- Esto es una pasada - dijo Eva alucinada.
- Sabía que te gustaría - contestó su padre esbozando una media sonrisa -. Siempre he querido traerte aquí.
Estaban asomados al balcón de Christian, en su apartamento de Nueva York. Cuando Victoria les hubo enseñado a contactar con el Alma, su padre había llevado a Eva a su usshak en Nueva York. El apartamento no había cambiado gran cosa desde que la tríada había abandonado Idhún, y seguía siendo tan frío y sencillo como siempre. Un sofá, una estufa, una estantería y poco más. Para Christian, aquello era más que suficiente.
- Como ya te he dicho antes, entrenaremos aquí. Eso no significa que no vayas a utilizar también la sala de entrenamiento de Limbhad, sino que yo no te enseñaré allí, sino aquí. Pero me temo que Erik no puede venir a este apartamento, así que si quieres practicar con él tendrás que hacerlo en la Casa en la Frontera.
- De acuerdo - respondió Eva -, pero, ¿dónde vamos a entrenar exactamente? Aquí no hay espacio.
La chica estaba en lo cierto: allí no se podía entrenar. Aquel piso no contaba con ningún sitio apropiado para hacer aquello.
- No estoy seguro. Una opción es hacerlo en algún lugar de Nueva York, algún sitio tranquilo o alejado. Pero no se me ocurre dónde. Otra opción es ir a Japón. Conozco un sitio muy apropiado, sobre todo para que aprendas a transformarte en shek.
- ¿Acaso siguen aquí los sheks de Shizuko? - preguntó Eva, que tenía muy en mente lo que sus padres les habían contado.
- Por supuesto que sí - afirmó Christian -. No tienen a dónde ir, puesto que no pueden ir al mundo que la Séptima ha creado para los suyos. Así que están intentando adaptarse a la Tierra, y tarde o temprano la conquistarán. Puede que tarden años, incluso décadas, pero no les importa. Los sheks somos una raza paciente.
»Y en cuanto a Shizuko, sigue adaptándose a su nuevo cuerpo, y, quién sabe, puede que acabe por acostumbrarse. No tiene otra opción, ya que su cuerpo de shek se desintegró al cruzar el portal.
- ¿Y dices que podremos entrenar allí? ¿Dónde están los sheks exactamente?
- Están en una isla de Japón muy fría, Hokkaido - respondió Christian -. Un día de estos iremos a hacerles una pequeña visita.
- ¿Se alegrarán de vernos? - dudó Eva - Tú sigues siendo un traidor.
- No te preocupes, yo voy a menudo. Shizuko y yo seguimos siendo buenos amigos, así que no habrá problema. Eso sí, primero tendré que hablar con ella, para asegurarme de que sus súbditos no harán ninguna locura al vernos. A muchos de ellos no les caigo bien, y tú no le caerás bien a ninguno. Recuerda que eres el símbolo de mi traición, de mi amor por Victoria.
Al oír esto, Eva bajó la cabeza. Era consciente de la diferencia entre ella y su hermano. Erik era hijo de el dragón y el unicornio, los que estaban destinados a ser los soberanos de Idhún pero habían decidido retirarse a la Tierra y cuidar de su hijo.
En cambio ella, ella era fruto del amor prohibido, el amor entre el último unicornio y el shek que se había unido a su causa. Pero seguía siendo un amor prohibido que todo Idhún desaprobaba, y que había causado muchos problemas tanto a su madre como al joven shek. Eva no se sentía especialmente orgullosa de sus orígenes.
Suspiró y clavó la mirada en el suelo, incómoda. Christian lo notó.
- Tienes que sentirte orgullosa de lo que eres - le dijo a Eva mientras se agachaba para quedar a su altura -. Tu madre y yo hemos pasado nuestra adolescencia defendiendo nuestro amor, y tú eres el resultado de nuestra lucha, eres lo que demuestra que no ha sido en vano. Pero simplemente, hay gente que es necia y no lo ve. Eres una niña maravillosa, y me encargaré personalmente de que los sheks de Shizuko no te hagan ningún daño. Así que no debes preocuparte.
Padre e hija se fundieron en un abrazo que duró unos cuantos segundos. Cuando se separaron, Christian le dijo a su hija:
- Eva, ahora tienes que volver con Erik a Limbhad. Yo me quedaré aquí y hablaré con Shizuko, y si todo sale bien, mañana mismo iremos a Hokkaido.
- De acuerdo - respondió Eva un tanto apenada -. Pero, ¿cuánto tiempo te quedarás con nosotros esta vez?
Christian solía quedarse en Madrid unos cuantos días, pero Eva deseó que en aquella ocasión fueran más.
- No lo sé exactamente, pero una buena temporada. Ahora me necesitaréis más que nunca.
Eva dio un salto de alegría. ¡Su padre iba a quedarse más tiempo!
- Vamos - añadió Christian -, volvamos a Limbhad. Erik, Jack y Victoria nos estarán esperando.
Eva asintió y tomó la mano de su padre. Éste llamó al Alma de Limbhad, y unos segundos después, ya no estaban allí.
ESTÁS LEYENDO
Memorias de Idhún: Erik y Eva
FanfictionESTA HISTORIA CONTIENE MUCHOS SPOILERS SOBRE LA TRILOGÍA, ASÍ QUE NO TE RECOMIENDO LEERLA SI NO HAS TERMINADO DE LEER LOS LIBROS. La tríada y sus hijos han abandonado Idhún para instalarse en la tierra. No han dicho nada a sus hijos sobre quiénes so...