separado del abrazo.

— Auch — Pedri se llevó una mano al pecho fingiendo dolor —. No sabía que te daba pena que te vieran conmigo.

Catalina rodó los ojos divertida —. Es que desde que salió la noticia sobre nosotros, no dejaron de hacerme preguntas. Ahora van a estar más insoportables todavía.

— ¿Y que les has dicho?

— Nada, las ignoro — se encogió de hombros —. Además, nunca acordamos que íbamos a decir cuando la gente pregunte.

— Eso es sencillo; le decís que no te has resistido a mis encantos.

— Tenés los mismos encantos que una maceta — Catalina le sonrió se forma irónica.

— Como sea — Pedri puso los ojos en blanco con una sonrisa burlón —. Vamos a cenar a casa — le volvió a repetir.

— Eh, no.

— No te he preguntado.

— Sos pesado, eh — le dijo mientras abría la puerta trasera para dejar su mochila en el asiento de atrás.

— Mi hermano ya me lo dicho varias veces — se encogió de hombros —. Así que, ¿vamos? — la miró con una sonrisa de oreja a oreja.

— ¿Me dejas que vaya hasta casa y me bañe?

— Vale, vamos — Pedri le respondió yendo hacia la puerta del copiloto y subiéndose al auto.

— ¿Y tu auto? — la castaña le pregunto confundida.

𝐅𝐀𝐋𝐋𝐈𝐍𝐆 | Pedri GonzálezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora