CAPÍTULO 9: Imágenes

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- Ufff, que incómodo ha sido... - comentó Erik con una sonrisa.

Su hermana acogió el comentario con una sonora carcajada. Ambos se sentaron en la cama.

- Oye, Eva...

- Dime.

- Me gustaría saber... verás, cuando Christian ha bajado, después de hablar contigo, me ha mandado a tu cuarto inmediatamente. Así que no he podido oír nada de lo que ha dicho, y ya se que no es de mi incumbencia, pero...

- Claro que es de tu incumbencia - cortó Eva -. Eres mi hermano. Lo siento, siento no haberte contado nada. Es solo que... - Erik notó que a su hermana se le humedecían los ojos.

- No hace falta que sigas. Y tampoco tienes por qué contarme nada. No sé por qué habré hecho esa pregunta - se dijo a sí mismo.

Pero Eva tenía una idea. Con suavidad, giró la cabeza de su hermano hacia ella. De pronto, Erik comprendió lo que pretendía. La miró a los ojos. De inmediato, sintió cómo Eva entablaba contacto telepático con él.

Cerró los ojos, y de repente un montón de imágenes fueron apareciendo en su cabeza. Sólo entonces entendió que Eva no quería hablar, pero que no tenía inconveniente en contarle todo a través de su mente.

Así que se concentró en aquellas imágenes que su hermana estaba compartiendo con él. Y comprendió cómo se había sentido su hermana en todo aquel tiempo. Rechazada, marginada, apartada. Y cómo aquellas niñas lo habían aprovechado. Una rabia inconmensurable se apoderó de él. Pero se apresuró a dejarla de lado para abrazar a Eva.

Ésta se esforzaba por no llorar. Ya había llorado bastante. Pero no pudo evitarlo, y las lagrimas surgieron de sus ojos. Se refugió en brazos de Erik.

- Tranquila, no tienes por qué seguir. Es todo culpa mía, nunca debería haber sacado el tema, es culpa mía...

- No lo es. Necesitaba desahogarme. No tienes la culpa.

- Por cierto...

- ¿Qué pasa ahora, querido hermano? - sonrió Eva - ¿Cuántas explicaciones más te debo?

- Ninguna. Pero me debes alguna demostración. Y me tienes que enseñar ciertas cosas.

- Que impaciente eres. Ya te he dicho que no tengo ni idea de cuáles son tus poderes. En cuanto a la demostración, no se me ocurre nada. Así que te aguantas.

- Muy graciosa... Espero que nuestros padres nos expliquen un par de cosas. Estoy harto de tantas mentiras.

- También yo - dijo ella -. Nos esconden muchas cosas.

- Y tanto. Sigo flipando con tus «habilidades».

- Aunque no lo creas, yo también. Lo de la mente es nuevo.

- ¿Cómo lo has aprendido? - quiso saber Erik.

- Mi padre puede hacerlo - dijo Eva solamente.

La chica opinaba que, sí otra persona podía hacer algo, ¿por qué no iba a poder hacerlo ella? Y más si esa persona era su padre.

- Tú y tu «inteligencia superior» - se burló el chico con una sonrisa.

- Tú también podrías hacerlo, aunque no tengas mi «inteligencia superior». Estoy segura de que Jack también sabe hacer cosas raras.

- Pues yo no lo creo.

- ¿Ah, no? ¿Y entonces por qué tú sí tienes poderes? Todos hemos visto cómo has quemado el cuadro. Y nuestros padres no han reaccionado cómo lo harían tres personas que jamás han visto nada sobrenatural. Y además está el pequeño detalle de que mi padre puede leer la mente, y que yo también puedo.

Memorias de Idhún: Erik y EvaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora