-cap. veinticinco

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Tanto el equipo femenino como el masculino se consagraron campeones de la liga, por lo que el club organizó una Rúa, donde hacían un recorrido por unas calles de Barcelona. Catalina, por obvias razones, no quería ir y tener que encontrase a cierta persona. Pero sabía que iba a hacer la última vez que iba a experimentar algo así con ese club, por lo que tomo la decisión de ir.

Pedri, por su parte, no paraba de lamentarse y de arrepentirse de cada una de sus acciones. Llamo miles de veces a Catalina y le mando miles de mensajes y, como era de esperarse, no contestó a ninguno y lo termino bloqueando.

Y los días siguieron pasando para el canario y sentía como cada día se apagaba más. Se había acostumbrado a estar con Catalina, a compartir cosas con ella, y el enojo que tenía al haberse enterado de que Barcelona no quería renovarle el contrato, lo cegó y actuó sin pensar en las consecuencias.

Ahora lo que único que podía hacer era esperar a que el día de la Rúa llegara y rezar a cualquier santo de que Catalina lo escuchara, y que por lo menos sepa cuan arrepentido estaba y que haría cualquier cosa para obtener su perdón.

También Fer lo estuvo ignorando. Lo cual era entendible, ya que por más de que su hermano no sea tan cercano a Catalina aún así habían compartido alguna que otra cena juntos, gracias a Pedri, y se habían llevado más que bien. En cuanto a sus padres, los dos estaban decepcionados pero Pedri seguía siendo su hijo y se iban a seguir preocupando por él. Pero también le dieron una charla sobre ser responsable sobre sus acciones y no beber tanto alcohol.

— ¿Estas emocionado por la Rúa? — Gavi le preguntó tratando de romper el silencio.

El menor se había presentando en la casa del canario, con intensiones de brindarle un poco de apoyo. Sabía que lo que su amigo había hecho estaba más que mal, pero aún así era su amigo y Pedri había estado para él cuando se mandaba alguna que otra macana.

— No — Pedri le respondió —. Solo quiero ir para verla a ella.

— Pero no te va a hacer caso — las palabras de Gavi salieron muy rápido de su boca haciendo que Pedri lo mirara mal —. Se que no quieres escuchar eso, pero esta en su derecho.

— Ya se — el canario soltó un suspiro —. Claro que lo se, pero al menos debo intentar hablar con ella y tratar de disculparme.

— Puedes intentarlo, pero no vayas muy confiado de que te escuchara — el sevillano se encogió de hombros —. Le has metido los cuernos, Pedri. Eso no es fácil de perdonar ni de olvidar.

— ¿Y tu desde cuando eres tan sabio?

— No hay que tener dos dedos de frente para saber lo que está mal o lo que está bien — Gavi rodo los ojos —. Además, primero tienes que pasar por sus compañeras, que dudo que le agrades en estos momentos.

— Me cago en todo — Pedri dijo para si mismo —. ¿Te quedas a cenar? — le pregunto tratando de desviar el tema.

— Depende de que cenaremos.

— Pues, mi hermano no me habla desde lo qué pasó, por ende no se si ha preparado croquetas o no.

— Y con razón — Gavi murmuro pero Pedri lo escuchó.

— Bueno, si vas a estar así-

— Lo siento, ya paro — el sevillano levantó las manos inocente —. ¿Quieres que pida algo por Glovo?

— Vale.

Pensa que queda poco para la final de Champions y te vas de esa ciudad — Amparo hablo a través del otro lado del celular.

𝐅𝐀𝐋𝐋𝐈𝐍𝐆 | Pedri GonzálezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora