04. EXPLOSIÓN

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04. EXPLOSIÓN

 EXPLOSIÓN

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Harrison Wells, o más precisamente, Eobard Thawne en la piel del ilustre científico, no podía negar la agitación que se extendía por su ser, una emoción casi humana que se colaba entre las rendijas de su calculadora existencia. El acelerador de partículas, esa maravilla de la ciencia moderna que sería la cuna de héroes y desastres, hoy no era más que un telón de fondo para un evento mucho más significativo en su personal cronograma: la presencia de la detective Esme Callaghan.

Sus pasos eran erráticos, inusuales en alguien que se jactaba de tener el control absoluto sobre el tiempo y las personas que lo habitaban.

Sus manos, que deberían ser firmes como las leyes de la física que tanto adoraba, hoy temblaban con una sutileza que solo él podía notar, como partículas inquietas antes de una colisión.

Su reflejo en el espejo revelaba a un hombre que luchaba por apaciguar la tormenta interna que le provocaba la anticipación. "Control", se ordenó mentalmente mientras pasaba los dedos por su cabello, intentando domar no solo su apariencia sino también el torrente de pensamientos que la imagen de Esme evocaba.

Esme, la mujer cuyo nombre en el futuro resonaba con un eco de respeto y un susurro de deseo no correspondido. Maestra, salvadora, amor platónico.

Y ahora, tenía ante sí una versión más joven, ajena a la oscuridad que se avecinaba, ajena al papel que ambos jugarían en la inminente sinfonía temporal.

Sin recuerdo alguno de quien era él y, por lo tanto, en ese tiempo, tendría una oportunidad de que ese amor platónico del futuro se convirtiera en un amor real, correspondido.

La prueba simulada del acelerador parecía ahora una trivialidad en comparación con el drama que se desarrollaba en su mente. Pero Thawne sabía que todo tenía que ir según lo planeado, no solo la demostración científica, sino cada movimiento en el delicado baile que estaba a punto de comenzar con Esme.

Un error podía arruinarlo todo.

Y entonces la vio, y el tiempo, su dominio, pareció detenerse.

A través del cristal de la ventana, la imagen de Esme bajando de su vehículo en un traje de tres piezas que la envolvía en un aura de elegancia y sofisticación, le robó el aliento.

Su corazón, una reliquia de su humanidad que pocas veces reconocía, latía con una fuerza que le recordaba que aún podía sentir.

Por un momento, el gran Flash Reverso fue simplemente un hombre, uno que se enfrentaba al inmenso poder de una conexión humana que trascendía el tiempo y el espacio.

Y en ese instante, supo que esta era su oportunidad, no solo para la venganza, sino para algo mucho más peligroso e inesperado: para ganar el corazón de una mujer que, en otra vida, en otro tiempo, podría haber cambiado su destino.

ECHO| Eobard ThawneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora