-cap. diecisiete

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— Bien, pues... — Pedri se pasó las manos por sus pantalones, tratando de controlar sus nervios —. Joder, ni se por donde empezar — susurro.

— ¿Té o café? — Catalina le preguntó mientras se levantaba de su lugar.

Pedri la miró confundido. —. Té.

— Bueno — la castaña susurró su respuesta y se fue hacia la cocina.

Pedri se quedó sentado en su lugar, sin saber que hacer muy bien. No estaba yendo como lo había planeado, ya que él pensaba que iba a ser sencillo soltar sus sentimientos hacia Catalina pero resultaba más difícil de lo que pensaba. Además, de que tenía miedo de que la argentina no sintiera lo mismo que él por lo que los nervios aumentaban aún más.

Catalina no tardo en aparecer con dos tazas en sus manos. Volvió a su lugar y le tendió una taza al canario evitando el contacto visual.

Pedri aceptó la taza y le dio un sorbo, sintiendo el reconfortante sabor del té pasar por su garganta.

— Mira, te lo voy a decir ya porque no puedo ocultarlo mas — el isleño hablo después de unos minutos en silencio —. Pero quiero que me escuches bien y que no me interrumpas hasta que termine, ¿si? — Catalina asintió con la cabeza —. Vale, pues... no soy muy bueno en esto de demostrar o decir lo que siento porque nunca me ha pasado en la vida que una persona de la nada me haga sentir todas estas emociones y sensaciones juntas — tomo un poco de aire para poder continuar —. Pero tú, de alguna manera, has logrado que eso pase. No se que me has hecho que no puedo dejar de pensar en ti, Cata.

Catalina levantó la vista de su taza, posando así sus ojos en los de él. Su respiración comenzó a acelerarse un poco a causa de aquellas palabras por parte del canario.

— Y se que tu — Pedri continuó —, probablemente no sientas ni un cuarto de lo que yo estoy sintiendo por ti en estos momentos, pero me gustas Cata. Me gustas y la verdad que me da un poco de miedo, porque es la primera vez que una persona logra poner mi mundo de cabeza. Y créeme que trate de obviarlo, diciéndome a mi mismo que esto no es nada y que estos sentimientos se irían una vez que el contrato se termine. Pero me temo que esto va más allá — soltó un suspiro —. Me estoy enamorando de ti.

Decir que Catalina había quedado anonadada era poco. De todos los escenarios posibles que se imaginó, este no era uno de ellos. Ella creyó que Pedri había ido a su casa para decirle que el beso fue un error y que no sentía nada por ella, pero estaba muy equivocada.

Pedri, por su parte, no sabía que hacer. Ya había dicho todo lo que tenía decir y la reacción de Catalina lo estaba poniendo aún más nervioso e inquieto.

— Eh... — Catalina dejó su taza en la mesa ratona —. No me esperaba eso — murmuro con una pequeña sonrisa de labios cerrados —. Sinceramente pensé que habías venido para decirme que me olvide del beso y que no significó nada.

— ¿Por que pensarías eso?

— No se — se encogió de hombros.

— ¿Y tú cómo te sientes? — el canario preguntó —. Digo, si no sientes lo mismo que yo puedo decirle a Laporta que se olvide del contrato y-

— También me gustas, Pedri — lo interrumpió haciendo que el nombrado se quede callado —. Por eso te estuve ignorando, porque me gustas y no sabía si vos sentías lo mismo o no y bueno...

Pedri sonrió un poco ante esas palabras, sintiendo como un peso se le quitaba de encima de los hombros.

— Entonces... — se acercó un poco más a la castaña —, ¿que se supone que debemos hacer ahora? — ante esa pregunta Catalina soltó una carcajada —. No te rías, nunca estuve en una situación así.

𝐅𝐀𝐋𝐋𝐈𝐍𝐆 | Pedri GonzálezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora