-cap. treinta y ocho

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Catalina se acuerda de la primera vez que visitó el Gaughan Group Stadium. El olor a césped recién cortado impregnaba el aire y la emoción burbujeaba en su interior. Era el comienzo de una nueva etapa en su carrera futbolística, una oportunidad para demostrar su valía en el club inglés.

El vestuario resonaba con la energía de sus compañeras de equipo, risas y charlas llenaban el ambiente mientras se preparaban para el partido inaugural de la temporada. Catalina se puso la camiseta del club, sintiendo un cierto peso sobre ella.

Al pisar el césped, una mezcla de nerviosismo y determinación se apoderó de la castaña. Sabía que tenía que dar lo mejor de ella en cada entrenamiento y partido para ganarse su lugar en el equipo titular. Las primeras semanas fueron desafiantes, adaptarse al ritmo y estilo de juego del club requería tiempo y esfuerzo, pero Catalina estaba decidida a superar cualquier obstáculo que se interpusiera en su camino.

Con el paso de los meses, fue ganando confianza y su juego comenzó a florecer. Cada gol, cada asistencia, era una recompensa por el arduo trabajo y la dedicación que había puesto en cada sesión de entrenamiento. Sus compañeras del nuevo equipo habían logrado convertirse en una especie de familia para la argentina, compartiendo momentos de alegría y sacrificio tanto dentro como fuera del campo.

La primera temporada llegó a su fin con un sabor dulce. Todas en el equipo estaban orgullosas por haber ganando su primer triplete en la historia del equipo femenino, pero aún así sabían que debían mejorar en más cosas. La pretemporada siguiente llegó rápidamente, y se sumergieron de lleno en un intenso programa de entrenamiento para mejorar sus habilidades y prepararse para los desafíos que se avecinaban.

La segunda temporada trajo consigo nuevos desafíos y expectativas más altas. El club había invertido en nuevos talentos y la competencia por un lugar en el equipo titular era feroz. Cada entrenamiento se convirtió en una batalla por la excelencia, empujándose a superar sus límites y a elevar aún más el juego de cada una a nuevas alturas.

A medida que la temporada avanzaba, Catalina experimentó altibajos emocionales. Hubo momentos de euforia, como cuando anotó el gol ganador en la final de la Women's Super League logrando que se llevaran el título por segunda vez consecutiva, pero también momentos de frustración y autocrítica cuando las cosas no salían según lo planeado. Sin embargo, cada desafío hizo que la castaña sea más fuerte, más decidida a preservar y alcanzar sus metas.

El último partido de la temporada fue una montaña rusa de emociones. Con el campeonato en juego, cada minuto en la cancha era crucial. El pitido final resonó en el estadio, y Catalina se abrazó junto con sus compañeras con lágrimas en los ojos, sabiendo que habían dejado todo en el campo. Aunque no habían logrado consagrarse campeonas de Europa por segunda vez, se marchaban con la cabeza en alto, orgullosas de la temporada que habían hecho.

— Bien — el sonido de un golpe en la mesada de la cocina hizo que Catalina saliera de su nube de Valencia, prestando atención a Paula, quien había dejando una montaña de papeles en la isla de la cocina —. Las dos temporadas con el Tottenham han llegado a su fin, y has logrado un montón de cosas. Pero hay que hablar sobre si renovar con ellos o si querés irte a otro club.

— ¿Quienes presentaron ofertas? — Catalina le pregunto a la vez que enchufaba la cafetera para poder tomar su, probablemente, cuarto café en el día.

— Tenés oferta en Alemania, Bayern y Wolfsburgo volvieron a presentar una oferta — Paula le respondió mientras revisaba su montaña de papeles —. En Inglaterra, solamente Tottenham para renovar, se podría decir que los demás clubes no están muy contentos en que les hayas metido aunque sea un gol en casi cada partido.

— Que llorones — la castaña rodó los ojos.

— Francia también, con PSG y Olympique Lyon — Paula siguió con la lista —. En Estados Unidos, San Diego Wave y Orlando Pride nuevamente pero OL Reign también presentó.

— Ni en pedo me voy a ese país — Catalina hizo cara de asco —. Tengo miedo de entrar a un supermercado viva y salir en un cajón.

— Catalina — Paula la reprochó un poco haciendo que la castaña se encogiera de hombros.

— Es la realidad — levantó las manos inocente —. Aparte de que la cultura es feísima — añadió —. ¿Alguien más presentó? — preguntó mientras agarraba una taza de la estantería para poder servir su café.

— Barcelona presentó una oferta — Paula le soltó abruptamente haciendo que a Catalina se le cayera la taza al suelo, rompiéndose en el acto — Ay, Cata — se levantó rápidamente para juntar los pedazos de cerámica.

— ¿Que? — le preguntó la castaña después de estar unos segundos en silencio, tratando de procesar la información.

— Me llegó un email de Barcelona — su representante comenzó mientras tiraba todos los pedazos rotos en una botella cortada —. Los llame y me han dicho que están dispuestos a acortar algunos salarios del masculino para pagarte a vos, y a las demás jugadoras, lo que realmente merecen.

— ¿En serio me estás diciendo?

— Si no fuera verdad no te lo habría dicho — la rubia le sonrió con los labios cerrados.

— Puta madre — Catalina susurró para ella mientras comenzaba a caminar de un lado a otro bajo la atenta mirada de Paula, quien no sabía que decirle para tranquilizarla.

— No tenés que decidir ahora — su representante habló —. Podes tomar una decisión después de las vacaciones.

— Barcelona es como ese ex tóxico que aparece cuando estás en tu mejor momento — Catalina se detuvo enfrente de Paula —. Ese ex que cuando te ve bien, te vuelve a hablar y te desconfigura el software más o menos. Ese hijo de re mil pu-

— Se entendió — Paula la interrumpió —. Mira, en Argentina vas a estar tranquila, con tu familia, ahi vas a poder pensar las cosas con claridad.

Catalina solamente se pasó las manos por la cara frustrada. En su mente ya había renovado con el club inglés, ya que se sentía cómoda con sus compañeras, con el cuerpo técnico, pero al enterarse de que había una posibilidad de que el club catalán la quería devuelta, modificaba todo para ella. Y estaba perdida, sin saber que hacer.

— Si te soy sincera — Paula volvió a hablar mientras agarraba su montaña de papeles y las guardaba en su bolso —, ya tenés una decisión tomada.

— Ilumíname.

— Es algo que tenés que darte cuenta vos sola — su representante se encogió de hombros —. Me voy, acordate que esta noche tenemos el vuelo a Buenos Aires — la apunto con el dedo índice.

— Que si, ya tengo todo listo — la castaña todo los ojos.

Paula dejó un beso en la cabeza de la bonaerense y salió del departamento de esta. Catalina, por su parte, se tiro en su cama y se quedó mirando el techo de su habitación.

Ante la noticia de que el Barcelona estaba interesado nuevamente en ella la hacía sentir un poco extraña. Dos años ya habían pasado y en ese lapso de tiempo pudo haber pasado cualquier cosa, por ende Catalina no sabía cómo estaba en vestuario del equipo catalán y tener que volver a tomar confianza con sus ex compañeras la ponía un tanto incómoda.

Para tratar de no pensar tanto en eso, se puso la alarma para poder despertase a la hora que Paula la pasaría a buscar para ir hacia el aeropuerto, y decidió pasar lo que quedaba de la tarde durmiendo.

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𝐅𝐀𝐋𝐋𝐈𝐍𝐆 | Pedri GonzálezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora