Cuando Erik entró en el cuarto de su hermana, ésta estaba dibujando en su escritorio. Siempre le había gustado dibujar, tanto a ella como a él. Y ambos lo hacían de maravilla.
- Hola - saludó Erik. No sabía de qué humor estaría su hermana, así que no dijo nada más.
- Hola. No te quedes ahí parado, pasa. Pero cierra la puerta.
Erik así lo hizo. Luego se acercó al escritorio donde Eva daba los últimos retoques a su dibujo.
- ¿Qué estás dibujando? - el chico no pudo reprimir su curiosidad.
- ¿Es que no es obvio? - Erik observó el dibujo que le enseñaba su hermana.
- Un unicornio.
- Vaya, qué listo eres, ¿cómo has podido adivinarlo? - preguntó Eva con sarcasmo.
- Pues no sé. Igual porque tengo ojos y cerebro.
- Lo de los ojos ya lo sé, pero lo del cerebro lo dudo...
- Ja, ja, muy graciosa.
- ¿Te gusta? - preguntó ella cambiando de tema.
- No me gusta, me encanta. ¿De dónde has sacado la idea?
Eva no respondió. No sabía cómo decirle que era un recuerdo que guardaba desde pequeña, pero que no sabía de dónde procedía.
- No lo sé. Me lo he inventado, supongo.
- Papá se ha despertado. Está abajo - dijo Erik.
- Vale - la chica intuía que eso no era todo -. ¿Y?
- Saben que lo sabemos. Los tres.
- Eso no es nuevo. Christian me lo dijo.
- Ya, pero papá y mamá no lo sabían.
- ¿Y ahora qué están haciendo?
- Bueno... - el chico parecía incómodo - Pues tu padre les está contando... Ya sabes.
La chica no tardó mucho en comprender de qué le estaba hablando su hermano. Y aún no estaba preparada para volver a enfrentarse a ello. Y mucho menos para discutir con su hermano.
- Sí. Ya sé - zanjó Eva, dando a entender que no estaba dispuesta a volver a sacar ese tema.
- Oye, Eva, sobre eso...
- Te he dicho que ya lo sé. Al final va a ser verdad que no tienes cerebro...
- Vale, lo que tú digas. Por cierto...
- ¿Qué pasa? - quiso saber Eva.
- Sigo dándole vueltas a lo que me has contado antes, y...
- ¿Y?
- Y quería saber si me podías contar más cosas.
La chica sonrió. Sabía que la curiosidad de Erik no tenía límites. Sobretodo si se trataba de cosas que no tenían explicación. De pronto, se le ocurrió una idea para sorprender a su hermano.
- ¿Tienes a mano tu saltarina? - se refería a una pequeña pelotita botona que su hermano guardaba siempre en el bolsillo. Según él, era su saltarina de la suerte.
- Claro - respondió el chico tendiéndosela.
- Mira esto - dijo Eva colocándola en la mesa -. Vas a flipar.
Erik observó cómo su hermana acercaba la cara a la pelota tanto que su nariz rozaba el pequeño juguete. Entonces pasó algo extraordinario. De repente, la saltarina se congeló ante sus ojos.
- ¿Pero qué...?
- ¿Te gusta? Y eso es solo el principio...
- ¡Qué pasada! ¿Por qué yo no puedo hacer eso?
- Puedes. Pero no sabes.
- ¿Me enseñarás?
- Claro. Pero que sepas que, seguramente, tus poderes no serán los mismos que los míos.
- ¿Y eso por qué?
- Porque no nacimos del mismo padre.
Hubo un pequeño silencio. Erik no entendía a qué venía eso.
- ¿Y?
- Que estas cosas siempre son hereditarias.
- ¿Y por qué no puede ser cosa de mamá?
- Porque mi padre tiene los mismos poderes que yo. Y es sólo cuestión de tiempo que descubramos que el tuyo también sabe hacer cosas extraordinarias.
- Esto es alucinante.
- Sabía que te gustaría.
Los dos hermanos se miraron sonriendo ampliamente. Y así estaban cuando Jack llamó a la puerta.
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Memorias de Idhún: Erik y Eva
FanfictionESTA HISTORIA CONTIENE MUCHOS SPOILERS SOBRE LA TRILOGÍA, ASÍ QUE NO TE RECOMIENDO LEERLA SI NO HAS TERMINADO DE LEER LOS LIBROS. La tríada y sus hijos han abandonado Idhún para instalarse en la tierra. No han dicho nada a sus hijos sobre quiénes so...