— Así que siempre fuiste de las tías pijas — Pedri le habló a Catalina, haciendo que ella lo mirara con los ojos abiertos y el ceño fruncido.
Después de que Catalina lo haya perdonado, decidió no hablar nada con Laporta y esperar a que él mismo les diga en que momento el contrato se termina. Y Pedri, tratando de ganarse un poco más la confianza de la castaña, la invito a una feria con la intención de poder pasar un poco más de tiempo con ella.
Estaban caminando por el lugar mientras Catalina le hablaba un poco sobre su vida en Argentina.
— ¿Como me dijiste? — la castaña le pregunto un poco anonadada.
— Pija — se encogió de hombros —. Ya sabes, que eres una niña con dinero y eso.
— ¿Eso significa acá? — Pedri asintió —. Casi once años viviendo acá y jamás nadie me llamo así. Aparte, en Argentina significa otra cosa.
Pedri la miró con una ceja levantada —. ¿Que significa en Argentina?
— ¿En serio querés saber? — el canario asintió a lo que Catalina se acercó para que solamente él escuchara —. Así le dicen al aparato reproductor masculino.
Pedri abrió los ojos sorprendido. No sabía que esperarse pero definitivamente no se esperaba eso. Catalina soltó una risa ante la reacción del canario.
— Vale — asintió un poco con la cabeza —. No volveré a usar esa palabra.
— Acá úsala. Si vas a Argentina algún día, ni se te ocurra decirle a alguien que es pija porque el más tranquilo te deja en el hospital.
— ¿Eso significa que me llevarás a Argentina algún día?
— No dije eso — la castaña sonrió —. Podes ir por tu cuenta.
— Pero necesitaría de una guía turística.
— Estoy segura de que encontrarás muchas agencias que se encarguen de eso.
Pedri sopló de forma divertida dándose por vencido, haciendo que la argentina sonriera.
Como a los dos les había agarrado hambre, decidieron hacer fila en uno de los tantos carritos de comida que había. Se pusieron en la fila y continuaron hablando un poco más mientras veían el menú, que estaba colgado en uno de los costados del carrito.
— ¿Ya sabes que te vas a pedir? — el canario le pregunto.
— Creo que me voy a pedir el sanguchito que tiene jamón y rúcula, ¿vos?
— Creo que el mismo.
Cuando llegó su turno, pidieron los sándwiches y algo para tomar. Después se sentaron en un banco un tanto apartado de la gente, dispuestos a disfrutar de su cena.
Pedri soltó una carcajada cuando vio el mordisco que Catalina le había dado a su sándwich. Y de por más de que se hubiera manchado con un poco de aderezo en la comisura de su labio, el isleño juraría que aún así Catalina se veía hermosa.
Agarró una servilleta y se la pasó por donde se había manchado, para después fijar sus ojos en los verdes de ella. Y decir que Pedri se había quedado hipnotizado era poco.
Desde que los pudo ver de cerca, los ojos de la castaña se habían convertido en una de sus facciones favoritas de ella. No sabía si era por el color, por el brillo que tenían cada vez que ella hablaba de algo que le apasionaba, pero le parecían magníficos.
— Oye, Cata — Pedri le dijo después de dejar la servilleta a un lado —. El sábado que viene creo que vuelvo a jugar.
— ¿En serio? — el mediocampista asintió con una leve sonrisa —. ¡Que bueno, Pedri!
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𝐅𝐀𝐋𝐋𝐈𝐍𝐆 | Pedri González
Hayran Kurgu"loving you never was in the plan stuck in your ways, i sink in your sand" [pedri x oc!fem]