CAPÍTULO 25: Nuevo mundo

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Cuando Eva abrió los ojos, vio que se encontraba tendida sobre la suave hierba de un extenso prado verde. Sobre ella, iluminando el cielo nocturno, brillaban tres hermosas lunas de distintos colores. Entonces lo recordó.

Estaban en Idhún.

Recuperada ya de la sorpresa y del aturdimiento, la chica miró a su alrededor. Su hermano dormía plácidamente junto a ella. Sus padres no estaban.

Se levantó de golpe, preocupada (al fin y al cabo, los habían dejado solos en un nuevo y aterrador mundo), pero se tranquilizó cuando vio a su padre, que, sentado en una roca, observaba el horizonte.

- Acaba de anochecer - murmuró Christian -. Tenemos toda la noche por delante.

- Ya lo veo - respondió Eva. Su padre, que no la había oído acercarse, se estremeció.

Ahora Eva estaba a su espalda.  Christian le pasó un brazo por los hombros, y juntos contemplaron la inmensidad de la noche idhunita.

- ¿A dónde iremos ahora?

- A casa del mago.

Eva frunció el ceño.

- El mago en cuestión no se llamará por casualidad Shail, ¿verdad?

- No quedan muchos más magos en Idhún, pero sí, es él. Tu madre se alegrará mucho de verlo.

- Y Jack también - Eva hizo una pausa. Durante unos segundos escucharon juntos el silencio que lo llenaba todo, hasta que la chica volvió a hablar -. Papá.

- Dime.

Eva vaciló. Tenía una pregunta en mente, pero... ¿Sería aquello demasiado personal? ¿Estaría fuera de lugar? Al fin se decidió.

- Cuando... - su padre giró la cabeza y la miró, animándola a continuar - Cuando "mataste" a Jack... ¿No te arrepentiste después? ¿No sentiste ganas de volver atrás?

Christian se quedó pensativo un momento. La chica pensó que no iba a responder, cuando dijo:

- Sí, me arrepentí. Profundamente - después de haber dicho aquello, calló durante un momento, pero luego continuó, como si sintiera la necesidad de explicarse -. Verás, los sheks no solemos arrepentirnos de estas cosas. Al fin y al cabo, los humanos no son más que insectos a nuestros pies. Pero aquello, aquello fue un error, un error que todavía me pesa en la conciencia. Fue una trampa de Ashran, y yo caí en ella como un tonto.

»Me arrepentí nada más lo vi caer a la sima, nada más vi desfallecer a Victoria. Pero ya no podía hacer nada para enmendar mi error. Tan solo huir de Victoria, que para colmo ahora quería matarme, con la esperanza de que me perdonara. Fui un estúpido.

- Pero no murió - Eva estaba conmocionada. A punto estaba de echarse a llorar, pero se contuvo.

- No. No murió. Y menos mal, porque si hubiera muerto tú no estarías aquí ahora mismo. No existirías.

Eva río. Le hacía gracia que su nacimiento hubiera dependido de semejante cosa.

- ¿Por qué lo preguntas? - dijo entonces Cristhian, mirando a su hija inquisitivamente.

- Yo... - Eva no llegó a responder a aquella pregunta, porque en aquel momento Erik despertó.

- ¿Qué... qué hora es?

- No te sé decir - sonrió su hermana -. Creo que mi reloj ya no sirve.

Entonces fue cuando Erik se percató, por primera vez, de los tres inmensos astros que iluminaban el firmamento.

- Ooooooh. Idhún, ¿verdad?

- Sip.

- Bueno - dijo Christian entonces -, ya podemos irnos.

Memorias de Idhún: Erik y EvaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora