-cap. veintiocho

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— Bueno, como algunas de vosotras ya sabeis — Jonatan habló después de haber terminado el entrenamiento de ese día —, no solo estamos a dos días de jugar la final de Champions contra el Wolfsburgo, sino también a dos días del último partido de Cat...

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— Bueno, como algunas de vosotras ya sabeis — Jonatan habló después de haber terminado el entrenamiento de ese día —, no solo estamos a dos días de jugar la final de Champions contra el Wolfsburgo, sino también a dos días del último partido de Catalina en este equipo — antes aquellas palabras, la mayoría de las jugadoras se giraron a mirar a Catalina asombradas —. Así que, puedo hablar por todos cuando digo que has sido una pieza clave en el equipo desde que has debutado con quince años. Te queremos agradecer muchísimo por todo lo has hecho en el equipo, desde ponerte a todo el equipo sobre tus hombros hasta a realizar aquellas remontadas que nos han dado muchas victorias — Jonatan le sonrió con tristeza a la argentina, quien ya tenía los ojos cristalizados —. Y sabes que cuando quieras volver, siempre vas a tener tu lugar y el número diez te estará esperando.

Cuando finalizó su discurso, el ambiente se llenó de aplausos. Sin embargo, casi todas estaban medias desconcertadas ya que no pensaban que los rumores de que Catalina no iba a renovar con el club catalán eran ciertos.

— ¿Algo que quieras decir, Cata? — Jonatan le pregunto cuando los aplausos cesaron.

— La verdad no se que decir — la argentina sonrió con pena —. Sinceramente no me quiero ir, pero es algo que está fuera de mis manos y debido a la situación económica del club me temo que debo hacer el sacrificio de irme a otro club. También quiero decirles que me llevo algo de cada una de ustedes, todas son futbolistas excepcionales y me siento una completa privilegiada de poder haber jugado con las mejores del mundo — para ese punto ya había algunas que estaban dejando que las lágrimas comenzaran a salir —. Espero que en algún momento, la situación se mejore y pueda volver porque realmente Barcelona se ha convertido en mi segunda casa. Las voy a extrañar a todas y sepan que las quiero muchísimo.

— Cata — Claudia murmuró con tristeza y se acercó para abrazarla por la cintura.

Así, una por una se fueron uniendo terminando en un abrazo grupal.

Catalina había tenido la suerte de poder haber jugado en un equipo que se llevaba bien tanto adentro como afuera de la cancha. Iba a extrañar Barcelona, pasar algunas tardes merendando con Aitana, los paseos en auto con Jana y Bruna, las bromas con Mapi, Claudia y Patri, los consejos por parte de Alexia, Frido e Irene, y así muchos momentos más.

Con cada una de sus compañeras había entablado una conexión especial que sabía que no iba a lograr en otro equipo. Pero también sabía que el cambio de aires, mudarse a un país completamente nuevo para ella, le iba hacer bien. Y más después de todo lo que había pasado con cierto canario.

Cada una de sus compañeras se fue acercando para darle un abrazo individual y desearle buena suerte en este nuevo capítulo de su vida. Catalina trato de contener las lágrimas lo mejor que pudo, pero las palabras de aliento de cada una provocó que comenzaran a deslizarse por su rostro.

— Pero igual vamos a preparar una despedida, ¿verdad? — Claudia preguntó haciendo que las demás rieran pero ella frunció el ceño, ya que lo preguntaba de verdad.

— Hagamos una después de la final — la argentina asintió a lo que los demás estuvieron de acuerdo. 

Después de aquel momento conmovedor, todas se dirigieron hacia el vestuario para ducharse y cambiarse. Catalina decidió solamente cambiarse y bañarse tranquila en su casa, por lo que no tardo tanto en encontrase en su auto yendo hacia su casa.

Cuando se adentró en esta, un sentimiento de nostalgia se apoderó de ella cuando vio como de a poco iba quedando vacías. Solamente se podían ver cajas por todas partes; en la cocina, en el living, en su habitación y hasta en el baño.

Se había mudado a esa casa cuando había cumplido la mayoría de edad y era momento de dejar La Masia, y desde entonces había vivido ahí, construyendo muchos recuerdos tanto buenos como malos. Pero como ya había llorado demasiado, decidió pasar de largo hacia su habitación y meterse en el baño.

— No te soporto más — Fer entro en la habitación de su hermano menor abriendo la puerta de golpe —. No soporto mas escucharte llorar toda la noche.

— ¿Ahora si me hablas? — Pedri le pregunto con la voz entrecortada debido al llanto.

— Mira, lo que has hecho es horrible y la verdad es que me avergüenza decir que mi hermano, mi hermanito pequeño, le ha provocado un daño irreparable a, probablemente, la mejor chica que ha conocido en la vida. Y se que estas enamorado de ella y lo que ha pasado fue gracias al alcohol, que aun así no se justifica — tomo un poco de aire para seguir —. Y también se que nunca sentirás algo parecido por ninguna otra porque ya has encontrado a esa persona con la quieres pasar el resto de tu vida, por más de que haya sido gracias a un contrato. Pero el daño ya está hecho y lo mejor que puedes hacer es dejarla ir y que sea feliz.

Pedri no respondió, solo se dio la vuelta y le dio la espalda a su hermano.

— Se que no es lo que quieres escuchar — sintió como Fer se sentaba en su cama —. Pero es la realidad, Pedri y tienes que aprender a vivir con ella.

— Ya se — el canario menor le respondió en un susurro.

— He preparado croquetas — Fer se levantó de la cama y camino hacia puerta —. Debes comer algo, Xavi me llamo y me ha dicho que has bajado de peso.

— No tengo hambre ahora, tal vez después — Pedri se giró para mirarlo por un segundo con un intento de sonrisa —. Gracias, de todas formas.

— Sigues siendo mi hermanito — el mayor se encogió de hombros —. Y por mas gilipolleces que hagas, te sigo queriendo igual — rodó los ojos divertido —. Estaré abajo por si acaso.

— Gracias, Fer — Pedri le agradeció.

Fer asintió y se desapareció de la vista de Pedri. Estiro su brazo y agarró su celular, entrando en sus fotos y yendo hacia el álbum oculto, desbloqueándolo y viendo las fotos que tenía de y con Catalina; de ella durmiendo, distraída, mirándolo a Pedri con una sonrisa, de ellos dos juntos y muchas más.

Pero sabía que Fer tenía razón y lo mejor iba hacer dejarla ir, ya había hecho mucho causándole daño.

un regalo de mi cumpleaños de mi para ustedes

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un regalo de mi cumpleaños de mi para ustedes

𝐅𝐀𝐋𝐋𝐈𝐍𝐆 | Pedri GonzálezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora