11. FALSEDADES.

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11. Falsedades.

 Falsedades

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En la acogedora sala de estar de Joe West, una noche de películas familiar estaba en pleno apogeo. Las risas y comentarios sobre las escenas llenaban la habitación, creando un ambiente de calidez y camaradería. Durante un intermedio, mientras se estiraban las piernas y se rellenaban los tazones de palomitas, Joe se inclinó hacia Iris, su voz baja y seria, compartiendo su sospecha de que Eddie y Esme podrían estar viéndose en secreto.

—¿Qué? no lo creo papá

—Es cierto, bueno, últimamente Eddie está más con ella en su escritorio que en el suyo, creo que le está ayudando con sus archivos retrasados, pero muchos compañeros están empezando a sospechar que tienen una relación.

Iris, sorprendida y perturbada por la insinuación, sintió cómo el enojo comenzaba a hervir dentro de ella. La idea de que Esme, a quien consideraba una amiga, pudiera estar saliendo con Eddie, su novio, era algo que no podía dejar pasar sin confrontar.

Decidida a aclarar las cosas, se preparó mentalmente para una discusión, su mente buscando las palabras adecuadas para enfrentar a Esme.

Antes de que Iris pudiera abordar el tema, Esme, ajena a la tormenta interna de Iris, se acercó a ella con un aire de nerviosismo.

—Iris, ¿puedo pedirte un consejo? —comenzó Esme, su voz llena de una vulnerabilidad poco característica—. Hay alguien que me interesa, y no quiero parecer desesperada. ¿Cómo crees que debería acercarme a él?

La sinceridad y la inseguridad en la pregunta de Esme tomaron a Iris por sorpresa, suavizando de inmediato su enojo. Era claro que Esme estaba hablando de alguien más, no de Eddie, y que los temores de Joe eran solo un malentendido.

Iris, aliviada y con una nueva comprensión, sonrió, su afecto por Esme restaurado y fortalecido.

—Esme, lo importante es ser tú misma —aconsejó Iris, tomando las manos de Esme entre las suyas, en un gesto de apoyo y hermandad—. No tienes que actuar de una manera u otra para impresionar a alguien. Si ese chico no puede ver lo maravillosa que eres, entonces no vale tu tiempo.

—Pero en serio me gusta y yo como una tonta le di otra oportunidad así de sencillo luego de haberme dejado plantada —se lamenta quitándole la copa de vino a Iris

—¿Qué? ¿Hablas en serio? ¿De que sirvieron todos los consejos y las pláticas anteriores?

—No lo sé, sabes que nunca puedo prestar mucha atención

—¿Qué voy a hacer contigo? —se lamente su amiga llevando a Esme a la sala a ver la película.

A medida que la noche de películas continuaba, la tensión se disipó, dejando en su lugar risas y charlas sobre la vida y el amor. Lo que había comenzado como una velada potencialmente conflictiva, se transformó en una demostración de comprensión y confianza mutua, disipando cualquier malentendido y reafirmando su amistad.

ECHO| Eobard ThawneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora