CAPÍTULO 8: La cena

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- ¿Por qué tardan tanto? - se dijo Jack enfadado.

- Tengo una teoría - comentó Christian -. Pero no te va a gustar.

- Entonces no me la digas. No quiero malas noticias. Mi humor ya ha empeorado bastante.

En aquel momento llegaron Erik y Eva bajando las escaleras a toda velocidad. Se apresuraron a sentarse a la mesa y empezar a comer.

- ¿Pero se puede saber qué demonios estabais haciendo? - los regañó Victoria - La cena ya se ha enfriado.

- Lo sentimos - se apresuró a contestar Erik -. Estábamos en el cuarto de Eva.

- ¿Y haciendo qué, exactamente? - quiso saber Jack.

- Pues...

- Nada - cortó Eva rápidamente. A su hermano no se le daba bien mentir -. No tiene importancia.

Comieron en silencio. Los adultos decidieron esperar a que la cena terminara para hablar con sus hijos. Éstos, por su parte, querían terminar de comer y largarse cuanto antes.

«Ya casi he terminado» dijo Eva en un momento dado «me voy a mi habitación. Cuando termines, puedes venir también.»

«Vale» respondió el chico. Lo estaba deseando.

- Ya he terminado - anunció entonces la chica -. Tengo sueño, me voy a la cama.

- No - repuso Christian con calma -. Tú te quedas ahí. Antes has dicho que te debía una explicación.

- Pues ya no. He cambiado de opinión - aquello no era cierto (Eva seguía queriendo saber por qué tenían poderes ella y su hermano), pero sí que era verdad que no le apetecía hablar.

- En ese caso, no te la daré. Pero aún no puedes irte. Les debes una explicación - dijo Christian esta vez, señalando a Jack y Victoria con la cabeza. Ella sabía a qué se refería.

- No es cierto. Tú ya debes de haberles dicho bastante. A ellos no les mientes - dijo Eva con amargura. Hizo una pausa antes de continuar -, no como a nosotros.

- Eva, no le hables así a tu padre - intervino Victoria.

- Tú también nos has mentido. Y también tú - acusó la chica mirando a Jack con rabia -. Sois todos unos embusteros.

- ¡Eva Lune Tara D'Ascolli! - chilló Victoria fuera de sí - ¡No te atrevas a repetir eso!

- Calma, Victoria - la tranquilizó Christian -. Tiene razón. Les hemos mentido. Y ahora hemos de cargar con la culpa.

«Ahora,» dijo Eva en la mente de Erik «levántate y no los mires a la cara. Nosotros nos largamos.»

Los dos a la vez, se pusieron en pie y caminaron hacia las escaleras. Al ver que los dejaban marcharse, aceleraron el paso y pronto estaban de vuelta en la habitación de Eva.

El el piso de abajo, la tríada discutía. Acababan de fastidiarlo todo. Y Christian tenía la certeza de que Eva sabía más de lo que aparentaba.

Memorias de Idhún: Erik y EvaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora