Memorias de Idhún: Erik y Eva

CAPÍTULO 24: La Puerta

Erik salió de la clase y corrió a buscar a su hermana. Cuál no fue su sorpresa al descubrir que, por primera vez en años, ella había salido antes que él, y lo esperaba en la puerta de su clase. Juntos corrieron hacia la salida.

Cuando las puertas del instituto se cerraron tras ellos, se detuvieron a recuperar el aliento. A sus espaldas se hallaba el imponente edificio que ahora los dejaba libres al fin, aunque solo fuera por dos meses.

Erik estaba eufórico:

- Somos libres, Eva. ¡Somos libres!

- Y nos vamos a Idhún - susurró ella con una sonrisa.

Todo había acabado extrañamente bien aquel año. Sin asignaturas suspendidas, con unas notas aceptables y, como siempre (pero aquel año más todavía), unas ganas terribles de empezar el verano.

- Vamos a Limbhad - pidió Eva. Al ver que su hermano dudaba, insistió -, porfi...

- Vaaaaale. Pero RÁPIDO. Mamá nos va a matar - se dijo, mientras su hermana lo arrastraba por las calles, impaciente.

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- Cuánto tardan... ¿Estarán bien?

- Tranquiiiiila Vic - Jack estaba ya cansado de responder a aquellas preguntas -. Están bien. Es el último día, déjales. Ya sabemos dónde están.

Victoria estaba a punto de volver a protestar, cuando la puerta de entrada se abrió y Erik y Eva entraron corriendo en el salón.

Corrieron a abrazar a sus padres, y todos juntos se sentaron a comer.

- Bueno - dijo Jack mientras comían -, el curso ha terminado, estamos de vacaciones... ¡Qué libertad, madre mía! - le sonrió a sus hijos.

Erik también sonrió.

- Y nos vamos a Idhún - dijo.

- Y nos vamos a Idhún - confirmó Jack.

Aquel día todos terminaron de hacer sus maletas. Erik se despidió de sus amigos, que seguían enfadados con él (sobre todo Nicko) pero lo disimularon. Al fin y al cabo, arruinar la despedida no era el plan.

Eva no tenía mucha gente de la que despedirse, pero habló con lo más parecido que tenía a una amiga. Esto dejó a su hermano mucho más tranquilo.

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A la mañana siguiente todos en la mansión D'Ascolli se levantaron temprano. Cinco minutos después de que todos abrieran los ojos, ya reinaba un caos total.

- Papá, ¿has visto mi cuaderno?

- No, Erik. Vic, ¿me has cogido tú las llaves?

- No, Jack, yo no las tengo. ¿Dónde está Christian?

- En el baño. Y yo quiero entrar...

Tardaron más de lo previsto en estar listos, pero sobre las 09:30 ya estaban todos en el salón, sosteniendo a duras penas todas sus maletas y con una sonrisa en la cara. Nadie había dormido demasiado, pero no les importaba.

Christian respiró hondo (se notaba lo cansado que estaba) y abrió el portal.

La luz azul que emanaba iluminó la habitación, en penumbra, ya que iban a estar mucho tiempo fuera de casa y habían bajado las persianas.

- Id vosotros primero - les dijo Eva a los adultos -. Nosotros os seguimos.

- Vale - respondió Christian.

Se tomaron los tres de las manos, Victoria en el medio y los dos hombres a ambos lados, y cruzaron la Puerta.

Erik y Eva se quedaron solos.

- Bueno - Erik improvisó, cosa que no se le daba muy bien hacer -, pues aquí estamos. En fin... eso. ¿Vamos?

- Vamos - Eva temblaba, pero al mismo tiempo parecía muy segura.

Erik le tomó la mano, y ella sonrió.

Al fin dieron un paso adelante y cruzaron la Puerta a ese mundo que, sin haber conocido, ya consideraban su hogar.

La aventura acababa de empezar.